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lunes, 14 de noviembre de 2016

PEDRAZA GINORI EN MIAMI 2016 > DÍA A DÍA (CUARTA PARTE)

En lo que mi buena amiga Rosa, en un alarde de chispa jodedora, 
ha calificado como “Jornadas de Solidaridad con el Yin en Miami”, 
del 1 al 20 de agosto de 2016 estuve de visita en esa ciudad, 
que sentí tan cubana y cálida como vertiginosa y enérgica.
Para mí, Miami fue un no parar, un puñetazo de pura adrenalina que sacudió 
la modorra de mi diaria rutina existencial en tierra gallega.
Durante mi estancia disfruté de la entrañable acogida de mis familiares, 
aparecí en seis programas de televisión y en cuatro de radio 
y presenté mis libros “Memorias Cubanas” en un acto celebrado en The Place.
Además, mi tour por Miami fue una celebración de las relaciones humanas. 
Me reencontré con amigos, colegas y excompañeros de trabajo 
a quienes no veía desde hacía sepetecientos años 
y anudé nuevos afectos que llegaron a mi vida para quedarse.
En cuatro piezas de este blog pueden hallar textos e imágenes 
de mis inolvidables momentos miamenses, 
miameros, miameños o como se diga.
Aquí está la última de ellas.

Para quienes no hayan leído las piezas anteriores:
La familia Proenza está compuesta por mi hermana Teresa,
su marido Raúl y los dos hijos de ambos, y por tanto mis sobrinos,
Belkis y Ruly.
Iliana es mi prima.
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miércoles 17 de agosto
BAILANDO CON LA NOSTALGIA
   Hace días que he estado llamando a varios amigos actores para quedar. Son unos cuantos y no me va a dar tiempo a verles individualmente. Gerardo Riverón resuelve el asunto, coordinando una reunión en casa de Marcos Miranda.
   Esta tarde, mi sobrina Belkis Proenza me acompaña. Cuando llegamos ya algunos están allí. Marcos es un colega de muchos años. Nos conocimos en aquel lejano 1965, en las aulas del curso para la formación de directores de televisión. Y fuimos creciendo juntos en los pasillos y estudios del ICRT.
   Riverón y los demás asistentes -Alis García, Manolito Ferraz y Seve Matamoros- forman parte de lo que Loly Buján y yo bautizamos en joda como “El equipo Cuba”, un colectivo de artistas que integraron frecuentemente los elencos que ella armaba para sus dramáticos de TV Cubana. Al calor de las experiencias conjuntas, fue forjándose la amistad de los actores y actrices con Loly y, por carambola, conmigo.
   Se tiende a creer que un simple mensaje no ayuda mucho a quien lo está pasando mal, pero les puedo asegurar que el aliento de los amigos es muy importante, y hasta vital, para que uno no se derrumbe en los momentos difíciles. Ésta de hoy, resulta una excelente ocasión para agradecer a todos, su apoyo en el duro proceso de la enfermedad de quien fue mi compañera por casi 47 años.
   Riverón, Alis, Seve, Manolito, Marcos. No más verles, el recuerdo de Loly se potencia y es imposible evitar que se me humedezcan los ojos. El momento es muy fuerte.
   Pasados los abrazos y la emotiva primera impresión, la reunión discurre por los caminos del “cuéntame de ti” y del “¿te acuerdas aquella vez en que...?”. Han pasado muchos años y, como en mis anteriores reencuentros miamenses, varias horas son insuficientes para la gran cantidad de cosas que tenemos que decirnos.
Al rato se nos une Norma, la esposa de Marcos, que viene desde Radio Martí, donde trabaja.
De izq a derecha: Gerardo Riverón, Marcos Miranda, Pedraza Ginori,
Alis García, Norma Miranda y Manolito Ferraz.
Delante, agachada: Seve Matamoros.

