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viernes, 21 de febrero de 2014

ANECDOTARIO (3): LA MUERTE DE RAFAEL SOMAVILLA Y LA DE JOSEFINA HENRÍQUEZ

MAESTROS
    Cuando a un director de orquesta, sus compañeros de profesión le llaman “maestro” cada vez que mencionan su nombre es porque le reconocen su valía, su trayectoria y su alto status profesional. En CMBF Televisión Nacional maestros fueron Julio Gutiérrez y Adolfo Guzmán. En Telemundo, Roberto Sánchez Ferrer. Al frente de la Orquesta CMQ, Gonzalo Roig y González Mantici.

Gonzalo  Roig

     Roig andaba cercano a cumplir 80 años cuando tuve la suerte de verle ensayar y grabar con la Orquesta ICR en el Estudio 2 de Radiocentro. El silencio que imponía su sola presencia era total. Caminaba despacio, daba la impresión de una persona débil y cansada. Pero al subirse al podio, batuta en mano, su imagen se fortalecía y agigantaba. Era una leyenda viva, ejerciendo una autoridad ganada con el talento y los años, delante de un montón de excelentes instrumentistas que no se atrevían a matizar siquiera las indicaciones del director, que se las sabía todas.

    Cuando aquel conglomerado de emisoras pasó a llamarse Instituto Cubano de Radiodifusión, maestros y de los grandes fueron Adolfo Guzmán, Mario Romeu y Rafael Somavilla. Era una delicia verles manejar a su tropa derrochando conocimiento y destreza. A Guzmán, del que se afirmaba tenía oído absoluto, le vi cierta vez detener una grabación en un fragmento en el que sonaban a la vez todos los instrumentos de la orquesta ICRT (al tutti) para señalarle a uno de los segundos violines que la nota que estaba tocando en el compás X no era la correcta.
    Hubo allí otros maestros que desarrollaron una destacable labor, como Roberto Valdés Arnau, José Ramón Urbay y Tony Taño (1). Al frente del Coro del ICRT estuvo durante muchos años un reconocido maestro, esta vez del montaje y dirección vocal: Octavio Marín.


MAESTRO Y DE LOS GRANDES
    Rafael Somavilla Morejón, nacido en Matanzas en 1927, fue una persona excepcional. Pianista, compositor, director de orquesta y extraordinario arreglista. Dueño de los secretos de la armonía, se adelantó a su época y marcó pautas en el campo de la instrumentación. Algunos de los más logrados e imaginativos arreglos para jazz band creados en Cuba llevan su firma.

Rafael  Somavilla
    Fue un hombre que supo conquistar con su trabajo la admiración y con su carácter el cariño de cuantos le trataron. Modesto, sonriente, trabajador incansable, comprensivo y tolerante con las bromas que sus compañeros le gastaron a menudo.
    Desde el punto de vista personal, siempre tendré de él la imagen de alguien que andaba apurado porque el tiempo no le alcanzaba para todo lo que tenía que hacer, que entraba y salía cargado con un brujón de papeles de música y que sudaba mucho. Él, que lo era todo en su profesión, me trató a mí, que no era nadie, con un respeto que le agradecí y reciproqué en la medida de mis posibilidades.
    Si se hubiese marchado del país al principio de los 60, no hubiese tenido dificultad alguna para triunfar y ganar mucho dinero en el extranjero. Pero entendió, como tantas otras figuras, que podía ayudar con su talento al proceso que puso a nuestro país patas arriba y a él se entregó.

    En el ICRT, en la EGREM, en Cultura, al frente de la Orquesta Cubana de Música Moderna, en la Banda de las Milicias, en los concursos Guzmán, en los festivales de Varadero, en eventos y veladas, en cuanto consejo técnico asesor se inventaron, en representación de Cuba en jurados y espectáculos internacionales… no hubo sitio ni actividad en que no se notara su valiosa presencia y su dedicación absoluta a la llamada revolución.

TIMBRAZOS EN LA MADRUGADA
    Comenzaba el domingo 20 de enero de 1980. Serían las dos de la madrugada cuando sonó el teléfono en mi casa de la calle Carmen.

    -- Ginori, disculpe que le llame a esta hora. Soy la esposa de Somavilla.
    -- No pasa nada, Elba, dígame.
   -- Es que él ha fallecido hace un rato en el Hospital Neurológico y necesito que usted me haga un favor. 

