Con esta entrada, inauguro la sección “Anecdotario” del blog. En ella reflejaré cuentecitos que guardo en mi memoria, algunos serán divertidos, otros no tanto. Seleccionaré los que considere amenos e interesantes y nos ofrezcan claves para entender mejor a sus protagonistas.
Agradeceré a mis lectores que me envíen sus anécdotas. Preferiblemente aquellas en las que se hayan visto personalmente involucrados y que, por ello, posean una veracidad comprobada. Si tienen jugo suficiente, las publicaré con gusto. Para ello, utilicen el correo electrónico tanamigoscomosiempre@gmail.com
Agradeceré a mis lectores que me envíen sus anécdotas. Preferiblemente aquellas en las que se hayan visto personalmente involucrados y que, por ello, posean una veracidad comprobada. Si tienen jugo suficiente, las publicaré con gusto. Para ello, utilicen el correo electrónico tanamigoscomosiempre@gmail.com
enrique bonne
Cuando en junio de 1968 la revista Cuba publicó un reportaje mío sobre el compositor Enrique Bonne, creador del ritmo pilón, autor de “Que me digan feo”, “No quiero piedra en mi camino”, “A cualquiera se le muere un tío”, “Pepe Cabecita” y otros grandes éxitos de la música popular cubana, ya yo le conocía de haber compartido momentos en sus frecuentes viajes a La Habana y de cuando rodeado por su grupo de tambores nos teñía de ritmo y alegría oriental los carnavales de la capital.
Era fácil conectar con el compay Enriquito porque derrochaba unas chispa, gracia y bonhomía que pa qué te cuento. Bonne, quien por cierto era natural de San Luis y no de Santiago de Cuba, supo nutrirse de esa esencia que se respira en Los Hoyos, La Trocha, Padre Pico, Enramada, Aguilera y Plaza de Marte hasta encarnar perfectamente ese carácter especial y sabroso, esa manera suave y a la vez profunda que tienen de ver la vida los santiagueros legítimos.
Pulsen el siguiente vínculo para ver a Pacho Alonso y su orquesta interpretando “Qué rico pilón”, de Enrique Bonne:
LOS MUCHACHOS SE DIVIERTEN
Estábamos en Santiago de Cuba realizando varios programas de televisión. Debe haber sido por la próxima celebración de un 26 de julio, ya que en la ciudad había ambiente de carnaval. Una noche, un grupo de compañeros de Televisión Cubana, agotados tras trabajar toda
la jornada, nos habíamos subido a la azotea del hotel Casa Granda y
desde allí mirábamos el fiestón popular que reventaba la cuadra de la calle Heredia situada entre la fachada de la catedral y el parque Céspedes. Habían colocado varios quioscos. Bajo los potentes focos que lo iluminaban todo, estaba medio Santiago tomando cerveza y bailando con música grabada que sonaba por los altavoces. De pronto, un gran grupo dentro del molote echó hacia atrás y se abrió un espacio vacío de gente entre los cientos de cuerpos unidos que no dejaban ver el pavimento. Imagínense el efecto de una piedra que cae en un lago y va creando círculos concéntricos. En el medio había un señor tumbado en el suelo, sangrando a borbotones y retorciéndose. Le habían apuñalado. La música cesó, el baile se detuvo. La víctima estuvo unos cuantos minutos –calculo unos cinco o diez- tendido sin que nadie se le acercara, la multitud mirándole en silencio. Hasta que llegaron unos camilleros y se lo llevaron.
Las dos cosas que me dejaron alucinado fueron:
1) Una vez que le trasladaron, volvió a sonar la música y el círculo de personas se fue cerrando, cubriendo el sitio donde había estado el herido. Unos cuantos comenzaron a bailar sobre el enorme charco de sangre que cubría la calle. Un par de minutos más tarde, ya aquello estaba lleno de gente apretujada vacilando, como si nada hubiese pasado.