   En los minutos de la despedida, Belkis y el anfitrión planean una posible colaboración en un proyecto de microteatro en el que mi sobrina anda metida. Mira tú por donde, quien sabe si la tarde ha servido para algo más que para que pasemos un buen rato bailando con la nostalgia.
DE ESPERANZA PAL NORTE
   En los 50, en mi pueblo de Las Villas, como en tantos otros de la isla, ni había trabajo ni había futuro. En Estados Unidos, según decían, sobraban las dos cosas. Muchos esperanceños se apuntaron a la moda de “irse pal Norte” y casi todo el mundo tenía un pariente en Nueva York o en California ya que Miami, por entonces prácticamente un pueblo de campo, no se veía como un destino apetecible. El Norte, que entonces nadie calificaba como revuelto y brutal, significaba un sueño de realización personal que se podía hacer realidad si uno se lo proponía en firme. En aquel universo distante y ajeno, había que aprender otro idioma y se pasaba mal al principio lavando platos con agua muy caliente o trabajando duro en una factoría. Pero estando allí, una vida mejor se podía tocar con las manos, aunque el frío te las congelaba si no andabas listo.
   Todos los años, por Navidad, algunos regresaban al pueblo de visita. Llamaban la atención lo blanca que se les había puesto la piel, la buena ropa que vestían y lo fácil que se gastaban el dinero invitando a los amigos en los cafés frente al parque Martí. Contaban lo bien que les iba allá y provocaban el efecto contagio. Los jóvenes “arreglaban los papeles” con un procurador y se iban a la habanera embajada americana a pasar una entrevista que, con suerte, les podía conseguir una visa (“fideiby” le llamaban). El permiso era por 29 días pero finalizado el plazo, quedaba la opción de quedarse viviendo como ilegales, ocultándote de la migra.
   Estados Unidos atraía como un imán. Los Pedraza también fueron emigrando. El tío Julián y el primo Orlando, en la década del 50. Después, con la llamada revolución en el poder, siguieron marchándose, poco a poco. En 1960, 1961, 64, 65...
   Y cuando llegó el éxodo del Mariel, en 1980, partieron casi todos los demás con sus respectivas familias. En el pueblo sólo quedaron el tío Cucho y mi padre. Viviendo en La Habana, yo perdí el contacto con los que se habían ido. 
MI PRIMA ILIANA
   Tras nuestra reunión con los actores, Belkis arranca su auto y emprende, conmigo sentado a su lado, el largo trecho que hay hasta la casa de mi prima Iliana en Homestead, donde voy a dormir.
   A mi prima Iliana, hija de la hoy nonagenaria tía Caruca que vive en New York, no la veía desde los 70, cuando ella vivía en Esperanza y yo iba a veces a darle una vuelta a mis padres. Durante décadas, nuestras vidas transitaron por vías muy diferentes. Ahora quiero repetirle mi agradecimiento por lo bien que se ha portado conmigo en estos días que llevo en Miami y por el papel fundamental, el de intermediaria, que jugó en el proceso que ha llevado a que yo me integre con mis familiares del Norte, los Proenza/Pedraza.
   Iliana es una mujer realizada, inteligente, buena conversadora, que ha ido madurando sin perder su atractivo. Comemos en compañía de su esposo Bob, un americano simpático que habla poquísimo el español y con el que tengo que comunicarme en mi maltrecho inglés. Cuando Bob decide acostarse, ella y yo nos quedamos hablando de mil cosas, anudando de nuevo los lazos que el tiempo y la lejanía habían desatado. Cuando venimos a darnos cuenta ya es de madrugada.
jueves 18 de agosto
TODO EL MUNDO CANTA EN MIAMI
   Allá por los 70, Ángel Hernández Calderín, un joven de Santiago de las Vegas, estaba abriéndose un espacio en la radio y la televisión de La Habana. Como yo también era "de pueblo", su historia se parecía mucho a la mía y él tenía todas las papeletas para ganarse mis simpatías. Al conocerle de cerca, uno notaba enseguida que su mirada era limpia, que la honestidad formaba parte de su carácter. Así que nos hicimos amigos. En 1980, a mi afecto, le añadí mi admiración. En aquel año, él creó y puso en marcha “Todo el mundo canta” y se llevó la cerca con un jonrón al darle a una competencia de cantantes aficionados todos los elementos de interés necesarios para convertirla en un gran suceso televisivo nacional.
   Angelito y yo ya nos hemos visto en Miami, el sábado pasado cuando él asistió al concierto que me dedicaron Jimmy Sánchez y sus Habana Clásicos. Me sorprendió lo joven que se ve. No hay quien diga que dentro de un mes va a cumplir 72. Pero aquella tarde no tuvimos tiempo para conversar. Eso lo vamos a solucionar hoy. 
   Un rato antes del mediodía, Angelito y un amigo suyo que hace de chofer tocan a la puerta de Iliana. Vienen a recogerme. Como Homestead queda lejos, tenemos tiempo en el carro de ir contándonos batallitas. Al llegar ya está listo el delicioso almuerzo cubano que nos ha preparado su esposa Marianela. Se les ve muy compenetrados.
   - Yin, no hay que hacerle caso a los peces de colores. Lo más grande que le puede pasar a uno en la vida es encontrarse con una mujer como ésta.
   - ¿A mí me lo vas a decir?

