jueves, 11 de junio de 2020

EL DERRIBO DE LAS ESTATUAS

  El asesinato de George Floyd por un policía de Minneapolis ha sido el detonante de una movilización en contra del racismo y la brutalidad policial que comenzó en Estados Unidos y se ha extendido a otros países.
  Al calor de las protestas, en algunos sitios están derribando estatuas de personajes que fueron connotados racistas o contribuyeron al tráfico de esclavos.
  He visto que algunas voces, conservadoras todas, se han alzado para condenar dichas acciones, alegando que estatuas representan a personajes importantes, protagonistas de épocas históricas.
  Creo que lo que ocurrió en el pasado no se debe ocultar, al contrario, debe estudiarse y divulgarse a fondo para que las generaciones venideras conozcan las vergüenzas, oprobios e injusticias que se sufrieron. Pero una cosa es conocer la historia y divulgarla y otra enaltecerla.
  Yo estoy a favor de que las ciudades sean territorio libre de monumentos erigidos en honor a los canallas. Por ejemplo, creo que en un hipotético futuro donde en Cuba haya libertad y democracia y se respeten los derechos humanos, no debe haber ninguna estatua de Fidel Castro ni de su hermano y cómplice Raúl. Dos sujetos que nadie duda de que pertenecen a la historia cubana, pero cuya trayectoria no merece un solo reconocimiento y mucho menos un homenaje permanente situado en una plaza pública.

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