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lunes, 24 de mayo de 2021

RETRATO DE JORGE, UN CHARLATÁN ETERNO

   Una noche, a principios de los años 70, siendo estudiante universitario, tuvo un sueño con revelación mística incluída. Silvio, Pablo y Nicola se le aparecieron y le contaron que para construir el socialismo no era imprescindible tumbar cañas, guataquear al sol o estibar en los muelles. Le aseguraron que en el mundo de la música izquierdosa se sudaba menos y había más margen para aprovecharse, siempre que uno supiera cogerle el tumbao.
   Siendo uno más entre los fundadores del Moncada, se las arregló para convertirse en director de ese grupo sin ser cantante (si acaso un corito de vez en cuando), sin destacarse como autor (¿alguien conoce alguna canción de él?) y sin ser instrumentista (apenas aprendió a poner las manos sobre un tecladito para dar en público el tupe de que estaba tocando).
   Moviéndose en la sombra, territorio que se le da muy bien, alcanzó una posición relevante en el único partido político con poder que ha existido en Cuba a la izquierda del PCC: el Meneíto de la Nueva Trova, aquel tristemente célebre movimiento de guitarreros desafinados, aupados por Antonio Pérez Herrero y otros dirigentes de la peor calaña, que en su etapa de mayor fuerza acapararon para sí (y se cargaron) el Concurso Adolfo Guzmán y el Festival de Varadero y establecieron su férreo control talibán en la cultura musical cubana al grito de “Con nosotros todo, fuera de nosotros ni tantito así”.
   El MNT fue una pandilla de charlatanes, creadores de metáforas ridículas que pretendían ser poesía de alto nivel, que se pintaban a sí mismos como dueños de la verdad absoluta, que durante años arremetieron contra todo lo que oliera a pop y a música romántica y trataron con saña de destruir a artistas tan valiosos como Alfredito, Mirta, Maggie y Luis y Annia. Si no lo lograron fue porque el público, que los quería y llenaba los teatros para verlos, lo impidió.
 
   Sin que alguien pudiera explicarse qué méritos tenía para ello, nuestro retratado fue disertante televisivo con programa propio. Se le recuerda dándoles muela a las masas, explicándoles que hay un arte bueno, el revolucionario, y un arte fulastre, el creado por los gusanos enemigos como parte de una campaña de desviacionismo ideológico imperialista. Se le vio enfrascado en una campaña absurda y malsana que pretendía contar la historia de la música cubana sin mencionar a Celia Cruz, Laserie, Meme, Bebo Valdés, Cachao, Paquito, Porcel y tantos otros grandes talentos.
   Entre sus logros políticos más destacados está el haber sido diputado en la Asamblea Nacional del Poder Popular. Sí, durante un tiempo fue uno de esos cientos de obedientes que levantan la mano al unísono para aprobar cualquier cosa que les propongan quienes realmente mandan.
   50 años después de aquella revelación mística, ahora canoso, este barco sigue dando guerra, pisando los callos que hay que pisar para jugarle cabeza al tiempo. Quién sabe cuáles piezas ha movido, en qué enrevesados chanchullos se ha metido para continuar en la brecha, pero ahí está, insumergible, incombustible, eterno, ejerciendo en 2021 de presidente de un chiringuito llamado Cubadisco que seguramente le sirve para viajar al extranjero con todos los gastos pagados por el erario público.
   No se extrañen si allá por 2075, en una Cuba democrática y capitalista, cuando ya la dictadura castrista sea un lejano y terrible recuerdo del pasado, lo ven ocupando el cargo de Ministro de Cultura. Él es capaz de eso y de mucho más.
 
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Recado personal.
    Jorge:
    No te cabrees por este texto. Piensa que te he hecho un favor, que puedes sacarle partido mostrándolo ante tus jefes como ejemplo de que la CIA te ataca en las redes sociales y que por ello te mereces el Premio a la Dignidad, el mismo que le otorgaron a Humberto López.

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