  Se lo he preguntado pensando en mi Loly.
   - Bueno, eso y también tener una familia como la que tengo. 
   A diferencia de todos los que me he encontrado hasta ahora, Ángel lleva pocos años afincado aquí. No se puede decir que la ciudad le haya abierto sus puertas pero vive dignamente, contento y tranquilo. Agradece a Miami la segunda oportunidad que le ha dado. Aunque ha tenido que reciclarse y, olvidándose de la televisión, trabajar en otras cosas. Como hice yo en Galicia. Hasta en eso nos parecemos mi amigo y yo. 
42 AÑOS DESPUÉS 
   La sobremesa en el hogar de Angelito termina cuando llega a buscarme el actor, cantante y compositor Jorge Hernández, quien me ha invitado a almorzar con él. Me lleva al restaurante Olivos, en el Doral, cercano al sitio donde ejerce de profesor. Le acompaño y cuando nos sentamos, como ya he almorzado, sólo pido un helado.
   Jorge, un artista de gran talento y sensibilidad, ha animado la vida artística de la ciudad durante muchos años, participando en numerosos proyectos. En estos días anda con los ensayos finales de “Toda una vida, el musical”, un montaje teatral sobre Osvaldo Farrés, que él protagonizará interpretando al famoso autor cubano. Al despedirnos, me regala su CD "Solo", toda una joya, en el que se acompaña con la guitarra para cantar trece hermosas canciones, la mayor parte de su autoría.

   La imagen de la izquierda fue tomada por Loly Bujan en 1974, cuando ella, Jorge Hernández y yo coincidimos en Varadero y, en una zona repleta de mosquitos, nos montamos en un bote. La foto de la derecha, nos la hicimos en agosto de 2016. Bueno, como es natural, en 42 años hemos cambiado algo. Pero vamos tirando, ¿verdad, Jorgito?
MI SOBRINO CAMPECHANO
   Mi sobrino Ruly Proenza carga conmigo desde el Olivos hasta el local que está acondicionando para convertirlo en su estudio de pintor. Graduado de San Alejandro, Ruly se abre paso en el ambiente artístico miamense, mostrando y vendiendo sus obras en galerías y exposiciones. Pinta con destreza e imaginación. Y en lo que hace está muy presente la cubanía, la misma que despliega en su trato campechano.
   Hemos hecho buenas migas él, su compañera Judith y yo desde el momento en que nos vimos por primera vez. Forma tremenda pareja. Les he dedicado una pieza del blog que pueden hallar A  Q  U  Í
HUELE A QUE ME HAN PLANCHADO
   Ya es jueves por la tarde, mañana será el último “El Happy Hour” de esta semana y ando preocupado. El viernes pasado, el equipo de producción del programa prometió avisarme la fecha de mi quinta y última aparición con ellos. Al ver que no lo hacían, les he estado telefoneando pero no he recibido respuestas a mis perdidas. Están desaparecidos en combate.
   Por eso, aprovecho que Ruly me está llevando a mi próxima cita en un restaurante de pescados que queda cerca de América TeVé y le pido que haga una parada en los estudios. Ya son más de las siete y el show está en el aire. Entro a la cabina e interrumpo un instante a Julio César Leal, que está en plena tarea de dirección, para preguntarle qué volá con mi cake.
   - Oye, discúlpame ¿ustedes me han llamado?
   - No.
   - ¿Tengo que venir mañana? 
   - Pues..., la verdad es que no lo sé –me dice pero no me lo creo. Por su puesto de número dos en la cadena de mando del programa, él tiene que saber a estas horas lo que va a pasar 24 horas después.
   Me huele a planche. Su hablar esquivo me indica que lo más seguro es que me han eliminado de la programación y Julio no quiere o no puede comunicármelo. Aprovechando que hay un número musical en el aire, por el intercomunicador habla con Carlucho, su jefe, que está en el plató:
   - Ginori está aquí –y se queda escuchando hasta que se dirige a mí para decirme:
   - Bueno, parece que te han pasado para el lunes.
   - Pero ustedes saben que el lunes no estaré en Miami. Me voy el domingo.
   - Ah, pues...

   Julio César parece un buen muchacho, en días anteriores hemos conectado bien y ahora mismo está ocupado, así que me voy para ahorrarle el momento incómodo que le estoy haciendo pasar.
   - Mira, si deciden incluirme mañana, me llaman al móvil.
   - Está bien.
   Escribo esto a finales de octubre de 2016. A día de hoy, no sé por qué se suspendió mi aparición final en “El Happy Hour” y, sobre todo, no entiendo por qué la decisión se rodeó de misterio. Con lo fácil que hubiera sido hablarme claro. Agradecido como estoy a Carlucho y a su equipo, yo hubiera asimilado la verdad, o hasta cualquier excusa por floja que hubiese sido, sin problema alguno. Si alguien, por experiencia, sabe los hilos que se mueven en la trastienda de un programa, ése soy yo. 
¡QUÉ CLASE DE PIQUETE!
   Un grupo de colegas de la televisión cubana han quedado para cenar conmigo en el Adrián Fish Seafood. Allí voy a estar con tres de las personas a quienes les debo un agradecimiento eterno por crear y operar el complejo sistema de audio de mis concursos Adolfo Guzmán: Roberto Rodríguez, Bobby Martínez y Noel Izquierdo. Con ellos están el coordinador Roberto Urquiza y el productor Humberto García. ¡Qué clase de piquete!
   Oyendo y contando anécdotas, respondiendo a la eterna pregunta “¿qué fué de...?, riéndonos y confraternizando, paso un excelente rato con mi gente del ICRT.
   La ocasión se alarga hasta que tenemos que irnos al ver que van a cerrar el sitio. Ya afuera, todavía quedan unos minutos para fotografiarnos y alargar una despedida bañada con el ineludible toque de gorrión que domina cualquier reencuentro de cubanos en Miami.

