Hubo una época, allá por los 70 y 80, en que todos los medios de propaganda del régimen nos bombardeaban cada día con el estado de la cadena Puerto – Transporte – Economía Interna.
El objetivo de aquella constante campaña era crear un estado de opinión en la población que presionara a los funcionarios revolucionarios responsables de los grandes atascos que se producían en los muelles habaneros. Estos atascos causaban que los productos y materias primas no llegaban a tiempo a su destino y, además, que había que pagar miles de dólares por sobreestadía de los barcos atracados.
La gente debía tomar conciencia de la gravedad del problema. Por ello se le informaba con precisión y detalles cuántos buques habían llegado, qué mercancías se estaban descargando o ya se habían descargado, cuál era el estado de ocupación de los almacenes del puerto y cómo se comportaban los camiones.
El asunto ocupaba los titulares y las páginas de los periódicos y abría los noticieros de las emisoras de radio y televisión. A los cubanos de a pie, alienados como estábamos por la propaganda castrista, nos llegó a interesar que un buque soviético descargara un cargamento de cualquier cosa y nos preocupaba que los almacenes se encontraban al 96% de su capacidad y no al 82% como habían estado en la quincena anterior.
Cuando uno se lo cuenta a un extranjero, le parece algo increíble porque eso no es noticia destacada en ningún país del mundo mundial.
Un buen día, por esos motivos ocultos que se manejaban solo en las altas esferas, el estado de la famosa cadena dejó de salir en la prensa. Yo, que llegué a engancharme bastante con el tema, sufrí el mismo síndrome de abstinencia que padecen los drogadictos cuando les cortan el suministro por completo y de pronto.
No se imaginan los sudores fríos y los temblores que padecí buscando en las páginas del diario Granma algo que necesitaba desesperademente y con urgencia y el impasible Granma no me daba: el porcentaje de ocupación de los almacenes portuarios.
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Apéndice:
Y
cuando la cogieron con Ubre Blanca, tres cuartos de lo mismo. Todos los días, la vaca ahijada de Fidel en
las portadas de la prensa, informándonos cuántos litros había dado el día anterior
en cada ordeño.
Yo no sé cómo pudimos sobrevivir a tanto disparate sin
volvernos locos.
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