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viernes, 25 de septiembre de 2015

JOVEN JOVEN (1): LA GESTACIÓN

    Ésta es la primera de las diez piezas donde hablo del programa “Joven Joven”,
que realicé en Televisión Cubana desde 1983 hasta 1986.
Fueron tres años fructíferos, repletos de experiencias interesantes,
que viví con mucho estrés
pero también con muchísima felicidad creativa y personal.
    Dedico esta secuencia del blog a quienes me acompañaron
en aquella maravillosa aventura hecha con ganas
y sobre todo al público entusiasta y cariñoso
que disfrutaba con nosotros cada domingo por encima y a millón,
el mejor público,
el que todo artista sueña con tener alguna vez.

Edificio Radiocentro, 23 y M, Habana / Sede del Instituto Cubano de Radio y Televisión


JEFECILLOS
    Quienes trabajábamos en la Redacción de Musicales de Televisión Cubana en las décadas de los 70 y 80 padecimos durante años el infortunio de ser comandados por una fauna de jefecillos que cumplían a rajatabla con lo que asumían como su tarea fundamental: la de seguir las normas de censura y demás orientaciones marcadas desde arriba. Y mientras tanto, dedicaban el poco margen de autonomía que les quedaba a aplicar las ideas y ocurrencias que su formación (¿?) y sus gustos muy personales les dictaban.
    En el revolico que son mis recuerdos se mantiene vivo todavía el de aquella exquisita dama que quiso eliminar de la programación lo que ella consideraba vulgar y por poco convierte al Canal 6 en una sucursal de la Sinfónica Nacional. Y el de aquel funcionario que se consideraba autor musical e intentó sobornar a cantantes para que interpretaran sus numeritos a cambio de favorecerlos con apariciones en la tele. Otro, fan acérrimo de la nueva trova, entró en Musicales con la encomienda autoimpuesta de novatrovizar todo lo que estuviera a su alcance novatrovizar. Nunca visité su casa pero no me hubiera extrañado encontrarme en su sala un gran retrato de Silvio Rodríguez enmarcado por una guirnalda de flores frescas y con una vela encendida debajo.
    Yo estaba camao por tener que lidiar (apechugar sería el verbo adecuado) con personajes como los citados y otros similares. Cada vez que anunciaban la llegada de un nuevo jefe, me echaba a temblar. Eso fue lo que me ocurrió cuando en febrero o marzo del 83 nombraron a una persona desconocida para mí que se llamaba Nora Blanco.


DESEMBARCÓ LA NUEVA
    Ella desembarcó en su oficina del sexto piso de Radiocentro reuniéndose con el personal, hablando de una nueva etapa, de abrir posibilidades. Bueno, ése era el discurso inicial de buena parte de los que pasaron por el puesto y yo había sobrevivido a varios que se fueron desinflando por el camino. Así que, por culpa de sus antecesores, el crédito inicial de la recién llegada era entre escaso y nulo.
    Conmigo empezó bien, aplicando la táctica de piropear mis trabajos anteriores, diciéndome que le habían gustado los concursos Guzmán. Desde el primer día, su manera de comunicar me pareció franca. No era una especialista cultural ni pretendía aparentarlo. Confesaba su desconocimiento del medio, sostenía que estaba allí para aprender y mostraba sentido común cuando opinaba. Descubrí que no venía a imponernos una línea sectaria en lo musical ni traía un esquema preconcebido.
    Le abrí una cuenta de confianza. Y empezamos a charlar.

