En estos días posteriores al estallido social del 11 de julio, en este tiempo en que el régimen castrista se siente débil, inseguro y amenazado porque le vio los dientes al lobo, la marea (más bien el tsunami) de patrioterismo grotesco al más puro estilo nazifascista sobrepasa los límites a que nos tenía acostumbrados. Cualquier situación le viene bien para formar brete con la propaganda ultranacionalista e intentar levantar el ánimo en favor de la revolución de una población que, harta de ser machacada, ya no les cree ni les sigue.
Estas imágenes corresponden al acto de abanderamiento de una brigada de “aguerridos militantes” (así los llamó la propaganda oficial), de la Unión de Jóvenes Comunistas.
¿Parten al frente de batalla a dar su vida por Cuba luchando contra los marines yanquis? No, ni de coña. Estos muchachos han sido convocados para introducir en bolsas las latas de carne rusa, los espaguetis y otros productos de los módulos alimenticios que se distribuirán a la población buscando que se esté quietecita.
Es un simple trabajo voluntario más de los miles que se han hecho desde 1959. Pero el temblequeante castrismo actual lo celebra ante una enorme pancarta con la jeta de Raúl (el otro SinCasa, el que manda) con una absurda ceremonia que incluye la presencia de dirigentes nacionales y provinciales, el himno nacional con los asistentes en posición de firmes, la reproducción de una grabación de Fidel (el SinCasa Mayor, el original) y el discursito de arenga a las masas que no puede faltar.
Así se intenta convertir una reunión para meterle mano a un trabajito corriente, algo que carece de la menor importancia, en un acontecimiento digno de ser enaltecido como algo épico, como una proeza cargada de heroicidad.
Organizadores y participantes están tan embrutecidos ideológicamente por años de teques, tienen el cerebro lavado de tal manera, que no se dan cuenta del ridículo que hacen no solo realizando actividades que debían producirles vergüenza como esta, sino además filmándolas, televisándolas y publicándolas en las redes sociales para que las vea la gente dentro y fuera de la isla.
¿O sí se dan cuenta y lo hacen por postureo, como una expresión más del cinismo y la hipocresía que son marcas de fábrica de ese monumental desastre que siguen llamando revolución?
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