De todos es conocida, hasta la saciedad nos metieron eso en la cabeza, la profunda inspiración martiana de la revolución que encabezó Fidel. Castro, también llamado El Inconmensurable, basó en el pensamiento del Apóstol las líneas de su proceder en la vida y de todas y cada una de las políticas y decisiones que marcaron la trayectoria del proceso revolucionario desde su génesis. Ya en fecha tan temprana como 1953, para disminuir su culpa en la organización del ataque al cuartel Moncada, el Máximo Líder le encasquetó a Martí la autoría intelectual del sangriento hecho.
Y de ahí en adelante, durante muchos años se nos aseguró, por activa y por pasiva, que el fecundo pensamiento martiano era la fuente de donde bebía la revolú para llevar al pueblo a la victoria.
La abolición del capitalismo en el territorio nacional, la sustitución de la república democrática por un estado totalitario y fallido, el silencio impuesto a los opositores, la familia fracturada por la separación, los balseros ahogados en el mar, la tortura a los contrarrevolucionarios en las cárceles, los mítines de repudio, las intervenciones militares cubanas en numerosos países que provocaron miles de cubanos muertos en guerras ajenas e inútiles, las millones de horas perdidas en colas que se podían haber evitado, el hambre que se ha pasado, las viviendas que se han derrumbado y las que no se han construído, los graves problemas estructurales sin resolver, las injusticias que se han cometido, la falta de libertades y derechos, la represión al que piensa distinto al gobierno, el sistema electoral que garantiza que siempre gane el PCC, la permanente escasez de alimentos y medicinas, la injusticia social, la corrupción, la estrategia educacional que convirtió a los cubanos en los habitantes más cultos y refinados del universo, (los únicos seres humanos que escriben sin faltas de ortografía) y el trabajo de chivatería y control de la población llevado a cabo por los CDR son solo algunos ejemplos de la presencia de Martí en los pasos que han marcado el camino triunfal del proceso.
Todas esas acciones son martianas en su esencia y en su implementación. Ya lo dijo Fidel en sus célebres palabras a los intelectuales: “Dentro del Apóstol todo, contra el Apóstol nada”.
Como se trata de una línea fundamental, de la columna vertebral ideológica de todo lo que se ha hecho y hará, a la muerte del Comandante en Jefe, quienes han ocupado la máxima jefatura del gobierno y el partido único han seguido bebiendo de Martí, inspirándose en su infinita sabiduría política y moral para tomar decisiones.
Hoy en día, las enormes dificultades que pasan los cubanos (excepto los privilegiados dirigentes y sus familiares), el caos en los transportes, los abastecimientos y la salud pública y el estado calamitoso en que se encuentra una nación destrozada en que nada, absolutamente nada, funciona bien, todo ello ha sido posible gracias al apego estricto a las doctrinas y enseñanzas de José Martí que caracterizan el quehacer diario del alto mando castrista.
De ahí que el pasado 11 de julio, al ser sorprendido en su plácido descanso dominical por la gritería y los disturbios que unos cuantos mercenarios, antisociales, anexionistas y vándalos formaron en un pequeñísimo número de lugares de la isla, el Presidente Puesto a Dedo y Primer Sectario Díaz-Canel SinCasa salió inmediatamente de su piscina e hizo lo que los estatutos del partido y los lineamientos estipulan que se haga siempre, lo que su jefe Raúl El Que Manda le ha orientado: acudir a Martí, sumergirse en la grandeza de sus preclaras ideas antes de actuar.
Esa mañana D-CS llamó por teléfono a Yusuam Palacios, el hombre que más sabe del Apóstol en la isla, y le pidió que le soplara una frase martiana que le sirviera de guía de comportamiento en una situación así. Por eso, porque Yusuam estaba buceando en las Obras Completas en busca de lo solicitado por su líder, fue que en los primeros momentos, la chusma barriotera y marginal al servicio de la CIA gozó de unas horas para alterar el orden público sin encontrar resistencia.
– Mi querido Señor Presidente.
– Dime, Yusuam.
– Ya lo tengo. Es un concepto que Martí esbozó en un discurso pronunciado ante los tabaqueros de Tampa el 26 de noviembre de 1891 y que más tarde desarrolló en...
– Oye, deja la muela y ve al grano que estoy apurado. ¿Qué dijo Martí?
– Sí, Presidente, le leo: “Los hombres buenos son aquellos que llevan en sus manos las armas de la verdad y el conocimiento para proporcionar los varapalos que se merecen la mentira y la ignorancia”.
– ¿Dice “varapalos”?
– Sí, señor.
– Ilústrame, ¿que significa esa palabra?
– Bueno, yo creo que son unas varas de madera, vienen siendo como palos.
– Pues, muchas gracias, chico. Ya tengo lo que necesitaba.
Y así fue cómo el pobre traído y llevado Martí, tantas veces cogido para el trajín sin su consentimiento, iluminó a Miguel Díaz-SinCasa en su decisión de dar la orden de utilizar varas y palos para reprimir con extrema violencia las manifestaciones de la oposición mala malosa.
Lo que ocurrió después no es necesario contarlo, se vio en las decenas de videos que coparon las redes sociales, videos que demuestran como la policía, los segurosos y los partidarios paramilitares de ese gran fracaso que siguen empeñados en llamar revolución actuaron motivados por el pensamiento de José Martí, el más grande de todos los cubanos.
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