DESCARGANDO SOBRE PROGRAMAS Y VIDEO CLIPS
    A Nora le descargué el cuerpo de ideas y los conceptos que me rondaban por entonces.
    La televisión musical, aunque casi nadie en 23 y M se había enterado, estaba en período de transición. Los esquemas de los llamados programas estelares que funcionaron en décadas anteriores se habían quedado obsoletos y en Cuba estaba entrando con fuerza una nueva forma audiovisual de consumir música: el videoclip, favorecida por la aparición de cámaras y grabadoras más ligeras y portátiles, y grupitos de técnicos dirigidos por realizadores independientes que no necesitaban complejas unidades de control remoto para trabajar. (1)
    Yo no sabía qué tipo de formato se impondría en los siguientes años. De lo que estaba seguro era de que ya habían entrado en su agonía los shows de variedades al estilo de los 50 y 60, que de tanto uso y abuso se nos habían vuelto arcaicos: un cantante de moda, una orquesta de baile, una entrevista donde se hablaba de que Fulana había puesto en alto el nombre de Cuba en un festival de afuera, la sonriente pareja de un animador con traje y una animadora “elegante”, el número coreográfico del Ballet de la Televisión, el público que aplaudía desde el gallinero del Focsa, la misma pobre escenografía de cartón, apenas iluminada porque escaseaban focos, en el mismo estudio de siempre, etc. (2)
    Los televisores se estremecían de vergüenza ajena cada vez que por su bocina salían presentaciones rancias:
    -- Y continuando nuestro programa, vamos a disfrutar de la actuación incomparable de Esperancejo, que nos interpretará una hermosa canción de su propia inspiración que lleva por título…


ELIMINAR LAS TELARAÑAS
    Años atrás dos concursos, “Para Bailar” (de Eduardo Cáceres Manso) y “Todo el mundo canta” (de Ángel Hernández Calderín), habían mostrado otro camino para triunfar masivamente en TV Cubana: había que mezclar la música con competencias u otras cosas porque ella sola, tal y como se presentaba, ya no contaba con atractivo suficiente como para lograr que un programa fuese un exitazo.
    Yo acababa de conocer a Nora Blanco y en el ICRT siempre había que cuidarse las espaldas. Por eso no usé las palabras burocrática, cegata y demasiado politizada para caracterizar a la estructura encargada de la programación. Pero le dije que, en mi opinión, en la institución no había preocupación por acometer a corto plazo una necesaria renovación de sus musicales que les eliminara a éstos sus telarañas.
    Cualquiera que hablara con la gente en la calle sabía que los televidentes se nos estaban muriendo de aburrimiento. Pero en Radiocentro no se daban cuenta o, peor aún, no querían darse cuenta, como si con ellos no fuera.
    “Buenas Tardes” y “Juntos a las 9”, éxitos de principios de los 70, continuaban en el aire dale que te pego cada semana. En los 80 eran zombies que sobrevivían por pura inercia, porque nadie se preocupaba de reventarles el cráneo de un escopetazo.

LA INVITACIÓN DE NORA
    Cuando en nuestra conversación saltó el tema de a qué me dedicaba en aquellos tiempos, le dije que mi “carga de trabajo” (así se llamaba) eran “Buenas Tardes” y “Para Bailar”, dos momias que ya no daban más de sí, y algunos especiales que me caían de vez en cuando. Puros empleos alimenticios.
    En una asambleíta con los creadores, la recién nombrada jefa pidió que le presentáramos ideas para nuevos programas. Recalcó, eso sí, que debían ajustarse a los limitados recursos de que disponíamos. Por tanto, descartadas de primera y pata las grandes producciones.
    Como ya he escrito en otra pieza de este blog, “desde que había realizado mi último “Juntos a las 9, A la hora del cañonazo”, en agosto de 1975, yo no me había echado encima una nueva locura destinada a conmocionar la tele cada semana. Por otra parte, ya habían pasado casi dos años desde el éxito de mi Guzmán 80. Y sentía el cosquilleo, el gusanillo de volver a dar un jonrón”.
    Decidí aprovechar la invitación de Nora. (3)

EL PROYECTO DURMIENTE
    Le hablé por arriba de un proyecto que en mi casa dormía un largo sueño desde 1976, año en que lo presenté y no me lo aceptaron, dándome papití con el manido "eso está complicao, deja ver si más adelante".
    -- Traémelo.
    Lo extraje de mi gaveta. Apenas dos páginas tras una portada en que se leía “Programa Juvenil”. Lo revisé a conciencia. Lo musical aparecía reflejado como importante en el diseño del programa pero lo fundamental, el concepto clave era “participación”. Los jóvenes de todo el país tenían que ser los protagonistas, implicarse, sentir como suyo el programa. Y para lograrlo, había que echarlos a andar, meterlos en el ajo, convertirlos en televidentes activos.
    En principio estaba jodida la cosa porque la idea necesitaba un gran aparato de movilización del que yo, como ICRT, no disponía. Estuve varios días dándole vueltas en la cabeza a la pregunta “¿quién puede ayudarme?”

