Recientemente he podido acceder a una
colección de ejemplares de la revista Cuba, un medio que se editaba en La
Habana con la intención de publicitar los logros de la revolución en el
extranjero, principalmente en América Latina. Ello me ha dado la oportunidad de
recuperar algunos reportajes que escribí en sus páginas allá por la década del
60 y que no conservaba.
En aquella época, yo todavía creía en la revolución y
pensaba, como se nos inculcó, que el futuro luminoso de prosperidad que
prometían los líderes llegaría tras unos cuantos años de sacrificio y esfuerzo de
los cubanos por la patria y el socialismo. Ya por entonces vivíamos en un
túnel, sufriendo múltiples carencias, pero teníamos esperanza en que hubiera
luz al final.
Es mi intención incorporar dichos trabajos
periodísticos a este blog, tal y como he hecho con el resto de mis
colaboraciones con Cuba, que se pueden hallar bajo la etiqueta “Revista Cuba”.
En octubre del 67 escribí “Entre pueblo y gobierno
32051, teléfono directo”, sobre el programa “El Pueblo Pregunta”, un formato televisivo
en el que los dirigentes del gobierno comparecían en directo para responder las
interrogantes que planteaba el público. Es un reportaje que no me parece bueno,
ni siquiera regular. Flojo en la redacción, le faltaron las frases ligeras y
coloquiales que siempre yo incluía para que el texto resultara ameno. Quizás el
tema, tan político, tan lejos de los ámbitos de la farándula y la sociedad en
los que yo me movía en mis colaboraciones para la revista, me llevó a amarrarme
a un estilo gris y estirado, apologético y falto de aliento, que, aunque no
llega al teque puro y duro, algo de tecoso sí tuvo.
Si algún valor tiene el reproducirlo ahora
aquí es comprobar cómo la maquinaria de propaganda de la revolución manejaba
sus hilos para hacer creer a la gente que el gobierno socialista trabajaba
seriamente y que los dirigentes eran tipos cercanos a los que la masa podía
acceder en persona, planteándoles dudas y sugerencias y fiscalizando su
trabajo.
52 años más tarde, a la luz de lo sucedido,
del desastre que ha sido todo, hace rato que comprobamos que nada era verdad, que
se trataba de vender el humo de unas promesas que nunca se cumplieron. En
definitiva, que, como se dice en España, por entonces nos la estaban metiendo
doblada sin que nos diéramos cuenta.
En sus primeras emisiones, “El Pueblo
Pregunta” alcanzó un gran éxito de audiencia y una notable repercusión popular.
Pero cuando se publicó mi reportaje, varios meses después, ya el espacio había
iniciado un declive que lo llevaría a desaparecer pronto.
Un incidente ocurrió con el escritor y
periodista Lisandro Otero, quien ocupaba un cargo importante en el gobierno. Un
televidente llamó y dijo que iba a preguntarle una cosa y después, cuando le
llegó el turno de entrar en directo al aire, aprovechó la oportunidad para preguntarle
otra. Una, de carácter personal, que puso a Otero en una situación comprometida.
Los productores, temerosos de que la situación
pudiera repetirse, de que se pudieran colar contenidos “peligrosos”, exageraron
la censura de las preguntas que entraban para que no hubiera más sustos y ya
nada fue lo mismo. El programa, con un guion encorsetado, con todo atado antes
de comenzar la transmisión, perdió la frescura de sus inicios, aquella sensación
de improvisación y espontaneidad que había sido su principal atractivo, y se
derrumbó en caída libre.
ENTRE PUEBLO Y
GOBIERNO
32 051
TELÉFONO DIRECTO
por Pedraza Ginori
Fotos: Korda
Revista Cuba, Octubre de 1967
LA
TV SIRVE PARA ALGO
Tranquilidad de un viernes por la noche. En familia, sentado en su
butaca preferida, usted mira el televisor. Desde hace rato cantantes y
animadores luchan contra su somnolencia. De pronto, el punto luminoso produce
interés. Televidente al fin, usted resulta ganado por algo. En la pantalla ha
aparecido un ministro. Está contestando preguntas sobre su actividad. Cualquier
pregunta que formule el público a través unos teléfonos que no se cansan de
sonar. “Esto sí está bueno”, piensa usted.
Termina la tranquilidad del viernes. Su esposa, su suegra, la cuñada,
comentan una respuesta. Usted opina. La vecina se integra al grupo. En su
propia sala se crea un “círculo de interés”.
Un
momento después, usted comprueba que también tiene dudas, inquietudes, aspectos
que tratarle al ministro. Levanta el teléfono y marca el 32-0501.
─El
Pueblo Pregunta, dígame.
─Óyeme, compañera, yo quiero hacerle una pregunta al compañero ministro.
─Usted dirá.
La
telefonista la copia tal y como usted se la dicta. Minutos después, su pregunta
es respondida. Eso está bien. Pero puede haber más. Si la muchacha al otro lado
del hilo considera que su llamada es muy interesante, atraerá la atención de
los responsables del programa. Es posible que al rato esté usted recibiendo su
respuesta directamente del propio entrevistado, por teléfono y ante las cámaras.
