En un alarde de guapería insólito en mí, que soy cobarde por naturaleza y por convicción, me he disparado hace un rato por Cubavisión Internacional el acto del malecón habanero.
Convocado bien tempranito para que no cogiera sol el anciano Raúl, el que realmente manda, la cosa estuvo muy lejos de parecerse a aquellas grandes concentraciones en la Plaza que el Innombrable convocaba para su mayor gloria. Allí hoy lo que había era mucha policía vestida de civil, muchos carneros con miedo a señalarse y perder el trabajo, mucha militancia transportada como rebaño en guaguas del partido.
Ya los privilegiados dirigentes no cuentan con las masas, ya el pueblo, traicionado, hambriento y machacado por todas las carencias habidas y por haber, se cansó de ellos y sus tejemanejes.
Antes, siempre había una cámara en lo alto de la raspadura de la Plaza de la Revolución para que se viera la gran multitud. Esta vez, la TV Cubana colocó su técnica en sitios estratégicos, para embarajar y que no se supiera cuánta gente había. No se atrevieron a montar una cámara en un dron y mostrar una panorámica desde el cielo, cosa que podían haber hecho fácilmente. Y no se atrevieron porque eso hubiese enseñado que aquello, como concentración de gran apoyo popular, era una reverenda mierda.
En cuanto al Ñato SinCasa, ¿qué se puede decir de él que no se haya dicho ya?
Miguel Díaz-Canel es un tipo simplón, burócrata mediocre, mentiroso compulsivo, incapaz de hacer un análisis serio de una realidad compleja...
Incapaz de improvisar, leyó una arenga patriotera donde repitió el teque de siempre, salpicado con las palabras y conceptos de los últimos días: bloqueo, imperialismo, odio, islita sitiada, pocos disturbios, gente confundida, calles nuestras, anexionismo, futuro luminoso, Abdala, etc.
Mencionó, muy por arribita, que ha habido errores, deficiencias y falta de atención a la población, pero sin precisar quién va a pagar por eso ni cuáles medidas se van a tomar para mejorar las cosas.
Juró que no ha habido represión, cosa que no le cree ni el Bobo de la Yuca porque los videos de golpizas y abusos han inundado Internet.
Mientras él hablaba, mientras repetía como un loro el guión venido de arriba, los asistentes, esos pobres muertos de sueño y miedo a contagiarse que estaban allí desde las 5 o las 6 de la mañana porque los habían convocado sus superiores, agitaban las banderitas y los carteles que les habían regalado y coreaban consignas que les orientaba una voz, siempre la misma. Entre ellas, esa increíble muestra de la indignidad humana a la que puede llegar una persona cuando pierde la capacidad de saber lo que hace: “Pa lo que sea, Canel, pa lo que sea”. Un lema que intenta decir que el Ñato Puesto a Dedo es un líder capaz de conducir al pueblo a la victoria, cuando en realidad el tipo apenas califica para ocupar el insignificante puesto de responsable de vigilancia de un CDR de un pueblecito.
En fin, el mar.
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