De izq. a derecha. Roberto Urquiza, Eloy Izquierdo, Pedraza Ginori,
Bobby Martínez, Humberto García y Robertico Rodríguez.
   Robertico ha prometido llevarme hasta casa de mi prima, donde dormiré por segunda noche consecutiva, y hasta allá se manda a esas horas, cuando ruedan pocos autos por las calles y menos aún por la carretera que va a Homestead.
viernes 19 de agosto
PEDRITO Y MERCY
   Anoche alguien me facilitó el número telefónico de Pedro Betancourt, lo que me puso muy contento. Esta mañana, no más despertarme, le he llamado.
   - Echa pacá -me ha dicho. 
   Al mediodía debo verme con Mirta Medina. Que me perdone mi agenda pero antes de encontrarme con Mirta voy a hacer un tiempito para ver a Pedrito.
   - A las once estaré allí -le prometo.
   Pero he dormido en Homestead, que queda lejos, y entre una cosa y la otra, ya han pasado las 12 cuando Iliana y yo nos despedimos, justo cuando ella me deja en la puerta del hogar de Pedro y su esposa Mercy, quien fue asesora en la tele cubana. Loly y yo les visitábamos en su casa del Vedado.
Aquí me ven con Mercy y Pedro en su hogar de Miami, donde él ha dado rienda suelta
a su afición de pintar. Son muy interesantes sus cuadros con figuras geométricas
   Pedrito es un tipo entrañable. Trabajamos juntos un millón de veces, primero cuando era un buen camarógrafo y más tarde, en su etapa de excelente asistente de dirección. Después, pasó a dirigir programas y ya nos veíamos menos pero sigo considerándolo uno de los mejores amigos que hice en Radiocentro. Me da tremenda alegría verle y escucharle contarme sus años de trabajo en Miami. Incluyendo su etapa en Televisión Martí, la emisora que lleva años transmitiendo programas dirigidos a Cuba y nunca se ha visto en la isla debido a las interferencias de las autoridades cubanas.
   Severo Sarduy, el destacado escritor cubano fallecido en París en 1993, es hermano de Mercy. Ella ha llevado a cabo una importante labor de compilación y difusión de la obra de él. Uno de sus hitos ha sido la  publicación en 2013 del libro “Cartas a mi hermana en La Habana”, que tiene la gentileza de obsequiarme.
MI SIGUIENTE EVENTO
   Ya he incorporado a mi lenguaje, algunas palabras y giros del habla local. Ya sé que debo sustituir mi “Miami” por “Mayami”, que el wifi no se pronuncia como en España sino guaifai y que la autovía se llama “tumpay”. Y he aprendido que cualquier acontecimiento aquí es un evento. Desde la inauguración de una expo de artes plásticas hasta ir a la consulta del médico o sacar la basura. Mi próximo evento de hoy es almorzar con Mirta. Pero la visita a Pedro y Mercy, que en principio iba a ser corta, se alarga y llamo a la Medina, que ya me espera en casa de los Proenza para asegurarle que ya salgo para allá, que estaré allí en 15 minutos.
   ¿15 minutos? Ni soñarlo. Voy con Pedrito en su carro que no tiene GPS (“yipiés”, le dicen) y nos perdemos. Nos pasamos casi tres cuartos de hora dando vueltas y más vueltas mientras yo llamo a Mirta para tranquilizarla.
   - Oye, estamos cerquita, nos vemos en un momento.
   - No te preocupes. Estoy conversando con tu hermana. Ya nos hemos hecho amigas.