   Me explicó que el entierro iba a ser en Matanzas y que era muy posible que el cadáver de su esposo fuese trasladado hasta allá ese mismo día por la tarde. Ella estaba preocupada porque, dada la hora que era, ya no había posibilidad de que la información apareciera en el periódico. Así que lo más probable era que los amigos y compañeros de Somavilla, al no enterarse del deceso, no acudieran a la funeraria de Calzada y K a tiempo para darle el último adiós (2). La mujer, atribulada y nerviosa, me pidió que yo llamase a Radio Reloj, la emisora de 24 horas de noticias, para que difundieran la novedad.

¿POR QUÉ A MÍ?
    Por motivos de trabajo, yo había visitado varias veces el hogar de Somavilla y Elba, donde se respiraba el aroma de las personas decentes. Establecí con el matrimonio una cierto vínculo de amistad. Así y todo, me intrigó que ella me llamara aquella triste madrugada, precisamente a mí.

    Es probable que pensara equivocadamente que yo, que ya mostraba en mi curriculo algunos programas que habían pegado y que poco antes había dirigido el exitoso Concurso Guzmán 79, había alcanzado cierto nivel de influencia en el ICRT. Lo que revelaba el alto nivel de desconocimiento que tenía de cómo funcionaba aquel organismo.
    Cabe otra opción: la de la casualidad. Quizás al repasar los nombres apuntados en la libreta de teléfonos del Maestro, le llamó la atención el mío. Vaya usted a saber. Se trata de un misterio que nunca podré resolver.

RADIO RELOJ DA LA HORA (CUANDO SE LO AUTORIZAN)
    -- ¿Radio Reloj? –pregunté.
   -- Mira, compañero, te habla Pedraza Ginori, el director de programas de televisión.
    -- Ah, sí, ¿qué tal, Ginori? 

    -- Es que quería informarles que ha fallecido el Maestro Rafael Somavilla y…
    Cuando terminé de explicarle la situación y pedirle que dieran la noticia, el hombre me dijo:
    -- Pues tomo nota. 

   -- Oye, si quieres, puedes llamar al Neurológico para que confirmes el fallecimiento.
    -- No, no hace falta. 

    A las 11 de la mañana, sintonicé Radio Reloj y la muerte del Maestro no apareció entre las noticias que emitían. Ni a las 12. En el resumen de la 1, tampoco. Entonces llamé a la emisora y pedí hablar con el jefe de turno para preguntar si la habían ofrecido ya. Me respondió que no.
    -- Esa información está pendiente.
    -- ¿Cómo que pendiente?

   -- Sí, no la podemos dar hasta que se termine el proceso y nos la autoricen.
   -- Pero es que se lo van a llevar para Matanzas esta tarde y nadie se va a enterar.
    -- Yo te entiendo pero tenemos que seguir las normas establecidas.
    -- ¿Y a quién puedo llamar para ver si agilizan la cosa y te permiten darla?
    -- Lo siento, compañero, pero no te lo puedo decir. 

    Me imagino que los que, aquel domingo, conocieron en La Habana que había muerto una gran personalidad de la cultura cubana como Somavilla y acudieron a la funeraria, serían pocos y se enterarían por Radio Bemba, la alternativa que teníamos los cubanos a una prensa oficial amordazada y ahogada por la burocracia, el miedo y la desidia.
Josefina  Henríquez
LA QUE HACÍA DE MALA
    La cubana Josefina Henríquez fue una de esas actrices nuestras en las que los directores de radio y televisión confiaban porque sabían que iban al seguro. Ella simplemente lo hacía bien. Desde los años 50 se fue ganando una sólida reputación, sacando adelante papeles difíciles en multitud de espacios dramáticos.


Josefina Henríquez,
Alfredo Perojo,
Omar Valdés
 y Rosita Fornés
en "Filomena Marturano",
del autor italiano
Eduardo de Filippo,
dirigida por Roberto Garriga
para "Teatro ICRT" 
(Televisión Cubana, 1987)

    Unas cuantas veces estuvo en mis programas. La Henríquez protagonizó, con su gran amigo Ángel Toraño, un Teatro ICR que dirigimos Modesto Centeno y yo el 17 de febrero de 1969: “Despierta y canta”, de Clifford Odets. En enero del 73 integró el grupo de actrices de primera línea que llamé para el primer “Siempre es 26”.

