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sábado, 12 de noviembre de 2016

FIDELINA GONZÁLEZ, LA INTERNACIONAL CON RITMO DE GUAGUANCÓ Y MUCHO MÁS

   A principios de noviembre de 2016, en La Habana, adonde había regresado después de haber vivido varios años en Brasil, ha fallecido Fidelina González.
Para quienes no la conocieron, para los que no disfrutaron de la alegría convertida en persona que era Fide, les copio estos dos testimonios:

   Una mujer maravillosa que hizo la vida feliz a todos los que la rodearon. Genial, con un sentido del humor y una alegría como pocas personas tienen y por si fuera poco, muy culta, cultísima sin alardes, desde una criollez profunda. Una persona única.

Mario Crespo
   Alegre, excelente persona, con tremendo sentido del humor, y sobre todo muy muy culta, dulce y de modales exquisitos.
Marco Ruiz

Fidelina  González

   Fidelina, una chica con una vena cómica extraordinaria, trabajaba en el ICAIC en 1966 cuando formó pareja de pantomimas con Simón Escobar. Debutaron en “Un peso de música”, espectáculo de variedades que dirigí en el Teatro Mella, en el que actuaron Bola de Nieve, Los Meme, Marta Strada, Las D’Aida y otras grandes figuras de la farándula cubana de entonces.

   A Fide y a Simón, les di la tarea de entretener al público en los intervalos entre un cantante y otro, delante del telón, mientras detrás se cambiaban los decorados. Eran dos aficionados con una dosis grande de descaro y atrevimiento. Estaban allí de relleno pero se mostraron tan creativos, tan sumamente graciosos, que se robaban los aplausos cada noche y se convirtieron en las estrellas indispensables del show, manteniéndose en el elenco durante toda la temporada.
   Yo estaba entusiasmado con la pareja. Creí entonces, y sigo creyendo ahora, que tenían el potencial suficiente para haberse metido en el bolsillo no sólo al público cubano sino también al internacional porque lo que hacían, pura mímica, se podía entender y disfrutar en cualquier país del mundo.

   Pero ellos tenían otras metas personales y abandonaron el camino de “las murumacas”, como les llamaban. Simón se convirtió en un excelente director de documentales y en su exilio en Suiza obtuvo renombre como fotógrafo de gran sensibilidad artística. Fidelina, mujer muy inteligente, pasó al ICRT donde destacó como analista de guiones y especialista en dramaturgia. Trabajó muchas veces con Loly Buján y créanme que tenía que ser muy buena profesional para que la exigente Loly la considerara la mejor especialista y siguiera sus indicaciones.
   La Buján y yo fuimos muy amigos de Fidelina y de su esposo, el gran camarógrafo Ñico Ruiz. Con ellos compartimos muchas veces reuniones deliciosas, que iban desde el análisis profundo de cualquier tema hasta la risa abierta provocada por aquella mujer extraordinaria que cantaba “La Internacional” con ritmo de guaguancó y era una fuente inagotable de ocurrencias humorísticas, aquella Fide inolvidable que ahora, al partir, me ha dejado adolorido y vacío.
 

   Termino sumándome a lo que ha escrito Mariela Saldivia en un comentario de Facebook: “Personajes como ella no deben dejar de existir nuncaaaaa”.

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