   Al fin, mi social da pie con bola y llegamos a casa de Teresa, que está feliz por haber recibido la visita de una estrella.
MIRTA SE ESCRIBE CON H
   Como todo se ha atrasado, Mirta y yo entramos como a las 4 y media en La Carreta, que no es el restaurante que yo conozco en la calle 8 sino uno que se llama igual.
   Otra cosa que he sabido es que en Miami el nombre de Mirta se escribe con con una h intercalada, o sea, Mirtha. Con h o sin h, a mi compañera de tantos fregaos artísticos, le tengo una especial consideración. Para saber sobre nuestra historia en común, ahórrenme trabajo y pulsen A  Q  U  Í  donde pueden leer "Todas las Mirtas", la pieza de este blog que le dediqué en marzo de 2015.
   El día de “El Happy Hour” que hicimos juntos, el correcorre sólo nos permitió saludarnos y poco más. Así que ambos tenemos muchas ganas de paliquear en abundancia y para vernos, ella ha hallado uno de los escasos ratos libres que le dejan los ensayos finales del musical sobre Farrés que está a punto de estrenar junto a Jorge Hernández.
   Miami ha sido una experiencia que ha cambiado a la Medina que se sienta frente a mí. En su vida personal y en su carrera. Y este Ginori que ella tiene enfrente, canoso, a punto de cumplir 78 y comiéndose un tamal, es bastante diferente al que ella conoció. Los años, sobre todo si son convulsos, pasan factura.
   Pero nuestra conexión, nuestra amistad surgida cuando empezábamos en el Teatro Musical de La Habana, allá por la primera mitad de la década del 60, es inmune al deterioro. Y aquí estamos, como si nada hubiese pasado, repasándonos los 25 años que hace que dejamos de vernos.
   Artista incansable, aprovecha para proponerme que trabajemos juntos otra vez. Aunque no cierro la puerta del todo, lo veo difícil. Le explico que soy un jubilado a punto de cumplir 78 y que el tiempo que me queda por vivir, lo emplearé en escribir, una actividad que puedo hacer tranquilamente, sentado en mi casa frente a mi computadora, lejos del tiqui tiqui y la mortificación del show business.
   Mi hermana y mi cuñado llegan a La Carreta justo cuando Mirta se tiene que ir a ensayar. Teresa está contenta de tenerla desde ahora en su lista de amistades de la farándula. Al despedirme de la Medina, el corazón se me encoge un poco. Ay, mi amiga, ¿quién sabe cuándo nos volveremos a encontrar?
COSAS DE FAMILIA
   Les he dicho a los Proenza que quiero comprar algunos regalos para llevarlos a amigos de Ourense. Así que nos vamos de tiendas.
   Después pasamos por casa de mi primo Orlando Pedraza y su esposa Ángela. Quiero despedirme de ellos que se van mañana a pasar unas vacaciones en Punta Cana. Allí nos enteramos de que se le ha muerto un hermano a Fefa, la viuda de mi primo Rolando. Vamos a verla para darle las condolencias. O sea, hago cosas de las habituales en una familia. Ya soy un Pedraza más. Belkis y Ruly me llaman “el tío de España” y le dan un toque de guasa andaluza pronunciándolo con el acento de Resóplez: “er tío dezpaña”.
   Esta noche vuelvo a dormir en casa de Teresa.
sábado 20 de agosto
DONALD TRUMP
   En principio, mis familiares habían pensado dedicar este sábado a llevarme de excursión a los cayos de la Florida, por la famosa carretera que va sobre el mar. Pero mis compromisos no me lo permiten. Debo aprovechar esta última jornada de mi estancia en la ciudad, debo hacer una pila de cosas.
   A las 11 de la mañana llega Guillermo Guerrero, quien fue integrante del trío Los Cancilleres. En su auto me va a conducir hasta una reunión/almuerzo en el apartamento de Nina y Alberto. Con él, viene otro de los invitados: José Valladares. Ésta es la cuarta vez en que Pepe y yo coincidimos en Miami.
   Mientras viajamos, no sé cómo, surgen las elecciones presidenciales norteamericanas como tema de conversación. Guillermo simpatiza con Donald Trump y piensa votarle en noviembre. Con cierto ardor, nos da sus argumentos para defender a su candidato. Yo escucho y callo. Por lo que he visto y oído durante su campaña, el Trump me parece un impresentable, pero no lo digo. No quiero discutir de política americana, entre otras cosas porque no estoy bien informado sobre ella.
EN CASA DE VOCES LATINAS
