CUBAenCOÑA 22 |
Se cataloga como “enfermedad rara” aquella que afecta a un pequeño número absoluto de personas o a una proporción reducida de la población. El Consorcio Mundial de Medicina Excepcional, organización que agrupa a miles de especialistas, en su informe dado a conocer en julio de este año recoge los nombres y características de 6578 dolencias poco frecuentes que sufre actualmente la humanidad.
Entre ellas se encuentra la CIC (Castronosis por Insuficiencia Cerebral), un padecimiento neurodegenerativo que afecta en general a personas nacidas en Cuba, aunque se han notificado casos en otras zonas del mundo, especialmente en América Latina. Sus síntomas se presentan generalmente desde las etapas tempranas del crecimiento como resultado de un bombardeo permanente de mensajes ideológicos que, penetrando a través de los sentidos de la vista y el oído, se insertan en la parte baja de la corteza cerebral y descomponen partes de su materia gris hasta determinar en el paciente un comportamiento social anómalo, restrictivo y de tintes represivos, caracterizado por una intolerancia total a seres humanos que mantengan procederes o pensamientos diferentes a los suyos.
Durante años, la comunidad científica internacional creyó que la castronosis era propia de quienes habitaban dentro de la isla, sometidos al entorno medioambiental tóxico que se respira en la cotidianeidad cubana. A este punto de vista contribuyó la constatación de que, cuando alguien se desplazaba desde Cuba al exterior y se establecía allí de forma permanente, los síntomas iban disminuyendo paulatinamente hasta niveles mínimos y en algunos casos la enfermedad desaparecía.
Sin embargo, en los últimos tiempos ha habido un número significativo de casos de la CIC presentados en las comunidades de cubanos residentes en otros países, especialmente en Estados Unidos. Recientemente en la prensa y en las redes sociales se han reportado numerosos incidentes en que las víctimas de castronosis aguda han reaccionado con gritos, insultos y hasta agresiones al escuchar comentarios que no les gustan por no coincidir con los que ellos consideran correctos, comportamiento típico del castrismo más extremista y radical.
En las semanas que han seguido a la difícil cirugía, el sujeto operado se ha recuperado tan notablemente que ya no da muestras de intransigencia y belicosidad, ni siquiera en presencia de personas que opinan diferente a él en el tema de la actual campaña presidencial norteamericana.
Se abre así, por vía quirúrgica, una esperanza para que los castronóticos crónicos, tanto los que viven en el interior de Cuba como los de otros países, superen su azote, esa cruel enfermedad mental que los incapacita para convivir con los demás en sociedades donde se practican la diversidad de ideas y la libertad de expresión.
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