El gran humorista Pepe Pelayo es un tipo
brillante. No da puntada sin hilo. Acaba de publicar en su Facebook una
interesente reflexión sobre lo comemierda que se ha vuelto la gente
llevando al extremo las campañas ─en principio bien intencionadas─ por
el respeto y la no discriminación de los demás.
Eso ha provocado que hoy
en día, gracias al fundamentalismo exacerbado que padecemos, hacer
humorismo se haya convertido en tarea casi imposible.
El escrito
de Pepe me ha inspirado una versión actualizada y políticamente
correcta de aquel viejo chiste de la vieja y el curda que se encuentran
en la calle y él le grita “¡¡¡Fea!!!”, ella responde “¡¡¡Borracho!!! y
él remata diciendo “Sí, pero lo mío se me pasa mañana”.
Había una
vez, en un país, ciudad y época que no se especifican, dos seres humanos
de procedencia, edades, ocupaciones, y características físicas y
personales desconocidas que se cruzaron en una calle cualquiera. El
Alguien número 1 le gritó algo al Alguien Número 2. El Alguien Número 2
lo consideró un improperio y respondió con otro. Entonces, el Alguien
Número 1 cerró la conversación jocosa con una frase que nadie escuchó.
Ya sé que dicho de esta manera el legendario chiste no le va a causar
gracia a nadie. Pero no me pueden negar que cumple con todos los
requisitos actuales.
Y colorín colorao, este cuento de cómo el humorismo fue erradicado de la faz de la Tierra se ha acabao.
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