   Nina Acosta y Alberto Pujol formaron parte del exceoente cuarteto Voces Latinas y de otras agrupaciones corales antes de formar el conocido dúo que llevó sus nombres y que, por cierto, debutó en televisión en la sección "Por primera vez en TV" de mi "Juntos a las 9". Me une a ellos una relación de amistad y de respeto por su trayectoria artística. Nina vivió en Esperanza cuando ambos éramos niños y apenas levantábamos tres cuartas del suelo. Era preciosa y me enamoré perdidamente de ella pero nunca se enteró. Alberto ya cumplió más de 80 y conserva ese aire señorial, de persona seria, que siempre ha transmitido.
   Además de Guillermo y Valladares, en el convite que han organizado Nina y Alberto estarán otros amigos como el guitarrista Alberto Escobedo, quien vive en el piso de al lado, y el cantante Eloy Orta. El ambiente es formidable. Cuando llevamos un buen rato de cháchara, casi toda divertida , tocan a la puerta y me dan la sorpresa que me tenían preparada los anfitriones. Entra el Maestro Juanito Márquez.
ALMA CON ALMA Y PACÁ
   Uno de los más grandes músicos que ha dado Cuba, este compositor y guitarrista holguinero firmaba algunos de los arreglos y números musicales que la orquesta Riverside y su cantante Tito Gómez interpretaban en los años 50 en su programa radial “La pausa que refresca”, el mismo que, allá en mi casa del pueblo, yo no me perdía por nada del mundo cada domingo a la 1 de la tarde por CMQ. Al catálogo de creaciones de JM pertenecen una buena cantidad de obras importantes. Entre ellas "Alma con alma”, un bolero antológico, y “Como un milagro”, y “Que desesperanza” dos de las mejores expresiones del filin. En onda bailable compuso “Naricita fría”, “Dulce guayaba”, “Esos tiernos ojos” y el ritmo pacá que se impuso a partir del bombazo  “Arrímate pacá” y siguió arriba con “Pituka la bella” y “El joropero”.
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Pedraza Ginori, Juanito Márquez
y José Valladares.
   Toda mi vida he lamentado no haber conocido a Juanito Márquez en La Habana. Y ahora, lo tengo frente a mí. Soy un gran admirador suyo, su fan total. Le estrecho la mano y, emocionado, le digo:
   - Maestro, mucho gusto. Quiero que sepa que le considero una gloria de Cuba.
   No más pronunciarla, la frase me parece trivial, un lugar común, pero la justifico porque, como he dicho, estoy emocionado y soy su fan total. Él, acostumbrado a que le elogien, me agradece el cumplido y se pone a conversar con todos. A partir de ese momento, todo gira en torno a su figura. Se muestra locuaz, lúcido, agradable... Lleva muy bien los 87 años que ha vivido.
   A la primera oportunidad, le hablo de una versión de mi “Nunca llegará el final” con instrumentación y solo de guitarra suyos que él grabó en los años 80 con un conjunto miamense llamado “Los señores de El Señor”. A él le suena algo de eso más no recuerda el nombre del cantante que lo interpretó. (1)
   Me siento muy a gusto allí. Y temo que me voy a tener que ir pronto ya que debo verme, al fin, con Omar Moynelo. Pero él me llama para cancelar nuestra cita debido a otra tiñosa que le ha caído, la presentación de un evento. Así que nuestro encuentro prolongado queda pendiente para la próxima vez que yo aterrice en la ciudad.
   Valladares, que se las sabe todas, nos cuenta divertidas historias de artistas. Como aquella en que un conocido cantante -Pepe dice el nombre pero yo me lo reservo-, abrió la puerta de su habitación de hotel y se encontró a una muchachona estupenda, que no conocía de nada:
   - Buenas tardes, soy una de tus admiradoras, ¿puedo acostarme contigo?
   - Sí, pasa.
   Y eso fue todo lo que hablaron. Tras un rato de sexo en silencio, ella se vistió, se despidió diciendo "bueno, me voy" y se marchó sin que él supiera ni siquiera como se llamaba. 
   Escobedo me recuerda que su antigua compañera sentimental, Elizabeth de Gracia, grabó con la orquesta del ICRT una canción mía que hablaba de una rosa. Yo tengo idea de que fue una melodía de Rey Montesinos a la que puse letra pero no recuerdo el título. Eloy, que fue también integrante de Voces Latinas, no conserva la misma cantidad de pelo pero sí su simpatía, que está intacta. Guillermo resulta un buen conversador. Alberto nos lee el texto de una broma que le corrieron a un conocido de todos. Nina me enseña el disco que ha grabado en Miami como solista. Es la anfitriona perfecta y lo que ha cocinado le ha quedado riquísimo. Y la guinda del pastel, conocer a Juanito Márquez, hablar con él, no se paga con nada.
   Este rato en casa de las Voces Latinas me lo llevo en la memoria como uno de los mejores de mi visita a la Florida.