2) A la mañana siguiente nos enteramos de que el pobre hombre agredido había muerto. Me encontré con Enrique Bonne, que era responsable de festejos de la JUCEI y por tanto alguna relación debía tener con la organización del bailable. Le dije, impactado por la experiencia que había vivido:
-- Enrique, anoche vi cómo mataron a un tipo en la fiesta del Parque Céspedes.
-- Ah, ¿viste eso?
-- Y lo más jodido fue la actitud de la gente. El tipo ahí, tirado en el suelo sangrando y...
Pienso que Bonne, como buen funcionario responsable de la imagen de la ciudad, creyó su deber borrarme la mala impresión y, en tono desenfadado, le quitó hierro al asunto diciéndome:
-- Ah, no te preocupes. Eso no fue nada, sólo eran los muchachos que se estaban divirtiendo.
Las dos cosas que me dejaron alucinado fueron:
1) Una vez que le trasladaron, volvió a sonar la música y el círculo de personas se fue cerrando, cubriendo el sitio donde había estado el herido. Unos cuantos comenzaron a bailar sobre el enorme charco de sangre que cubría la calle. Un par de minutos más tarde, ya aquello estaba lleno de gente apretujada vacilando, como si nada hubiese pasado.
2) A la mañana siguiente nos enteramos de que el pobre hombre agredido había muerto. Me encontré con Enrique Bonne, que era responsable de festejos de la JUCEI y por tanto alguna relación debía tener con la organización del bailable. Le dije, impactado por la experiencia que había vivido:
-- Enrique, anoche vi cómo mataron a un tipo en la fiesta del Parque Céspedes.
-- Ah, ¿viste eso?
-- Y lo más jodido fue la actitud de la gente. El tipo ahí, tirado en el suelo sangrando y...
Pienso que Bonne, como buen funcionario responsable de la imagen de la ciudad, creyó su deber borrarme la mala impresión y, en tono desenfadado, le quitó hierro al asunto diciéndome:
-- Ah, no te preocupes. Eso no fue nada, sólo eran los muchachos que se estaban divirtiendo.
Parque Céspedes.
A la izquierda,
el hotel Casa Granda.
Al fondo,
la catedral de Santiago
A Bonne le he dedicado una pieza de este blog titulada "Lo más santiaguero que pueda imaginarse". La pueden leer PULSANDO AQUÍ
juana bacallao
A los cubanos no hace falta explicarles quién es Juana Bacallao. A los nacidos en otras tierras debo decirles que es una cantante y humorista, definición que se queda muy corta, cortísima. ¿Pero cómo se hace, cuáles palabras usar, para que alguien que no la haya visto jamás comprenda el ingenio, la gracia y la sabrosura de esta extraordinaria artista? Yo no tengo el talento literario suficiente para tal empeño. Así que lo mejor es que la vean aquí:Juana con la formidable orquesta Ritmo Oriental en una combinación del afro “Sube espuma” con una muy particular versión suya de “La batea”:
Pieza audiovisual en el programa “Somos Cuba” de Televisión Cubana:
UNA ESTRELLA PARA UNA ESTRELLA
La primera vez que trabajé con Juana Bacallao fue a mediados de los años 60 del pasado siglo. José Lino Noya, quien era uno de los dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de Artes y Espectáculos, y la presentadora Eva Rodríguez pusieron en práctica su idea de hacer unas variedades de todos estrellas auspiciadas por el SINTAE con el objetivo de saludar el Primero de Mayo. Noya, que me había visto trabajar en el Musical de La Habana, obvió mi poca experiencia y confió en la recomendación que le dio Eva sobre mí. Y me dio a dirigir aquello. El título que le pusimos fue “Un peso de música” (1), en alusión a lo que costaba la entrada. Estuvimos varios fines de semana llenando el teatro Mella de un público deseoso de divertirse con artistas que estaban en el candelero en aquel momento: Marta Strada, Los Meme, Luisa María Güell, Bola de Nieve (2), Las D’Aida, Elena Burke…
Como era natural, no podía faltar Juana Bacallao, cuya fama había crecido tras sus exitazos en las producciones del cabaret del hotel Capri. La invitamos y vino. Aquel mediodía en que le tocaba ensayar, traspasó la puerta principal del Mella con su andar lento, derrochando el garbo y el donaire que han sido su marca de fábrica. Lucía una peluca rubia y unas amplias gafas de sol.
