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viernes, 15 de junio de 2018

TRIFULCA EN UN AUTOBUS SUECO o ESO EN FINLANDIA NO PASA


  El puente internacional Oresund es una obra maestra de la ingeniería. Tiene 16 kilómetros y atraviesa el mar Báltico para unir Copenhague, la capital de Dinamarca, con la ciudad de Malmo, al sur de Suecia. Desde su inauguración en el año 2000 ha servido para aumentar el tránsito de personas entre los dos países. Por trabajo, placer y otros motivos, muchos daneses y suecos se desplazan cada día de un sitio a otro y no resulta extraño que los autobuses viajen repletos.
  El alto nivel educacional y ético de ambas sociedades nórdicas, muy reconocido en el mundo entero, ha provocado que las relaciones personales estén caracterizadas allí por la cortesía y el respeto al prójimo. Por ser una excepción muy puntual al modelo de convivencia que impera allí, ha provocado sorpresa el incidente que se produjo hace poco en el interior de un ómnibus que atravesaba el puente cubriendo la ruta Copenhague-Malmo y que fue captado en el video que les mostramos en este enlace:


  El viaje marchaba tranquilamente, como de costumbre, hasta que la una señora danesa, Agnetha Karlsson, decidió compartir con los demás pasajeros una lista musical que tenía en su reproductor de audio. Lo encendió y le dio play a su obra favorita: la Novena Sinfonía de Ludwig von Beethoven. La joven sueca Astrid Lundqvist, que se sentaba a su lado, se quejó. Se produjo entonces el siguiente diálogo:

ASTRID: Ven acá, mi niña, ¿tú no podrías apagar el aparatico ese?
AGNETHA: ¿Y por qué tendría que apagarlo? ¿Porque a ti no te gusta la música clásica?
ASTRID: Claro que me gusta. Yo soy enferma a Johann Sebastian Bach, me paso el día oyéndolo. Yo me levanto con la Tocata y Fuga en Re Menor, me ducho con La pasión según San Mateo y me duermo con uno de los conciertos de Brandeburgo.
AGNETHA: Y entonces, ¿qué volá contigo?
ASTRID: Es que yo padezco de un raro síndrome de alergia a la música de Beethoven y al escuchar cualquier obra suya me salen unas ronchas grandes y molestas en la piel. Mira, mira, cómo ya se me está poniendo de colorado el brazo.
AGNETHA: Pues te diré, mi amorcito del alma querida, que si no quieres oír a Beethoven te vas a tener que ir para el fondo de la guagua porque yo voy a seguir vacilando la Novena.
ASTRID: ¿Y no te podrías, por lo menos, encasquetar los audífonos y así...?
AGNETHA: ¿Audífonos? ¡Qué va, mi santa! A mí los audífonos me dan picazón en las orejas.
ASTRID: Pues, si te pones en esa vuelta imperfecta no me queda otro remedio que cagarme en tu madre.

  Es bien conocido que para un habitante de Suecia, defecarse en su progenitora resulta una gravísima ofensa. Ya lo dijo Ingmar Bergmann: “Lo más importante para nosotros es el respeto y el amor hacia la mujer intachable que nos dio la vida. Para comprobarlo, solo hay que ver las cuentas de Facebook de los suecos el domingo en que se celebra el Día de las Madres”.
  Ante la afrenta y el agravio sufridos, ardió Troya (dicho en cubano: "se formó el titingó"). En el hasta entonces apacible autobús se produjo la riña que se muestra en el video. En él observamos como Agnetha (la señora de la coleta que viste una camiseta negra de hombros al aire) ataca a Astrid (la teñida de rubio, la del vestido rojo) que trata de evitar los golpes como puede. En el altercado toma parte Hanna Freja Bergström, la chica del vestido a rayas horizontales que se compra la bronca para ella argumentando en contra de Astrid. A pesar de que el escándalo no permite definir con precisión las frases que pronuncia Hanna Freja, su lenguaje corporal (sobre todo su manera peculiar de mover los brazos) nos permite darnos una idea de lo que esta expresando. Y también de su grado de educación formal.
  En otro momento de la grabación (a los 44 segundos) se ve cómo Agnetha vuelve a la carga y trata de agredir de nuevo a Astrid, acción que impide un señor danés llamado Johannes que usa una gorra azul y un pullover del mismo color. Mientras tanto, el personal, ansioso de que el enfrentamiento termine, grita repetidas veces “¡Que se baje!” sin que hayamos podido especificar a cúal de las protagonistas de la trifulca se refería.
  Es de señalar la presencia en primer plano de una niña que, en brazos de su padre, mira la pelotera y acumula experiencias que usará cuando sea mayor de edad.
  Obsérvese al fondo un grupo de turistas finlandeses que se han subido sobre los asientos para no perder detalle del suceso. Seguramente al regresar a su país relatarán a sus amigos lo que han visto y, resaltando orgullosos que “eso en Finlandia no pasa”, criticarán lo chusmas que se han vuelto algunos suecos y daneses en los últimos tiempos.

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