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viernes, 6 de julio de 2018

¿QUIERES LIBERARTE DE LA LUJURIA Y EL ROMANTICISMO DESCONTROLADO?


  Advertencia para los talibanes de Internet que siempre están a la que se cayó, buscándole la quinta pata al gato. El escrito que van a leer a continuación se refiere a un sujeto en concreto.
  Los sacerdotes que ofrecen consuelo y apoyo a quienes sufren, los que no piensan y actúan como Juan Antonio, los que prestigian a la Iglesia realizando labores sociales, esos cuentan con toda mi simpatía y mi reconocimiento.


  El tipo (por llamarlo de alguna manera) que aparece en la foto es Juan Antonio Reig, el obispo de la diócesis de Alcalá de Henares, ciudad de la Comunidad de Madrid. Nació en el año 870, en plena Edad Media, una etapa oscura donde las haya, en la que la población de Occidente abandonó la civilización llamada clásica que había florecido en Grecia y Roma para sumirse en un período de diez siglos caracterizado por la ignorancia, la superstición, la inseguridad y la brutalidad, todo enmarcado y regido en las doctrinas ultraconservadoras de la Iglesia de aquel tiempo.
  Juan Antonio se crió en pleno Medioevo, creció bebiendo ávidamente de sus fuentes y de adulto hizo suyas las normas morales y éticas de los papas y reyes que gobernaban bajo la sombra del peor catolicismo, los mismos que le hacían la vida un yogur a los desgraciados seres humanos que tuvieron la desgracia de vivir por entonces.
  Increíblemente, este tipo nacido en el lejano 870, prototipo del fundamentalista radical medieval, vive todavía y anda por ahí como cruzado y propagandista de unas ideas que vaya usted a saber qué perverso diablo de los que anidan en su mente le dicta.
  Juan Antonio tiene historia. Aprovechando la libertad de expresión que en sus tiempos no existía, no se corta un pelo arremetiendo contra los homosexuales (que según él son “enfermos desorientados que necesitan terapia”) y dice que los matrimonios que “no están preparados para tener hijos y sientan la cálida llama del Señor Dios entre sus piernas deben practicar el sexo anal”. En sus sermones combate el divorcio, el amor libre, las técnicas de reproducción asistida y el aborto (al que comparó en 2014 con el holocausto nazi). Su obispado da consejos a las mujeres “para volver a ser vírgenes”, a los padres para "detectar precozmente las desviaciones de sus hijos" y a los matrimonios “para sobrellevar la violencia machista doméstica". Por supuesto, nunca se le ha oido una palabra de condena a los pedófilos que abundan en el seno de la Iglesia.
  Como era de esperar, el tipo (por llamarlo de alguna manera) añora la dictadura de Franco y hace un tiempo ofició una misa junto a la bandera franquista.
  Juan Antonio, que vivió en la Edad Media y la disfrutó, todavía está dándonos la lata en el siglo XXI. Él es el ejemplo vivo de que la inmortalidad existe.
  Su última iniciativa es “Sexólicos Anónimos”, un programa para "liberarse de la lujuria y alcanzar la sobriedad sexual" acabando con “el uso descontrolado u obsesivo de la pornografía, la masturbación, la promiscuidad, el romanticismo, la prostitución, las fantasías y las relaciones de pareja".
  Así que toma nota: si eres un promiscuo, un romántico desorejado que se masturba o ejecuta fantasías sexuales con tu pareja, acude a “Sexólicos Anónimos”. Juan Antonio es la solución para que vuelvas al buen camino.

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