-- Buenos días, Juana.
-- Buenos días, mi niño. Quisiera entrevistarme con el director del chou.
-- Yo mismo soy.
Se quitó los espejuelos, me escudriñó de arriba abajo y debí parecerle insignificante porque me fulminó con una pregunta de una sola palabra, pronunciada de una forma tan alargada y desdeñosa que me hizo estremecer:
-- ¿U s s s s t e d?
Encajado el golpe (3), traté de romper el hielo pidiéndole que me siguiera hasta el escenario donde esperaba el grupo acompañante que dirigía el gran maestro Fernando Mulens, listo para comenzar su ensayo. Allí anunció que no traía partituras, que ella arrancaba y los músicos debían seguirla. Si hubiese sido otra cantante, ellos hubiesen puesto el grito en el cielo pero Juana era Juana y nadie protestó, todos se echaron a reir, dispuestos a pasar un buen rato.
-- Pero, antes de ensayar, deseo visitar los camerinos –me dijo-. Acompáñeme, por favor.
Ya allí, los dos solos, me solicitó en voz baja que le diésemos una habitación privada, exclusiva para ella, y que en su puerta le pusiésemos una estrella con su nombre. Le pedí a mi amigo el caricaturista Aristide, escenógrafo del espectáculo, que hiciera una. Recortó un cartón grueso, le dio forma con cinco puntas, lo pintó y le escribió en el centro "Juana Bacallao". Le añadió una caricatura de ella y para rematar lo roció con lentejuelas. Cuando Juana llegó por la noche y vio aquello clavado en su puerta se puso feliz y salió a darlo todo. Su éxito fue rotundo. Actuó con nosotros varios días, en los que compartió escenario con su partenaire del Capri, Dandy Crawford, un showman fenomenal. Como todos esperábamos, al terminar su última actuación arrancó su fabulosa estrella y se la llevó.
EL SABOTAJE DE LAYÉ
-- Buenos días, Juana.
-- Buenos días, mi niño. Quisiera entrevistarme con el director del chou.
-- Yo mismo soy.
Se quitó los espejuelos, me escudriñó de arriba abajo y debí parecerle insignificante porque me fulminó con una pregunta de una sola palabra, pronunciada de una forma tan alargada y desdeñosa que me hizo estremecer:
-- ¿U s s s s t e d?
Encajado el golpe (3), traté de romper el hielo pidiéndole que me siguiera hasta el escenario donde esperaba el grupo acompañante que dirigía el gran maestro Fernando Mulens, listo para comenzar su ensayo. Allí anunció que no traía partituras, que ella arrancaba y los músicos debían seguirla. Si hubiese sido otra cantante, ellos hubiesen puesto el grito en el cielo pero Juana era Juana y nadie protestó, todos se echaron a reir, dispuestos a pasar un buen rato.
-- Pero, antes de ensayar, deseo visitar los camerinos –me dijo-. Acompáñeme, por favor.
Ya allí, los dos solos, me solicitó en voz baja que le diésemos una habitación privada, exclusiva para ella, y que en su puerta le pusiésemos una estrella con su nombre. Le pedí a mi amigo el caricaturista Aristide, escenógrafo del espectáculo, que hiciera una. Recortó un cartón grueso, le dio forma con cinco puntas, lo pintó y le escribió en el centro "Juana Bacallao". Le añadió una caricatura de ella y para rematar lo roció con lentejuelas. Cuando Juana llegó por la noche y vio aquello clavado en su puerta se puso feliz y salió a darlo todo. Su éxito fue rotundo. Actuó con nosotros varios días, en los que compartió escenario con su partenaire del Capri, Dandy Crawford, un showman fenomenal. Como todos esperábamos, al terminar su última actuación arrancó su fabulosa estrella y se la llevó.