En 1966, Josefina tuvo un rol protagónico en el filme cubano "La salación",
que dirigió Manuel Octavio Gómez, con producción ICAIC.
A la izquierda y a la derecha, fotogramas de dicha película.
Al centro, una escena de la versión para televisión que hizo Roberto Garriga 
de "Mesas separadas", del autor inglés Terence Rattigan,
presentada en "Teatro ICRT".
Aparecen José de San Martín, Nilda Collado, Margarita Balboa y Josefina Henríquez.


Escenas del filme cubano de 1973 "El hombre de Maisinicú", del director Manuel Pérez. 
Josefina aparece con Sergio Corrieri.

     Como suele suceder, cuando me casé con la directora y guionista Loly Buján, las amistades de mi nueva esposa entraron a formar parte de mi vida. Entre ellas estaba Josefina, una mujer afectuosa que en la vida real distaba mucho de ser “la mala”, apelativo que el público le había adjudicado identificándola con las malvadas que le veía hacer a menudo en la tele.
    Desde los 80, Loly –que trabajó mucho con ella- y yo la visitábamos a veces en su hogar del Vedado, donde vivía sola y carente de buena salud. Entre los tres se fue fortaleciendo una cálida relación de aprecio y familiaridad.

EL MISTERIO
    Una mañana, a principios de 1992 –la Buján ya vivía en España-, una amiga común me llamó preocupada porque Josefina llevaba más de 24 horas sin contestar al teléfono. Contactadas otras amistades, nadie sabía de la actriz.
    -- Yin, yo tengo llave del piso de ella y voy a ir hasta allá a ver qué pasa. Pero tengo miedo de encontrármela muerta. Así que, por favor, acompáñame. 

    Al llegar, le pedimos al encargado del edificio que entrara con nosotros al apartamento, pensando en contar con él como testigo si fuese necesario. El lugar, vacío, no presentaba signos de violencia o de algo extraño que nos llamase la atención. Preguntamos a los vecinos del inmueble y nadie supo decirnos algo relevante. Todos aseguraban no haberla visto desde hacía días.
    Al grupo que se formó para comentar la desaparición, se incorporó, ¡cómo no!, el responsable del Comité de Defensa de la Revolución de la cuadra. Éste planteó llamar a la policía, cosa en la que estuvimos de acuerdo ante la gravedad de la situación. Yo llegué a pensar en las dos hipótesis que me parecieron más lógicas: el secuestro o el suicidio.
    Un rato después, llegó una perseguidora con dos agentes. Éstos nos interrogaron, tomaron notas, solicitaron una foto de la actriz para darla por desaparecida e hicieron preguntas. Y entre las respuestas apareció una que llevó a desvelar el misterio: el ascensor no funcionaba. Averiado, el viejo trasto llevaba varios días detenido en un piso superior al de Josefina. Los vecinos contaron que habían reportado la rotura a la empresa que debía repararlo ya que constituía un peligro: a veces, cuando se apretaba el botón para llamarlo, abría inmediatamente la puerta de acceso pero su cabina no estaba.
    -- Ya una vez, hace unos meses, le pasó eso. Vinieron y lo arreglaron.
   -- Yo le tengo prohibido a mis hijos que lo utilicen. Aquí cualquier día va a haber una tragedia.
    Uno de los policías sospechó lo que pasaba y pidió al encargado la llave de la puerta que daba a la base del hueco del ascensor. Cuando la abrió, vieron un sitio húmedo y oscuro, lleno de basura, en el que se asentaba el motor del aparato. Al enfocarlo con una linterna, descubrieron el cuerpo sin vida de Josefina Henríquez.

    Josefina padecía de una diabetes muy pronunciada que le había afectado seriamente la vista. Tanto se la dañó que ella llevaba un tiempo sin salir de noche, ni siquiera a trabajar. Llamó al elevador, la puerta se abrió y creyendo que la cabina se encontraba allí, avanzó hacia el vacío. Cayó por el hueco, golpeándose. Nunca supe si había fallecido en el acto o agonizó allá abajo incapaz de pedir ayuda. Fue una muerte terrible.
    El capitalismo tiene mil defectos. Pero si la muerte de Josefina hubiese ocurrido en un país capitalista, se le hubiera podido poner y ganar una demanda a la empresa encargada del buen funcionamiento del ascensor y de su seguridad. En aquella Cuba inmersa en el Período Especial, todo quedó como un fatal accidente y no se asumió responsabilidad alguna.
 