En su casa, esto traerá más comentarios. Usted será un protagonista de la TV. “La televisión
sirve para algo”, dirá su suegra al apagar el aparato horas más tarde.
MÁS
Y MEJOR INFORMACIÓN
Aunque en él se ofrecen noticias de gran interés, “El Pueblo Pregunta”
es mucho más que un programa de información pública. También es verdadero
diálogo entre la masa y sus dirigentes. Responde a la necesidad de contacto
para enfrentar juntos los problemas y encontrarles soluciones. El pueblo,
directamente informado, aporta. El saludable clima revolucionario protege el
intercambio entre pueblo y gobierno. Por útil, esta relación es constante.
Fluye por mil canales distintos. “EPP” es solo uno de ellos.
Al
participar en la emisión inicial, el comandante Faure Chomón, ministro de
Transportes, declaró:
─Es
realmente un programa que tiene todas y ha de tener todas las simpatías de
nuestro pueblo y sus dirigentes. El pueblo se hace más fuerte a medida que más
y mejor información tiene. Este es un programa que, a medida que se vaya
desarrollando, se verá la gran importancia que tiene, puesto que, en cierta
medida, en cierta forma, llena un vacío que había dentro de todo nuestro sistema
de información.
EL
GRAN ESPECTÁCULO
Ficha. “El Pueblo Pregunta”, programa. Transmisión: los viernes, cada 15
días, 10 de la noche. Televisión Nacional Canal 6: cientos de miles de
televidentes. Radio Rebelde Cadena Nacional: otros tantos oyentes. Lugar de
realización: Estudio 19, edificio Focsa, Vedado, Habana. Conductora: Mirta
Rodríguez Calderón. Camarógrafos: Tony, Piloto, Hugo, Cuevas. Director:
Humberto Bravo. Escritor: usted mismo, si decide preguntar. Este espacio no
tiene libretista.
“EPP” es el gran espectáculo del viernes en la TV. Desde la primera
noche su audiencia ha sido enorme. A lo largo y ancho de Cuba el programa crea
gran expectación. El pueblo lo protagoniza, tomando parte y activa en él. Los
temas tratados revisten importancia nacional y las llamadas se producen por
larga distancia desde cualquier parte de la isla. Es frecuente oír preguntas
realizadas desde Bueycito, Guáimaro, San Juan y Martínez y otros sitios del
interior, aunque, como es lógico, la mayoría son de La Habana y sus
alrededores.
Una
pregunta trae otra. Diálogo directo, sencillo, abierto, el pueblo plantea,
inquiere. Una demostración de su desarrollo: en una cantidad apreciable de
casos, las preguntas vienen acompañadas de sugerencias para resolver problemas.
LA
MAYOR CONFERENCIA DE PRENSA
En
este país en revolución, en plena revolución, a los cubanos nos lucen naturales
las cosas más extraordinarias. En Cuba 1967 no es precisamente asombro ─mucho
interés sí─ lo que produce “El Pueblo Pregunta”, la conferencia de prensa más
grande del mundo, donde cualquier persona ─único requisito: saber hablar por
teléfono─ puede interpelar a un ministro.
La
idea no es nueva. Desde el principio, en los primeros años de la revolución, se
estableció la costumbre de que los dirigentes del gobierno fueran a la
televisión. En aquellos programas ─”comparecencias”, según el lenguaje
televisivo─, que aún son frecuentes en nuestras pantallas, se explicaba el
trabajo, los planes, el desarrollo de la revolución.
Lo
que hace a “EPP” distinto es la presencia directa de los
televidentes a través de la participación telefónica. Un guion del programa
podría resumirse en cuatro puntos:
1) Presentación (minuto
y medio)
2) Exposición a cargo
del entrevistado (20 ó 25 minutos)
3) Preguntas y
respuestas (de 2 a 3 horas)
4) Despedida (un minuto)
Otros detalles:
El estudio 19, con capacidad para 500
personas, se llena durante las transmisiones. Los asistentes pueden hacer
preguntas directamente. En ocasiones, hasta los camarógrafos han preguntado.
Mediante filmaciones previas, es posible que
un grupo de obreros formule preguntas desde su centro de trabajo. La noche de
la transmisión son invitados al plató para que escuchen allí las respuestas.
PEQUEÑA, ABUNDANTE HISTORIA
El ICR (Instituto Cubano de Radiodifusión)
creó “El Pueblo Pregunta” hace algunos meses. La historia del programa, corta,
comienza ya a ser abundante.
El primer día ─viernes 16 de junio─ la
televisión emitió por la tarde un anuncio. La mención se repitió varias veces.
El público respondió inmediatamente. Las llamadas se hacían a los teléfonos del
ICR y del Canal 6. Después de la 7 de la tarde comenzó a funcionar el 32-0501,
directo.
Cuando fueron las 10 p.m., la audición
comenzó. Ya se habían acumulado cerca de 200 preguntas. Otras 400 se hicieron
después. Total: 600 en 7,40 horas. 78 por hora. 1.3 por minuto. Los teléfonos,
de tanto uso, echaban humo.