Desde la izquierda: José Valladares. Eloy Orta, Guillermo Guerrero, Alberto Pujol,
Nina Acosta, Pedraza Ginori, Alberto Escobedo y Juanito Márquez.
APARECIÓ EL QUE FALTABA
   El reloj se me echa encima. Ya son las 6 menos cuarto cuando me monto en el carro de Guillermo rumbo a la casa de Teresa, que queda en el otro extremo de la ciudad. Dentro de una hora tengo que estar en el Trial. Alexis Valdés, otro de los que no he podido ver, me ha dejado en la taquilla seis entradas de cortesía para ver su comedia “Oficialmente gay”, que lleva más de dos años representándose y es la obra más exitosa en la historia del teatro cubano en Miami.
   De camino, mi sobrina me avisa por teléfono de que en la sala de su mamá me está esperando otra sorpresa: Miguel Ángel Masjuán. Aquí es diseñador de modas pero en La Habana, cuando era bailarín y coreógrafo, trabajé mucho con Migue. Hicimos juntos algunos de los programas y shows que mejor me quedaron. A pesar de la diferencia de edad, nos hicimos buenos amigos. Le tengo mucho cariño. Y él lo sabe. Por ello me ha jodido bastante que no aparezca, que me vaya dentro de unas horas sin que nos hayamos visto. Ana Lidia Méndez, Belkis -quien fue su pareja de bailes durante ocho años- y yo hemos estado llamándole para organizar un encuentro conmigo, dejándole recados en su contestador casi todos los días de las pasadas tres semanas. Pero han sido inútiles. Todo parece indicar que se está escondiendo de mí. No sé la razón ya que por Facebook mantenemos contactos a cada rato. Total, que cuando nos vemos, estoy con él la mitad dolido, la mitad encabronado.
   Lo más suave que puedo, le suelto lo que siento y me dice que no ha podido verme porque ha estado viajando entre Miami y Los Angeles, excusa que no tiene sentido en la era de los teléfonos móviles. No deseo que los breves momentos que tenemos para hablar se tornen agrios. Así que paso por alto su enigmática escondedera y trato de crear un entorno agradable que no sé si conseguí.
OFICIALMENTE GAY
   Cuando Belkis, Teresa, Raúl y yo llegamos a la puerta del teatro ya están allí mi sobrino Ruly y su compañera Judith. “Oficialmente gay” es un buen exponente de nuestra tradición escénica popular. Alexis, excepcional humorista, ha sabido captar las motivaciones que hacen que un cubano se ría y ha escrito una obra que conecta con el público desde el primero hasta el último minuto. De ahí su éxito. Pienso que si se pusiera en el Carlos Marx, estaría meses con las 5000 butacas vendidas.
   Después de encabezar cientos de representaciones, Alexis ha decidido cederle el protagonista a Mijail Mulkay, buen actor que se mueve fácilmente en la comedia y saca muy bien su papel. Lo secundan un elenco de primera en el que destacan los siempre efectivos Orlando Casín y Carlos Cruz y un para mí desconocido Yubrán Luna que se roba todas las escenas en que aparece.
LA ÚLTIMA CENA
   Tras la función, nuestro grupo se desplaza hasta La Carreta de la calle 8 para una cena que será mi despedida. Al rato, se nos une Ana Lidia, que llega molida porque ha estado pinchando desde las 7 y media de la mañana hasta las 11 de la noche en el concesionario de autos donde trabaja.
   - Hay que hacer otras cosas porque aquí en Miami el arte no es una fuente de ingresos segura –me comenta Ana.
    Marcada por una mezcla de buen rollo y tristeza, la comida, como es natural, se extende más de lo previsto. Y aún hay que pasar por casa de Cachito Álvarez Manso para despedirme de él agradeciéndole una vez más todo lo que ha hecho por mí. Y por si fuera poco, falta el acoteje final de la maleta. Total: me acuesto alredededor de la 1:30 de la madrugada y el despertador va a sonar dentro de dos horas exactas.
domingo 21 de agosto
ADIÓS A MIAMI
   El auto se desplaza por el entramado de calles iluminadas y silenciosas que es Miami de madrugada. Conduce Belkis. En el asiento trasero van Teresa y Raúl. Casi no hablamos. Todos tenemos un nudo en la garganta.
   Después de estas tres semanas en que nos hemos encontrado y descubierto, en las que hemos sentido una corriente de afinidad que se fue convirtiendo en cariño, ni a ellos ni a mí nos gusta tener que separarnos. No nos gusta en absoluto.
   A primera vista, este grandísimo aeropuerto internacional por donde pasan millones de personas al año, parece ser un sitio desangelado, frío, un laberinto de instalaciones y pasillos. Pero no hay que hacer caso de las primeras impresiones. Este edificio tiene alma y en ella conserva la alegría de los recibimientos y la tristeza de las despedidas. Qué cubano de Miami no guarda entrañables recuerdos de este lugar, de la llegada de mamá, de cuando vimos por última vez al abuelo que vino a conocer a los nietos antes de morir, del día maravilloso en que la familia volvió a estar unida...