LA GENTE DE PEÑALVER
    “Buenas Tardes” se anunciaba como “la hora joven”, sobrenombre que distaba mucho de ser verdad. Aquella sólo era una frase publicitaria que se le había mantenido (otra vez la inercia) desde que Manolo Rifat creó el programa en 1969 como un alocado desfile de artistas pop que se convirtieron en favoritos de un público pepillo ávido de ídolos cubanos.
    Como, en teoría, el BT de 1983 se destinaba a una teleaudiencia juvenil, se le habían concedido a la Unión de Jóvenes Comunistas unos minutos a la semana para que divulgara en ellos sus actividades. En Peñalver 658, entre Retiro y Plasencia, Centro Habana, radicaba un departamento de la UJC Nacional que se encargaba de temas ideológicos y de propaganda de esa organización política. Eran los cuadros de Peñalver 658 quienes cada semana seleccionaban los asuntos a tratar y me situaban los domingos en el estudio a los invitados que asistían para ser entrevistados.
    Entre dichos funcionarios estaba Lourdes Amador (4), a quien yo conocía por haber colaborado conmigo en otros programas. Era una chica resolutiva, responsable y con dos dedos de frente. A ella le comenté mi idea de ocupar el horario del domingo al mediodía con un programa nuevo cuyo principales objetivos serían involucrar a los jóvenes de toda la isla en actividades sociales y divertirlos.
    Le pregunté si la UJC estaría dispuesta a patrocinar el proyecto, al estilo de los sponsors de la TV capitalista como Crusellas o Sabatés.
    -- ¿Patrocinador capitalista? ¡Tú estás medio loco!
    -- Si la palabra te parece fuerte, la cambiamos por tutor.
    -- Dame unos días y te contesto.

¿POR QUÉ LA UJC?
    La UJC me podía resolver los dos mayores inconvenientes que presentaba el proyecto.
    Primero: la logística.
    La organización contaba con las estructuras a nivel de calle que me permitirían movilizar a los jóvenes en escuelas y centros de trabajo de toda la isla.
    Segundo: el respaldo.
    Yo tenía frescos los encontronazos con la censura que habíamos sufrido en 1978/79 Loly Buján y yo con nuestro “Yo también soy joven” y
Cáceres Manso con su “Para Bailar”. La mecánica no fallaba: mientras más televidentes tuviese un programa, más cuchareta querían meter en él los censores y comisarios de dentro del ICRT o de fuera de él. Y, por tanto, más obstáculos para hacer cosas que se salieran de la norma.
    Si mi nuevo programa quería conquistar a un público juvenil masivo haciéndolo participar, yo debía llenarlo de contenidos que provocaran su interés. Y algunos de dichos contenidos se iban a salir de los cánones establecidos y me iban a traer problemas. La UJC podía ser el padrino que yo necesitaba, el respaldo para que los del ICRT me dejaran trabajar tranquilo.

Si dieron la cara por mí o no y en qué medida, ya lo veremos en próximas piezas de este blog.  

UNA JUGADA ARRIESGADA
    Era una jugada arriesgada apostar por la UJC como valedor del espacio. En cuanto al trabajo que ellos hacían, la idea central de mi proyecto (un programa de televisión moviendo a la juventud) les iba a venir bien. Por ahí no íbamos a tener dificultades.

    Pero podría haber, dentro de su estructura, un sector afín a los guitarreros soporíferos que exigiría que una porción considerable de la parte artística estuviese en manos del Movimiento de la Nueva Trova y de la Brigada Hermanos Saíz. No hay que olvidar que algunos de los miembros y seguidores del MNT me habían disparado con balas de cañón durante los concursos Guzmán acusándome de farandulero incorregible, superficial, promotor de la música insustancial y otras cosas, ninguna buena.
    Le plantée a Lourdes mi proyecto, con claridad, incluyendo mis dudas y reservas. Ella, a su vez, se lo comentó a uno de sus colegas de trabajo, Frank Martínez.