Al amanecer, el programa era el comentario
del día en todas partes. La prensa dedicó un amplio espacio a reseñarlo.
El tema del segundo viernes surgió
inesperadamente. Funcionarios del INDER (Instituto Nacional de Deportes y
Recreación) se ofrecieron para comparecer. Jorge García Bango, director del
organismo, González Guerra, presidente del Comité Olímpico Cubano, y otros
veinte dirigentes deportivos estuvieron en el programa. Tema: la participación
cubana en los V Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá.
Esa noche la
transmisión se hizo por control remoto desde la Ciudad Deportiva. Más de 5000
personas ocuparon asientos en el Coliseo. Las llamadas se recibieron desde la
mañana. Aun así, el trabajo de las telefonistas fue más cómodo. Las compañeras
del INDER les dieron una mano.
Las más recientes ofertas han estado
dedicadas a la Salud Pública ─con la comparecencia del ministro Dr. Machado
Ventura─ y a los problemas hidráulicos ─con el comandante Faustino Pérez,
director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos─.
Para informar al pueblo sobre los V Juegos,
José Llanusa, ministro de Educación y jefe de la delegación cubana a los
Panamericanos, utilizó el formato de “El Pueblo Pregunta”. Se hicieron dos
programas con temas deportivos y en ellos calidad y cantidad de preguntas
mostraron el amplio conocimiento del cubano en esa materia.
─Cómo sabe la gente de deportes ─comentó
alguien.
EL PROGRAMA ESTÁ EN LA CALLE
Nilda Rodríguez (alta, pausada) y Rebeca
Jiménez (bajita, de pelo lacio) manejan “EPP”. Definición de su trabajo:
productoras de mesa. Son organizadoras e impulsadoras al máximo de esta idea.
No se puede hablar del programa sin mencionarlas. Pero ellas, que no salen
jamás en las pantallas, prefieren, insisten en que no.
─Este es nuestro trabajo. No tiene nada de
particular. No hables de nosotras.
Ante esta petición de ambas, hablemos con
ellas y no de ellas.
─El asunto del programa lo determina la
actualidad, los problemas, las necesidades de la revolución… en fin, toda una
serie de cosas.
─Entre los proyectos está el de crear una
sección donde se vuelvan a tocar temas de programas anteriores y se ofrezcan
datos concretos sobre el estado actual de los problemas que se trataron.
─Algo que nos interesa mucho son las llamadas
de larga distancia. Los compañeros de la Empresa Telefónica nos van a dar más
facilidades para eso. Además, el ICR pagará el costo de dichas llamadas.
─Sabemos que el programa cumple una función
social importante. Eso se palpa en la calle.
AL PUEBLO HAY QUE TRATARLO MUY BIEN
Las telefonistas aparecen en cámara. Son seis
entusiastas militantes. Consuelo, del Partido. Marta, María, Caridad, Silvia y
Mirta, de la Unión de Jóvenes Comunistas. Todas empleadas del Instituto de
Radiodifusión. Edad promedio: 20 años. Recibieron un “entrenamiento especial” ─que
duró un cuarto de hora─ para trabajar en “EPP”.
─Nos citaron para las 7 p.m. No sabíamos de
qué se trataba. A las 7 y 15 ya estábamos recibiendo llamadas.
─Respondí cientos de veces, asuntos
distintos. Al final me dolían las manos y la mente me iba a estallar. Nunca me
he sentido más cansada. Ni más satisfecha de un trabajo.
─Esta labor es más dura que tumbar caña.
─Es una gran responsabilidad haber sido
elegidas para este puesto. Al pueblo hay que tratarlo muy bien.
Las muchachas no cobran sus “actuaciones” en
“El Pueblo Pregunta”. Su trabajo, agotador, lo cumplen sonriendo.
─Después del primer programa, la gente me
reconocía en la guagua. Yo no sabía dónde meter la cabeza.
NADIE SIN RESPUESTA
“El Pueblo Pregunta” se desarrolla vigorosamente.
Cada semana las llamadas son más. La publicación en la prensa, con varios días
de anticipación, del tema a tratar en el espacio ha dado paso a otro aspecto:
el pueblo pregunta por cartas. Cientos de ellas están llegando semanalmente al
ICR. Aunque muchas coinciden en los mismos asuntos, para responder todo se
necesitarían más horas de transmisión. ¿Qué hacer? El 28 de agosto, el diario
Granma (órgano del Comité Central del Partido Comunista de Cuba) comenzó a
publicar la sección “El Pueblo Pregunta en Granma”, donde se da contestación a
las interrogantes que, por falta de tiempo, no pudieron ser evacuadas durante
la transmisión del programa. El propósito es que nadie quede sin respuesta.
─Hemos analizado las preguntas ─dice Nilda─.
Casi el cien por ciento de las dudas se producen por falta de información
correcta o por desinformación. Hay que combatir esto. El programa está para
eso. Que nos llamen o escriban.
Y a usted, ¿le queda alguna pregunta por
hacer?
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