EL SABOTAJE DE LAYÉ
Arturo Menas, destacado músico cubano hoy radicado en Madrid, que en Cuba fue pianista de Layé, me contó lo que le ocurrió a dicho grupo con Juana:
-- A finales de los 80 nos llamaron para un espectáculo en el teatro Carlos Marx en el que alternábamos con Dan Den, Mayra de la Vega, Ovidio González, un cuerpo de baile y otros artistas. Además de interpretar nuestro repertorio, debíamos acompañar a Juana Bacallao.
En su camerino, nos pusimos de acuerdo con ella sobre el tumbao que le serviría de base para su descarga. Todo estaba cuadrao. Cuando la anunciaron, el grupo empezó a tocar, Juana entró en escena y en lugar de cantar se puso a mirarnos fijamente con su cara más seria. Fue un momento de ésos en que te quedas cruzao. Aunque no sabíamos qué pasaba, seguimos tocando. De pronto, ella echó a andar, atravesó el escenario y salió por la pata contraria. El público aplaudió creyendo que era una ocurrencia de Juana. Cuando nos dimos cuenta de que no iba a regresar, cerramos el tumbao y le metimos mano a un número nuestro. Nos dejó quemaos, tremendo papelazo delante de la gente.
-- ¿Y qué explicación dio ella después?
-- Pues dijo algo que no era verdad: que le habíamos tocado otro tema, que le estábamos haciendo sabotaje y que por eso se había ido.
-- A finales de los 80 nos llamaron para un espectáculo en el teatro Carlos Marx en el que alternábamos con Dan Den, Mayra de la Vega, Ovidio González, un cuerpo de baile y otros artistas. Además de interpretar nuestro repertorio, debíamos acompañar a Juana Bacallao.
En su camerino, nos pusimos de acuerdo con ella sobre el tumbao que le serviría de base para su descarga. Todo estaba cuadrao. Cuando la anunciaron, el grupo empezó a tocar, Juana entró en escena y en lugar de cantar se puso a mirarnos fijamente con su cara más seria. Fue un momento de ésos en que te quedas cruzao. Aunque no sabíamos qué pasaba, seguimos tocando. De pronto, ella echó a andar, atravesó el escenario y salió por la pata contraria. El público aplaudió creyendo que era una ocurrencia de Juana. Cuando nos dimos cuenta de que no iba a regresar, cerramos el tumbao y le metimos mano a un número nuestro. Nos dejó quemaos, tremendo papelazo delante de la gente.
-- ¿Y qué explicación dio ella después?
-- Pues dijo algo que no era verdad: que le habíamos tocado otro tema, que le estábamos haciendo sabotaje y que por eso se había ido.
LOS TAXISTAS AMIGOS
No recuerdo quién me contó esta otra historia protagonizada por la Bacallao. Durante una época en que estuvo actuando en cabarets y terminaba tarde, cuando llegaba a su domicilio de la calle Campanario no entraba, porque sus santos protectores le habían aconsejado que sólo lo hiciera de día. ¿Y cómo Juana resolvió el asunto? Si llegaba a las 3 o a las 4 de la madrugada, se metía en uno de los autos de alquiler estacionados en una piquera cercana y echaba un sueño. Si aparecía un viajero y el taxista tenía que irse, Juana se mudaba a otro taxi. Y así dormía, de rato en rato, hasta que aclaraba y podía entrar a su casa.
QUE ME DIGAN FEA
(que la dicha de quien no es bonita, todas la desean. Hasta Beyoncé)
No recuerdo quién me contó esta otra historia protagonizada por la Bacallao. Durante una época en que estuvo actuando en cabarets y terminaba tarde, cuando llegaba a su domicilio de la calle Campanario no entraba, porque sus santos protectores le habían aconsejado que sólo lo hiciera de día. ¿Y cómo Juana resolvió el asunto? Si llegaba a las 3 o a las 4 de la madrugada, se metía en uno de los autos de alquiler estacionados en una piquera cercana y echaba un sueño. Si aparecía un viajero y el taxista tenía que irse, Juana se mudaba a otro taxi. Y así dormía, de rato en rato, hasta que aclaraba y podía entrar a su casa.
