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lunes, 26 de julio de 2021

LA HUELGA GENERAL, EL EMPUJÓN

   Ese querer tapar el caos económico y social con un nacionalismo infantiloide de banderitas y consignas que ya no se tragan ni ellos mismos, ese constante echarle la culpa al bloqueo para quitarse de encima las enormes responsabilidades que tiene el castrismo en el descenso a los infiernos a que ha conducido a Cuba, esa súplica a los americanos para que permitan el libre flujo de remesas que van a parar a las cuentas de la cúpula en paraísos fiscales, esa represión sin medida como vía para que se acabe el problema, ese culpar de odiadores anexionistas y mercenarios a todo el que piense distinto, ese ir a buscar casa por casa a quienes participaron en las protestas de 11 de julio para dar un escarmiento, ese soltar a detenidos ya condenados en juicios sumarios sin garantías para que esperen encerrados en sus hogares si Papá Raúl decide perdonarles el atrevimiento de querer libertad y gritarlo, ese desprecio al diálogo con una juventud inteligente para la cual no tienen respuestas, ese hacer desaparecer a Luis Manuel Otero Alcántara porque si lo dejan libre les puede virar la tortilla en menos de lo que canta un gallo, ese hipócrita acordarse ahora de los barrios marginales donde creció y se desarrolló el hombre nuevo que ellos fabricaron a base de miseria y dificultades, esa incontrolable Covid-19 campeando a sus anchas con más fallecidos y contagiados cada día, esa mentira repetida una y mil veces de que el mundo les apoya, ese Malecón militarizado y vacío por el simple hecho de que en la Florida anunciaron una flotilla de yates deportivos, ese pasear constante de los jeeps con las tropas especiales para que la gente las vea vestidas de Robocop y se acojone, esos actos de reafirmación revolucionaria convocados a la cañona y ausentes de entusiasmo popular, ese desfile de videos vergonzantes de artistas e intelectuales obligados, en el mejor estilo estalinista, a cantar ante las cámaras su apoyo al proceso, ese tsunami de propaganda burda y patriotera tratando de que los machacados se sientan identificados con los privilegiados que los machacan, ese sospechoso silencio que el Granma ha mantenido ante la muerte en circunstancias misteriosas de tres generales de larga trayectoria, esa campaña ridícula para hacer creer que el burócrata Díaz-Canel SG es un líder capaz de sacar a Cuba del atolladero, esas amenazas de Humberto López en el NTV, esas patéticas mesas redondas en que dirigentes y funcionarios se hacen los buenos y hablan de un país de fantasía en que todo va bien y el mes que viene va a estar mejor…
   Todos esos son síntomas de que están cagados de miedo, de que el temor cambió de bando, de que les aterra el próximo paso que puedan dar las masas que salieron a las calles el 11 de julio, las mismas que ellos han manipulado y jodido a su antojo durante una eternidad de 62 años.
 
   Podridos en sus mentes y su accionar, más dictadores que Machado y Batista, con el fascismo corriéndoles por las venas y la ceguera política impidiéndoles ver la terrible realidad que ellos mismos han construido, ¿quién sabe lo que puedan hacer para no soltar el jamón? Si son capaces de todo, si disponen de todas las armas y están dispuestos a usarlas contra el pueblo, ¿qué margen de maniobra les queda a esos millones de cubanos desarmados, desorganizados, sin líderes que marquen el camino, sin apoyo del exterior, esos millones que han despertado de su letargo y de su mansedumbre y han dicho “¡ta güeno ya!”?
   Pues les queda el empujón que indica el sentido común para darles el toque de gracia ahora que están débiles, ahora que están heridos de muerte: la huelga general. No hace falta una gran organización ni una masiva y costosa campaña pública de convocatoria. Solo hace falta Radio Bemba, el boca-oreja que ellos no pueden tumbar como hicieron con Internet, para que de pronto, sin que ellos lo esperen, el día menos pensado todos los que quieran tumbar a quien hay que tumbar se encierren en sus casas. Ese día los centros de trabajo y los colegios se quedarán prácticamente vacíos, las actividades se paralizarán porque no habrá comunistas suficientes y, por primera vez desde 1959, no habrá colas en el país de las colas.
 

   No es necesario mucho lío para entrar en modo huelga, solo bajar los brazos y dejarlos quietos. Todo en una onda muy pacífica. Ese día el grito de "¡¡Libertad!! se escuchará más alto porque será mudo y saldrá de todos los edificios. Y las tonfas de los policías y los palos de los fanáticos paramilitares se van a quedar inútiles porque no habrá nadie en las calles a quien golpear. Y no podrán sacar de sus hogares a los huelguistas porque no habrá cárcel tan grande para albergar a millones de personas.
 
   Llámenme ingenuo, pero denle taller en serio y díganme que no estoy en lo cierto cuando aseguro que si se les reventara una huelga general bien general, de esas que hacen historia, no les va a quedar otra salida que doblar la rodilla y ese va a ser el primer paso de la transición que Cuba está pidiendo a gritos.
 
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   Nota: 
   Un buen amigo, bien intencionado, me escribe señalándome lo difícil que es hacer una huelga general en una nación en que no se pueden acopiar previamente alimentos ni medicinas. Por supuesto que lo sé, pero estoy seguro de que si los cubanos quieren, solucionarán ese problema logístico sin que haya que proporcionarles un manual de supervivencia en condiciones adversas.
   Nadie dijo que provocar un cataclismo político sin sacrificar vidas humanas, que de eso se trata, sea fácil. También era y es difícil jugarse la vida lanzándose al mar encaramado en cuatro tablas y miles de cubanos lo han hecho. Todo depende de las ganas y/o la necesidad que tenga la gente de aprovechar este momento histórico, este momento de 2021 en el que se presentan unas condiciones favorables que nunca se han dado antes, y quitarse de encima, de una vez y para siempre, a esa desgraciada revolución fidelista que les ha jodido la vida.
 
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