Pertenezco a esa parte de la humanidad a la
que se la suda el balompié, no es capaz de entender lo que es un “fuera de
juego” y considera aburrido un deporte en que los jugadores pasan minutos y
minutos corriendo de aquí pallá sin que ocurra nada. En estos días estoy hasta
los berocos de que todos los medios de comunicación solo hablen mañana, tarde y
noche de lo que ocurre en el desgraciao campeonato mundial más mundial de todos
los mundiales.
Centenares de periodistas desplazados al Moscú 2018 deben rellenar páginas y minutos para justificar su presencia en dicha ciudad y me tienen acribillado con un torrente imparable de noticias que solo podría evitar si me fuese a vivir a una cueva en onda anacoreta hasta que finalice el evento.
Pero, debo reconocerlo, eso tiene su lado bueno. Gracias al Mundial de Fútbol soy una persona mejor informada.
Centenares de periodistas desplazados al Moscú 2018 deben rellenar páginas y minutos para justificar su presencia en dicha ciudad y me tienen acribillado con un torrente imparable de noticias que solo podría evitar si me fuese a vivir a una cueva en onda anacoreta hasta que finalice el evento.
Pero, debo reconocerlo, eso tiene su lado bueno. Gracias al Mundial de Fútbol soy una persona mejor informada.
Ahora sé que el colombiano Falcao no
pudo jugar en la Copa
de Brasil 2014 por una lesión de ligamento en su rodilla derecha. Que el
portero de Arabia Saudita, Abdullah Almuaiouf, tiene 31 años y una hermana
menor a la que, aprovechando las mejoras en derechos humanos que hay en su
país, ya se le permite conducir automóviles. Que Ilkay Gundogan, centrocampista
de Alemania, nació nada más y nada menos que en una localidad llamada
Gelsenkirchen. Que el entrenador de Costa Rica ha contraido la gripe (ayer
tenía 38 de fiebre). Que todos los jugadores de la selección de Islandia tienen
apellidos terminados en son excepto Frederik Schram de quien se sospecha que
muy islandés muy islandés no es. Que según un estudio realizado atendiendo a
sus rostros, los jugadores argentinos son los más enojados y los de Portugal
los más felices. Que de los 32 países que compiten hay 4 cuyos nombres empiezan
por A, mientras que solo Túnez comienza con T. Que el polaco Wojciech Szczesny
estuvo a punto de ser expulsado del torneo a petición del sindicato de
narradores y comentaristas deportivos que no podían pronunciar correctamente su
nombre. Que el nigeriano mediocampista Oghenekaro Etebo sufrió en 2013 una
grave contractura en los músculos isquiotibiales de su pierna izquierda,
concretamente en el bíceps femoral. Que el arquero japonés Masaaki Higashiguchi
se tomó una Coca Cola ayer al mediodía, que al defensa de Perú Anderson
Santamaría y a su novia (que, por cierto, se llama Merceditas) les gusta bailar
reguetón y que al delantero uruguayo Edinson Cavani le tocaron las nalgas
durante un partido contra Chile en 2015, tal y como se puede ver en esta fotografía.
No me explico cómo he podido vivir sin
conocer todos esos datos e informaciones de tanto valor y que han aumentado
notablemente mi categoría intelectual. Sin lugar a dudas, cuando finalice el
Mundial seguiré sin entender qué es un “fuera de juego” y considerando que el
fútbol es aburrido, pero seré una persona muchísimo más sabia y culta.
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