QUE ME DIGAN FEA
(que la dicha de quien no es bonita, todas la desean. Hasta Beyoncé)
Durante su visita a Cuba en abril de 2013, la mundialmente conocida estrella norteamericana Beyoncé Knowles acudió a saludar a Juana Bacallao, quien a pesar de contar con 88 años ni piensa en su jubilación. Es que, como ella dice:
-- Todavía estoy repicando campana, asere.
Y para terminar, incluyo una verdadera curiosidad: un video que une a los dos protagonistas de estas anécdotas: La Bacallao cantando “Que me digan feo”, de Bonne, que ella convierte en “Que me digan fea”.
Pulsen aquí:
Pulsen aquí:
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N O T A S
(1) En noviembre de 2013 publiqué en este blog una pieza titulada "Un peso de música, el rico sabor del éxito" en la que reflejo la hisrtoria de aquel, mi primer gran triunfo en el munco de las variedades teatrales. La pueden leer PÙLSANDO AQUÍEn el elenco de “Un peso de música” incluimos a una pareja humorística de aficionados que causó sensación: Fidelina González y Simón Escobar. Estoy convencido de que hubiesen llegado muy alto en sus carreras si se hubieran profesionalizado. Pero no lo hicieron. Fidelina prefirió ser analista de programas en la televisión cubana e investigadora literaria y Simón se dedicó a la fotografía y a realizar interesantes películas documentales.
Fidelina González |
En las fiestas con sus amigos, Fidelina hizo descuarejingarse de la risa a más de uno con sus versiones jodedoras del himno socialista “La internacional”.
El blog “Cuba: El archivo de Connie” las publicó.
Pulsen el vínculo siguiente para disfrutarlas:
Fidelina González en "Cuba: El archivo de Connie"
(2) El día en que Noya y yo fuimos a invitar a Bola de Nieve para que participara en el espectáculo, le visitamos en su apartamento. Vivía frente al Parque Zoológico. Conversando con él, se quejó de que a veces los rugidos nocturnos de los leones no le dejaban dormir.
(3) Si usted está pensando dedicarse a dirigir espectáculos, le advierto de que, al principio de su carrera, le van a ocurrir situaciones desagradables como ésta. La solución para que no le sigan ocurriendo después es alejarse de las improvisaciones y preparar cuidadosamente su trabajo, sabérselo todo al dedillo. Así podrá dar las respuestas correctas a todas aquellas preguntas que le formularán quienes van a ser sus dirigidos. Ellos verán que usted sabe lo que quiere y cómo lo quiere, que trabajan con un profesional, seguirán sus indicaciones y le respetarán.
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LES INVITO A LEER LAS SIGUIENTES PIEZAS DE MI BLOG.
ÉSTOS SON SUS ENLACES:
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La empresa norteamericana Create Space / Amazon ha publicado,
en formato papel, dos libros de mis "Memorias Cubanas".
Sus páginas son un compendio de mis experiencias y mis circunstancias, vividas en el mundo de la televisión, los espectáculos, la creación musical,
la radio, la publicidad y la prensa.
Los dos volúmenes recogen, en clave autobiográfica, sucesos, “batallitas”, semblanzas, anécdotas y reflexiones personales.
El Libro 1, “Eugenito quiere televisión”, tiene 342 páginas.
El Libro 2, "Quietecito no va conmigo", 362 páginas.
Ambos están a la venta en las webs
www.createspace.com www.amazon.com www.amazon.es
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Los dos volúmenes recogen, en clave autobiográfica, sucesos, “batallitas”, semblanzas, anécdotas y reflexiones personales.
El Libro 1, “Eugenito quiere televisión”, tiene 342 páginas.
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