Y LA PRENSA, ¿QUÉ?
    En cuanto a la repercusión en prensa, supongo que Radio Reloj dio la noticia del entierro de Rafael Somavilla una vez que apareció en los Granma del 21 y 22 de enero de 1980, en el matancero Girón y en otros periódicos de la isla. (3)
    En lugar de glosar la figura del gran músico como se merecía, gran parte de la información publicada se dedicó a recalcar la importancia de que Julio García Espinosa, quien era viceministro de Cultura, despidiera el duelo y de que estuvieran presentes en el cementerio el ministro Armando Hart y otros gerifaltes.

    Por su parte, el trágico final de mi amiga Josefina fue silenciado en los papeles. Debieron pensar, espoleados por el complejo de culpa, que era un asunto enmarañado y tenebroso al que había que darle carpetazo rápidamente y que era mejor que la gente no se enterara.
    Ignoro si desde 1992 hasta ahora, alguien le ha dedicado un programa o una simple nota de recuerdo a Josefina Henríquez. Pero si fue así, estoy seguro de que se debió a un ejercicio personal y no orientado desde arriba. De hecho, en el momento de publicar esta pieza, la biografía y la trayectoria artística de la gran actriz que tantos buenos momentos dio a la televisión no aparece en los sitios web editados en territorio cubano. Ni una palabra. Oficialmente, la han borrado como si nunca hubiese existido.


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N   O   T   A   S

(1)   Claro que hubo otros maestros de gran prestigio que, en ocasiones puntuales, se pusieron al frente de la agrupación de la radio y la televisión. Por ejemplo: Félix Guerrero, Armando Romeu Jr., Rafael Ortega, Rodrigo Prats, Roberto Sánchez Ferrer, Fabio Landa y Osmundo Calzado. Pero me estoy refiriendo a los directores habituales, a los de la casa.
   Cuando, en los 70, se produjo el natural relevo generacional, entraron a conducir la Orquesta ICRT jóvenes directores como Miguel Patterson, Reynaldo Montesinos y Alfredo Pérez Pérez, quienes con el tiempo alcanzaron excelentes resultados y un reconocimiento general como maestros.
 


(2)   Fue aquella una época en que a quienes dirigían el funcionamiento de las funerarias habaneras les dio por enterrar a los muertos lo antes posible. Si uno se moría por la noche, lo sepultaban la próxima tarde. Y si expirabas de día, te llevaban para Colón a las 8 de la mañana siguiente.
   ¿Qué justificaba aquel sistema de corre corre? La planificación, en función del ahorro de recursos o de cualquier otro argumento considerado válido por quienes se pasaban por el forro los sentimientos e intereses de las personas atribuladas por la defunción de un familiar. 

(3)   Antes de terminar, me apetece señalar aquí cómo la llegada del diario Granma era un hecho fundamental para que los periodistas de Radio Reloj se pusieran a elaborar el noticiero matutino de la emisora.
       A quienes hacíamos guardia miliciana durante las madrugadas en el vestíbulo del edificio del ICRT en 23 y P, nos orientaban que en cuanto arribara el paquete con los ejemplares del órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista, avisáramos por teléfono a la redacción, que se encontraba en un piso superior –creo que era el cuarto-. Al momento bajaba alguien y cargaba con el bulto para arriba.
    Recuerdo cierta vez en que pasada la hora habitual, la furgoneta con los periódicos no llegaba. Los de Reloj se pusieron nerviosos, llamándome cada dos por tres.
    Visto lo visto, si usted al levantarse por las mañanas sintonizaba Radio Reloj en busca de las últimas noticias, sepa que le estaban leyendo las que el Granma había impreso la noche antes. 


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Las siguientes fotografías muestran tres momentos de las actuaciones de Josefina Henríquez en dramatizados de Televisión Cubana dirigidos por Loly Buján:

Yolandita Ruiz, Ángel Toraño, Josefina Henríquez y Teresita Rúa en el cuento "El noviazgo"

Rudy Mora, Josefina Henríquez, Miriam Mier y Teresita Rúa 
en el cuento "Un corazón sencillo", de Gustave Flaubert

La niña Vanessa Formell, Josefina Henríquez y Miguel Navarro

MADRECITA DEL ALMA QUERIDA
    El gran Paquito D'Rivera recuerda una deliciosa anécdota que protagonizaron Rafael Somavilla y el trompetista Manuel Mirabal. La incluyo aquí, con las mismas palabras utilizadas por Paquito para contarla:

