“Hoy”, el periódico de los comunistas cubanos, publicó el 24 de diciembre de 1963 “Colas alegres”, una columna firmada por Rafael Rubiera que no tiene desperdicio. A su autor las colas le producían un profundo cosquilleo de alegría. En ellas, tan simpáticas, decía, aleteaban jaranas.
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Él aseguraba que eso de ponerse en fila durante horas para comprar tenía los días contados, se acabaría en cuanto se fabricaran los 10 millones de toneladas de azúcar orientadas por Fidel. 10 millones que iban de todas todas porque el Pueblo (con P mayúscula) sabía que cuando el Comandante prometía una cosa, la cumplía, aunque lloviera, tronara o ventease.
El párrafo en que afirmaba que el 6 de enero los Reyes Magos, orientados por Fidel, se colarían por las rendijas de todos los hogares de Cuba es un ejemplo casi insuperable de culto a la personalidad y guataquería, todo mezclado y humedecido con babas de tracatrán.
En fin, que al tal Rubiera, según él mismo manifestaba con el beneplácito de la prensa oficial, le alegraban las colas del Pueblo (con P mayúscula).
57 años después las colas no se han acabado. Ni piensan acabarse. Los cubanos pertenecientes a lo que en las esferas superiores se cataloga como población siguen perdiendo valiosas horas y más horas de la única vida que van a vivir, aguardando con paciencia infinita que les toque el momento de entrar a comprar cualquier cosa.
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Y tampoco ha desaparecido el tipo de personas que, como Rubiera en 1963, hablan maravillas de las colas. Un músico llamado Arnaldo Rodríguez, quien acaba de estrenar una guarachita de homenaje a los 60 años de los CDR, un compañero muy integrado al que la
triunfante revolución vencedora premió hace poco por sus aportes al patrimonio cultural de la nación y su compromiso con la defensa de la patria, piensa que las colas son situaciones riquísimas, en las que uno se divierte. Y no solo lo piensa, sino que lo publica en su cuenta de Facebook junto a una foto en la que se le ve sonriendo con el pan que ha comprado tras hacer una larga fila.
Teniendo en cuenta la opinión del Pueblo (con P mayúscula), expresada a través de una personalidad destacada de nuestra cultura como es Arnaldo, el Gobierno, siempre atento al sentir de las masas, aprobará esta semana un decreto ley por el que se obligará a hacer colas a todos aquellos que actualmente gozan del privilegio de no hacerlas ya que tienen resueltos sus abastecimientos por otras vías.
La orden, a la que hemos tenido acceso, especifica que todos los ministros, jefes de organismos e instituciones, dirigentes nacionales y provinciales de alto nivel en el Partido, la Administración y las Fuerzas Armadas, y sus familiares cercanos (excepto sus hijos y nietos menores de 7 años) podrán así integrarse más al Pueblo (con P mayúscula), a la vez que disfrutarán de un placer que hasta ahora les había estado vedado: el de saborear la riquísima experiencia de sentir el profundo cosquilleo de alegría que produce preguntar “¿quién es el último?” y pasarse horas de pie, muchas veces al terrillero del sol, esperando, esperando y esperando que les llegue su turno.
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