   En las fotos se ve a los Proenza y a mí en este aeropuerto, abrazándonos por primera vez en aquella madrugada del 1 de agosto que ahora, sólo veinte días después, nos parece tan remota. Entonces estábamos llenos de preguntas. ¿Y si el tío de España resulta ser un pesao? ¿Y si no conecto con mi hermana, si no tenemos nada en común?
   Ahora todas las dudas se han despejado, las interrogantes han dado paso a las certezas. Las cosas han ido bien, mucho más bien de lo que esperábamos y estamos aquí, en el mismo lugar, extrayéndole el jugo a nuestros últimos minutos juntos, dándonos los últimos abrazos y sonriendo para tratar de ocultar el dolor que se siente al decir adiós.
   - Tienes que regresar el año que viene.
   - Y ustedes, ya saben, están invitados a conocer Galicia.
   - No te pierdas, escríbenos.
   - Cuídense, cuídense mucho.

   Cuando el avión levanta el vuelo y miro por la ventanilla, las miles de lucecitas que veo allá abajo son las mismas conque la ciudad me recibió en otra noche como ésta. Pero Miami no es la misma. Ahora es el sitio donde tengo una familia, donde vive mi gente.
CODA EN NEW JERSEY 
   Tres horas dura la primera parte del viaje. Aterrizo en Newark Liberty sobre las 9 y media. Esta vez la combinación está cabrona porque mi salida hacia Madrid está marcada para las 20:35.
   Es una buena oportunidad para reencontrarme con Jorge Luis Díaz Pacheco, con quien hice amistad en Musicales de TV Cubana y ahora vive en New York. Él fue productor y yo director artístico de aquellos dos programas “La movida”, presentados por Verónica Castro, que Televisa transmitió en directo desde Tropicana.
   Con Pacheco he planificado vernos durante mi escala. Viene a salvarme del aburrimiento total que significa pasarse once horas esperando un vuelo en un aeropuerto.
   Trae a su hija Laura, un encanto de niña con la que logro conversar de forma amena a pesar de que su padre dice que es muy reservada. Vamos los tres a comer algo en la cercana New Jersey y pasamos una tarde muy agradable a pesar de que yo casi no he dormido y me siento cansado. Gracias, Jorge, por tirarme un cabo.
Yin con Jorge Luis Díaz Pacheco y su hija Laura
lunes 22 de agosto
LOS QUE ME FALTARON
   En el avión, me vienen a la mente los amigos que, lamentablemente, no pude ver en Miami. A pesar de todo lo que me moví, del trajín que marcó mi día a día, resultó imposible sentarme un rato a conversar con Francisco Chinea, José Luis Llanes, el chino Jo, Orestes Téllez, El Cangrejo, Luis Agüero, Ojedita, Jorge Ramón, Manuel Iglesias, Cristina Rebull, Raúl Pastora, Mayito García-Montes, Víctor Rubén, las modelos de la Demanda Interna, Alexander Domínguez, Alfredo Pérez Pérez, Andrés Almenares, Cristy Domínguez, Alexis Valdés, Daniel Longres, Amparo López, Susy Caula, Iván Cañas, Lourdes Libertad, Rafael Robledo, Teresita Silva, Víctor Marzo...
   Discúlpenme los que no he mencionado pero es que son tantos que la lista sería interminable. Bueno, la próxima vez quedaré con ellos.
NO TIENEN IDEA
   Llegada a Madrid a eso de las 10 de la mañana. De Barajas cojo un cercanías de la línea C1 hasta la estación de Chamartín y desde allí el tren Alvia de Renfe que me lleva a Ourense.
   Al abrir la puerta de mi piso, compruebo que, como cantaba Panchito Riset, el cuartico está igualito. Deposito la maleta sobre una cama, me tomo un vaso de agua y enciendo el ordenador para escribir una nota que subo a Facebook. Dice así:
   "Tras 20 días maravillosos en Miami, hace unos minutos acabo de entrar en mi domicilio en Ourense con un cargamento tan grande que no cabía por la puerta. Eran las toneladas de cariño y afecto que me regalaron mis amigos residentes en la Florida. En los próximos días iré publicando fotos y materiales. Ahora lo que toca es decirles Gracias, Muchas Gracias. No tienen idea de lo feliz que me han hecho".

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N   O   T   A
(1)  La versión de "El final no llegará" que grabó Juanito Márquez, puede ser escuchada pulsando este enlace:

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   Agradecimientos especiales a los que me llevaron y me trajeron: Eduardo Cáceres Manso, Iliana Combs, Belkis Raúl y Ruly Proenza, Lupe Mon, Jorge Estadella, Robertico Rodríguez, Ana Lidia Méndez, Hilda Rabilero, el amigo de Ängel Hernández Calderín, Vicente Rojas, Gilberto Peralta, Jaime Almirall-Suárez, José “Yaki” Ortega, María Elena Páez, Edito Martinez, Juan Juan Almeida, Cary Ravelo, Alexis Núñez Oliva, Guillermo Guerrero, Jorge Hernández, Mirta Medina y los choferes de América TeVé.
   Sin ellos, mi Miami 2016 no hubiese sido la experiencia fantástica que fue.

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   Hasta aquí la última de las cuatro piezas del blog dedicadas a contar lo que me ocurrió en Miami. A las demás se puede acceder pulsando estos enlaces:




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 La empresa norteamericana Create Space / Amazon ha publicado,
en formato papel, mis dos libros "Pedraza Ginori Memorias Cubanas".
Sus páginas son un compendio de mis experiencias y mis circunstancias, vividas en el mundo de la televisión, los espectáculos, la creación musical,

la radio, la publicidad y la prensa.
Los dos volúmenes recogen, en clave autobiográfica, sucesos, “batallitas”, semblanzas, anécdotas y reflexiones personales.
El Libro 1, “Eugenito quiere televisión”, tiene 342 páginas. 

El Libro 2, "Quietecito no va conmigo", 362 páginas.
Ambos se pueden adquirir en estos enlaces de Amazon:
www.amazon.com  www.amazon.es

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1 comentario:

  1. Crónica estupenda muy bien escrita y fielmente sentida. Una pena que no haya sido acompañado materialmente con Loly. Gracias por estas vivencias que es la de muchos cubanos donde sólo los nombres cambian.

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