    Pasados unos días, me reuní en Peñalver 658 con ambos y sus jefes. Para entonces, ya yo le había dado suficiente sillón a mi idea y el proyecto se acercaba bastante a lo que después fue “Joven Joven”.
    Arranqué con una amplia exposición que desarrollé apoyándome con una técnica que ayuda mucho: el brillito en los ojos. El punto fuerte eran unos clubes juveniles vinculados al programa. Al terminar, sentí una onda positiva. Era evidente que Lourdes y Frank habían abonado el terreno para favorecer una buena recepción de sus superiores.
    Les dije que podrían contar con una herramienta fuerte para divulgar ampliamente sus tareas y actividades pero que debíamos hacerlo de una manera fresca, huyendo de las entrevistas aburridas y del teque puro y duro. A cambio les pedí que potenciaran la participación activa de los jóvenes y que me dieran apoyo en las confrontaciones con los censores, que seguramente las habría. Les garanticé que aceptaría opiniones y sugerencias siempre y cuando el control estuviera en mis manos, especialmente en el asunto de la selección de cantantes y grupos. Aceptaron mi propuesta y me aseguraron estar dispuestos a colaborar a tope con el nuevo programa.

    Salí de allí satisfecho. Tener a la Unión de Jóvenes Comunistas del lado de acá significaba, además, contar con la colaboración de su área de influencia: la OPJM (Organización de Pioneros José Martí), la FEEM (Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media), la FEU (Federación Estudiantil Universitaria), las Brigadas Técnicas Juveniles, las Brigadas de Instructores de Arte, el periódico Juventud Rebelde, el semanario Dedeté, etc.

    Dado que una decisión así no se tomaba a la ligera, sin permiso de arriba, siempre he pensado que la implicación de la organización tuvo que ver con la negativa imagen que en la calle se le había creado por el escándalo que rodeó la defenestración de Luis Orlando Domínguez, quien había sido su primer secretario hasta que lo plancharon acusado de corrupción. Era probable que el nuevo equipo dirigente, encabezado por Carlos Lage, buscase darle más presencia popular y nuevos aires a la UJC. Esto es una elucubración mía pero tiene, si lo piensan bien, algo de fundamento.

¿BUENAS TARDES O JOVEN JOVEN?
    ¿Debía detallarle a la responsable de Musicales mi acuerdo con la UJC? No lo consideré necesario ni oportuno. A ella le conté que íbamos a tener la cooperación de la Unión de Jóvenes Comunistas y poco más. Reescribí el proyecto, que esta vez llevaba en su primera hoja el título: “Joven Joven”.


    Se lo enseñé a Nora Blanco y le gustó. Tanto que quiso sacarlo pronto. Enseguida subió a las alturas y lo presentó. Pocos días después me informó que lo habían aprobado pero no como nuevo programa sino como una transformación gradual de “Buenas Tardes”. El argumento: BT era un título con un prestigio consolidado por los años.
    Yo tuve a bien no divulgar la conspiración con los jóvenes comunistas que me traía entre manos. Volví varias veces por su sede de Peñalver. Fueron días de mucho trajín, de reuniones pesando y contrapesando ideas. Se mostraron tan entusiasmados como yo y eso me dio aliento.
    Desde su primer día, J J debía ser una explosión de dinamismo que rompiera completamente la imagen sosegada y convencional que salía los domingos al mediodía por el Canal 6. Por tanto, nada de llamarse “Buenas Tardes”, que yo consideraba no un título prestigioso sino una rémora. Insistí en este punto pero lo más que conseguí fue que me recomendaran que en vez de “la hora joven” el nuevo lema fuera “La hora joven joven”.




