Hubo un tiempo, allá por los primeros meses de 1959, en que aquello que llamaron revolución cubana proclamaba su desprecio por las tiranías y su respeto por los derechos humanos, la dignidad de las personas y la libertad de los pueblos oprimidos. Eso duró lo que un bocadito en una recepción de la UNEAC. Enseguida el practicismo y el oportunismo se impusieron a los principios y el Comandante en Jefe viró palo pa rumba y empezó a coquetear y a cuadrar con cuanto joeputa tuviera poder en el mundo y él le pudiera sacar algún beneficio económico o político.
No voy a hacer aquí una historia que todos conocemos, la de las excelentes relaciones que el castrismo ha mantenido con dictaduras y regímenes de la peor calaña. Solo hay que echar un vistazo a la lista de cabrones que han recibido la Orden José Martí, la más alta condecoración que otorga la nación cubana.
Traigo esto a colación al ver los movimientos que ya está haciendo La Habana para posicionarse tras la nueva situación en Afganistán. “Hay que ver cómo evoluciona la situación. Estos talibanes de ahora no son como los talibanes de antes”, escuché decir en la Mesa Retonta. “EE. UU. no tiene derecho a regir el destino de Afganistán”, escribió el canciller Bruno en Twitter. Y todo eso sin perder de vista la posición favorable al régimen talibán que mantienen China y Rusia, aliados de Cuba.
Desde que entraron en Kabul y completaron su toma del poder en todo el territorio, los extremistas radicales del fundamentalismo islámico, hoy por hoy lo peorcito de lo peor de la raza humana, no ha habido en la prensa cubana ni una noticia o comentario que pueda rozarles la piel ni con el pétalo de una rosa. Y eso, para los que leemos entre líneas, significa que la secta de singaos que manda en Cuba está puesta para la buena onda con la secta de enemigos acérrimos de la compañía Gillette que manda en Afganistán.
“Total –estarán calculando Raúl y sus militares, los que realmente deciden–, tenemos que virarnos pa estos barbudos islamistas de alto nivel adquisitivo que de la noche a la mañana se han convertido en potenciales clientes nuestros. ¿Tú sabes la cantidad de afganos que podrían venir como turistas? ¿Y las langostas, los tabacos y los rones que les podremos vender? Por el momento, para ir rompiendo el hielo, vamos a ofrecerles una brigadita de médicos nuestros, de esos explotados que andan por el mundo, agitando una banderita con la mano y consiguiéndonos divisas para nuestras cuentas en el extranjero. Y también pudiéramos mandarles una delegación cultural formada por nuestros intelectuales eméritos, lo mejorcito del arte mundial: Arnaldo y su Talismán, Raúl Torres y Buena Fe. Si los talibanes se ponen pa nuestros intereses, por ejemplo si votan contra el bloqueo en la ONU, y si hacemos negocios con ellos, nos olvidaremos de todo lo negativo que representan, incluyendo su fanatismo terrorista y el trato que les dan a sus mujeres, y nos convertiremos en sus fieles ambias, socios, consortes, aseres y ecobios. Y a más tardar el año que viene invitaremos a Cuba a su líder, el mulá Abdul Ghani Baradar, y en un acto solemne en el Palacio de la Revolución le entregaremos la Orden José Martí”.
No descarten nada de lo que he dicho. Recuerden que los mandamases de Cuba son capaces de cualquier cosa con tal de recaudar dólares y mantenerse en el poder. Y cuando digo cualquier cosa, estoy diciendo cualquier cosa.
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