El vergonzoso apoyo de la secta que desgobierna Cuba a la invasión armada rusa en Ucrania y su intento de justificarla con argumentos traídos por los pelos, entre ellos culpando a los Estados Unidos, revelan, una vez más, la descuarejingación total de una revolución que, en sus inicios, causó ilusión en el mundo, entre otras cosas, por su reivindicación de la soberanía de las naciones y su apoyo a la política de no injerencia de unos estados en otros.
Alineándose con Putin, la dictadura castrista no respeta lo que Fidel Castro afirmaba como un principio revolucionario fundamental (+) y, al mismo tiempo, se burla del texto de la constitución actual, la que está vigente desde abril de 2019, la misma que Raúl Castro cocinó como le dio la gana y que dice en su artículo 16 que la República:
h) condena la intervención directa o indirecta en los asuntos internos o externos de cualquier Estado y, por tanto, la agresión armada, cualquier forma de coerción económica o política, los bloqueos unilaterales violatorios del Derecho Internacional, u otro tipo de injerencia y amenaza a la integridad de los Estados.
j) califica de crimen internacional la agresión y la guerra de conquista, reconoce la legitimidad de las luchas por la liberación nacional y la resistencia armada a la agresión, así como considera su deber internacionalista solidarizarse con el agredido y con los
pueblos que combaten por su liberación y autodeterminación.
(+) Principio que el propio Fidel Castro violó innumerables veces con sus aventuras guerreras por el mundo. Pero eso es otra historia.
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