EL 3 DE ABRIL DE 1983
    Los de la UJC Nacional querían salir al aire el 3 de abril, como una actividad en saludo a los aniversarios XXI de la organización y XXII de la OPJM, que se cumplían el día 4.
    Prometieron organizar un maratón con muchachos del municipio Cerro que saldrían a las 12 desde Prado, frente a la sede de Juventud Rebelde, y correrían por las calles de La Habana hasta irrumpir en el 19 del Focsa durante la transmisión. Movilizarían a suficientes jóvenes como para repletarme de público el estudio y garantizaron la presencia de dibujantes del Dedeté que harían caricaturas a los asistentes. Además, la prensa que estaba bajo su control, publicaría una información con la intención de ir creando ambiente. Fue ésta, la firmaba Zenaida Ferrer en Juventud Rebelde y apareció el 30 de marzo:

Pedraza Ginori / abril 1983

UN DOMINGO JOVEN EN LA TV
    La hora joven, Buenas Tardes, espacio televisivo del domingo al mediodía, estará de fiesta el próximo tres de abril, con un programa dedicado íntegramente al XXI aniversario de la Unión de Jóvenes Comunistas y al XXII de la Organización de Pioneros José Martí.
    En vivo y en directo, desde el estudio 19 del Focsa saldrá al aire a las 12 en punto la gustada edición dominical, ahora con un nuevo (Ilegible) y un variado libreto para complacer a la teleaudiencia a la que está dirigida y contará con la presencia de pioneros y jóvenes destacados.
    Coincidiendo con la hora de inicio del programa, desde la sede de este diario arrancará un maratón de 600 jóvenes del Cerro quienes arribarán a Buenas Tardes con un saludo a ambas organizaciones en ocasión del 4 de Abril.
    Agradables cambios se auguran para el espacio a partir de este domingo, por lo que se exhorta a las nuevas generaciones a visualizarlo por el canal seis de la TV Cubana, de manera que después puedan emitir sus criterios.


LE FALTABA UN HERVOR
    En definitiva todo se ideó y preparó en poquísimo tiempo, sólo unas semanas. Admito que a “Joven Joven” le faltaba un hervor cuando apareció por vez primera en las pantallas. Me hubiese venido muy bien haber afincado más algunos aspectos como la escenografía, el casting de animadores, una buena campaña de promoción, etc. Pero, como siempre hice, aproveché la oportunidad que se me presentaba. Retribuí el apoyo prometido por la UJC dándoles el gusto de celebrar sus aniversarios y reventé el globo, por encima y a millón, el domingo 3.


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N   O   T   A   S  

(1)   En el concurso del Premio Caracol, convocado por la Asociación de Radio y Televisión de la UNEAC, ya competían por el mismo galardón obras que no tenían equiparación posible en cuanto a recursos y sistema de producción. Se equiparaba un video clip de tres minutos, grabado en diferentes locaciones durante diez sesiones de varias horas y editado con toda tranquilidad, con un desnutrido show de televisión de 60 minutos ensayado en tres horas y transmitido en vivo desde un estudio.
    Era un disparate injusto, un absurdo, pero reflejaba la fuerza con la que estaba entrando el clip y la necesidad de revolucionar los programas cuyos formatos olían a naftalina.
 

(2)   Resulta increíble pero aún hoy, en 2015, allá siguen saliendo programas musicales que se hacen como en 1960. ¿Lo dudan? Sintonicen Cubavisión Internacional y compruébenlo ustedes mismos.

(3)   A poco de nacer el programa y ante el impacto que causó su aparición, la revista Opina publicó una entrevista conmigo donde me referí a las circunstancias en que se originó J J y a la filosofía que lo sustentaba en aquellos primeros tiempos. Reproduje dicho material en una pieza del blog a la que pueden acceder a través de este link:


(4)   Lourdes Amador, a quien recuerdo con afecto, fue un puntal de “Joven Joven”. Ella y sus compañeros del área de ideología y propaganda de Peñalver 658 nos dieron toda la ayuda que pudieron.
   A cambio puse en sus manos un vehículo ideal para la divulgación y promoción de sus actividades. Y aunque es cierto que la UJC no sacó la cara por mí a la hora de respaldarme ante mis superiores por mis libretazos, es justo reconocer que yo era un verso suelto difícil de encajar.


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