    Rafael Somavilla era uno de los musicos mas queridos de Cuba. Era un poco descuidado en el vestir, y una vez, acabadito de llegar de una gira por Francia, traía unas sandalias muy gastadas y durante un ensayo en la EGREM, parado frente a la orquesta, el Guajiro Mirabal, que es muy ocurrente, desde la fila de las trompetas le gritó:
    -- Oye Soma, ¿tú viniste caminando desde París? 
    A lo que el maestro, ni corto ni perezoso, le contestó que había venido con Osvaldo Farrés, (autor de la canción "Madrecita"). Una forma muy sutil de cagarse en la madre del Guajiro Mirabal.

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Ésta es la tercera entrega de mi sección de anécdotas.
Las dos publicadas anteriormente son:



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 La empresa norteamericana Create Space / Amazon ha publicado,
en formato papel, mis dos libros "Pedraza Ginori Memorias Cubanas".
Sus páginas son un compendio de mis experiencias y mis circunstancias, vividas en el mundo de la televisión, los espectáculos, la creación musical,

la radio, la publicidad y la prensa.
Los dos volúmenes recogen, en clave autobiográfica, sucesos, “batallitas”, semblanzas, anécdotas y reflexiones personales.
El Libro 1, “Eugenito quiere televisión”, tiene 342 páginas. 

El Libro 2, "Quietecito no va conmigo", 362 páginas.
Ambos están a la venta en las webs
 www.createspace.com  www.amazon.com  www.amazon.es

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14 comentarios:

  1. Estimado Yin, quizás podría incluir en la relación de directores de Orquesta al Maestro Roberto Valdés Arnau, quien además de dirigir la Orquesta Cubana de Música Moderna, varios grupos de Jazz, Banda del ejército y otras, también dirigió e hio orquestaciones para la Orquesta del ICR y ademas estuvo de director en el Primer Festival de Varadero

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    1. Estimado Anónimo: Le agradezco su observación pero, al parecer, no se fijó usted bien en mi escrito. En el último párrafo de la primera sección, la que titulé "Maestros", mencioné al Maestro Valdés Arnau. Exactamente donde dice: "Hubo allí otros maestros que desarrollaron una destacable labor, como Roberto Valdés Arnau, José Ramón Urbay y Tony Taño". Un abrazo, Y i n

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    2. Tiene usted razón, le pido disculpas, debo haberlo perdido en el "scroll". Nuevamente le felicito por el trabajo que hace al poner esas memorias.

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  2. Estimado Ginori, acabo de descubrir su blog desde Canada,y desde hoy sere un fiel seguidor. Me encuentro entre los miles de cubanos q lo conocen, de nombre, por tantos excelentes programs q dirigio, (aun lo hace?) en la TV cubana. Gracias por dejar estas memorias, que son imprescindibles para conformar la historia de nuestra cultura. He agradecido en especial este escrito sobre la excelente actriz Josefina henriquez. Recuerdo cuando murio, pq mi hermano, q era musico, ya fallecido tambien, no se como lo supo y nos lo conto en casa. Una de las tantas olvidadas. Gracias!!

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  3. Y a usted el comunismo y la fidelidad a la revolución se le sigue saliendo por los poros, a pesar de haber salido huyendo de ella hacia España: "Pero entendió, como tantas otras figuras, que podía ayudar con su talento al proceso que puso a nuestro país patas arriba y a él se entregó". La mona sigue siendo mona aunque se vista de seda.

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    1. No entiendo bien este comentario. Pero al parecer está descalificando a Ginori, por decir que hubo artistas que creyeron idealistamente en el proceso revolucionario y quisieron ayudar. Creo que eso es una verdad aunque le duela a muchos. No todos pensamos iguales. No todos se dan cuenta de cosas que otros ven mejor y más rápido. Yo conocí gente buena metida en la revolución, que para mí eran ciegas o demasiado idealistas y jamás podría estar de acuerdo con su forma de pensar, pero sabía que aunque fueran personas equivocadas en su juicio político e ideológico, tenían valores humanos. Quizás podamos tildarlos de ingenuos, de tontos o cosas así, pero no de hijos de puta. Además, sin no le hacen daño a nadie, tiene derecho a pensar como quieran. Y que Yin diga eso tiene derecho y no dice nada sobre él para descalificarlo así. Esos son criterios extremistas, dignos de fundamentalistas, totalitarios y dictadores, todo lo contrario de lo que pensamos los que nos fuimos de allí evitando eso. Es la misma moneda, pero con la otra cara. Qué lástima esta manchita, cuando debíamos estar agradecidos de las crónicas de Ginori, algo que nadie ha hecho.

