La memoria, siempre traicionera, es una fuente inagotable de confusiones, errores y equivocaciones. Cada vez que veo en las redes sociales un texto que comienza diciendo “Si mal no recuerdo...”, me pongo a temblar. En un 90% de los casos, su contenido es impreciso o inexacto y muchas veces un disparate. Y si se trata de hablar de artistas o programas de televisión cubana, el porcentaje de meteduras de pata sube hasta el 98%.
Amigo: cuando publicas algo, aunque sea un simple comentario, tienes la responsabilidad de que sea cierto, aunque solo sea por un respeto elemental hacia quien te lo va a leer. Qué necesidad hay de echar mano solamente de las imágenes siempre vagas que conservas de tu infancia, adolescencia o juventud y escribir lo primero que te viene a la mente, si lo más fácil que hay es buscar en Internet (Google, Wikipedia, un blog serio, etc.) el dato cierto que te ajuste y rectifique los recuerdos y te impida, no solo divulgar una tontería, una estupidez o una mentira, sino, además, proyectar hacia los demás la impresión de que eres un mentecato.
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