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  4. Señor anónimo: Roberto Valdés Arnau jamás dirigió la Orquesta Cubana de Música Moderna, y mucho menos ningún grupo de Jazz, para el cual nunca tuvo el menor sentido de swing, cualidad imprescindible para dedicarse a ese género musical.
    Paquito D'Rivera.

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  5. Señor Ginori, Josefina "Mimi" Henriquez era mi tia. Acabo de recibir fotografías de Mimi, actuando en obras de teatro entre 1953 y 1971. En el 1957, ella tuvo una pequeña parte en la pelicula "The Big Boodle"con Errol Flynn.

    La ultima vez que la vi fue en 1982-83, cuando me visito en Los Angeles.

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    1. Estimada sobrina de Josefina: Le agradecería que me enviara algunas de esas fotografías para añadirlas a esta pieza de mi blog. Puede hacerlo a través de mi email: tanamigoscomosiempre@gmail.com
      Saludos
      Y i n Pedraza Ginori

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  6. Ginoris, eaa gente que tu mencionas de Radio Reloj y deotros lugares mas son los que en verdad tienen bloqwueada a Cuba con sus perrerias, sus ala lebas, son mas peligrosos que cualquiera que se suba a pelear en una loma. Esos son malos porque lo son y punto, son envidiosos, y haqsta repugnantes.

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  7. Maestro Ginori, gracias por compartir sus historias y anecdotas. No pierda su tiempo en responder ataques de idiotas que se fueron huyendo de la dictadura porque no eran ellos los dictadores. Aqui en el pais de la libertad viven muchos Castros que no tuvieron, por suerte, la inteligencia ni el valor de hacer su revolucion. Es mi experiencia personal que muchos "revolucionarios" que he conocido lo han sido por nobleza de espiritu y sentimientos de justicia y muchos de los inveterados opositores no tienen ningun merito porque su oposicion no ha estado basada en el bienestar de Cuba; sino, en sus propios mezquinos intereses. Yo prefiero ser un Revolucionario desengañado que un opositor hipocrita. Y cuando hablo de "muchos", lease muchos literalmente, que no quiere decir que generalice, tenemos incontables ejemplos de patriotismo. Valga la aclaracion, porque por desgracia, este mundo esta lleno de fariseos. Hay ovejas blanca y negras en todos los rediles. Y aclaro, para todo aquel que critique a mis compatriotas, que no somos las primeras victimas manipuladas por mentes Maquiavelicas valiendose del engaño, la division y el manejo de todo los malos instintos y bajas pasiones del ser humano. Si no, no hubiera ocurrido el Holocausto ni, aqui mismo, el McCarthismo, tiempo en que se cometieron infamias. No nos engañemos, el hombre es el mismo en todo el planeta y respondera de manera similar en circustancias identicas. No he visto todavia que alguien haya explicado convincentemente el por que los cubanos han tolerado tanto. Yo si lo se porque lo vivi. Y me rio cuando oigo la historia de que Cuba era un paraiso en los '50s. Si Cuba hubiera sido un paraiso, Castro nunca habria llegado a nuestra historia.

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  8. Pobre Josefina, era amiga de mi abuela. Ella me contaba que al caer, Josefina debio de quedar colgando de los cables del ascensor porque parte de sus cabellos estaban enredados en la cableria. Que EPD

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  9. Hola Yin, soy muy asidua lectora de tus notas, por favor si pudieras escribir algo acerca de Sarita Malberti pues estuve buscando información de ella y ni siquiera pude encontrar fotos de las novelas en las que ella trabajó, es como si la hubieran censurado tanto que la borraron como siempre ocurre con artistas que no estan de acuerdo con el gobierno. Muchas gracias.

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    1. Hola, Sra Anónima del 7 de mayo de 2018 a las 16:23. Lamentablemente no puedo complacerla en su pedido sobre Sarita Malberti ya que solo escribo sobre temas que conozco de primera mano y no es el caso. Para informarse sobre ella, le recomiendo que contacte con el sobrino de Sarita, que tiene una cuenta en Facebook a nombre de Juan Carlos Cremata Malberti.

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