"PATRIOTA 01" TIENE TECNOLOGÍA SOBERANA Y MAMBISA

   Todas las reuniones y asambleas, absolutamente todas y cada una, que se han celebrado en Cuba durante los últimos 62 años, desde un encuentro de cederistas a nivel de calle hasta las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, han tomado y toman sus decisiones por unanimidad. Esa sana costumbre, típica de la democracia castrista, es una muestra más de la identificación del pueblo con las orientaciones bajadas desde su Partido y su Gobierno.

   Sin embargo, la imagen de la totalidad de participantes de un cónclave alzando sus manos para votar que están de acuerdo con lo planteado suele causar una impresión negativa a aquellos extranjeros que no conocen la idiosincrasia del cubano de hoy, dócil, obediente y socialista. Para evitar esa estampa de todos con el brazo arriba, actuando como borregos, y para ponerse al día con las más modernas tecnologías, la dirección de la revolución decidió que en el 8vo. Congreso del PCC que se celebra en estos días se votara electrónicamente.

   Durante dos meses, una comisión de dirigentes del Partido recorrió Europa para comprobar cómo se vota en las cámaras de diputados de ese continente y a su regreso recomendó el uso de un dispositivo tipo semáforo que da tres opciones posibles: De Acuerdo, En Contra y Abstención.

 

 

   Sometida al Buró Político y al Consejo de Estado, la propuesta fue rechazada (por unanimidad, faltaría más) por considerarse poco práctica. Al oponerse, el General Raúl Castro aplicó la lógica más elemental y expresó: “Seamos racionales. ¿Para qué vamos a gastar divisas y esfuerzo en un mecanismo complicado cuando aquí todo el mundo siempre vota que está de acuerdo?”.

 

   Surgió entonces “Patriota 01”, el aparato creado por científicos revolucionarios con tecnología soberana y mambisa para ser empleado en el 8vo. Congreso y que, como ven, solo ofrece una posibilidad. Al tener instalado este sistema en su asiento del Palacio de Convenciones, el delegado votará cómodamente, sin tener que hacer el duro esfuerzo de levantar el brazo y, además, se evitarán esas fotografías y videos que suelen dar una impresión negativa a aquellos extranjeros que desconocen la idiosincrasia del cubano de hoy, dócil, obediente y socialista.

 

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Nota:

   El diario Granma de hoy informa que, siguiendo los lineamientos trazados para vencer al bloqueo imperialista y a la pandemia mediante la colaboración entre países amigos, ya el Ministerio de Relaciones Exteriores se ha puesto al habla con los gobiernos de Nicaragua, Venezuela, Corea del Norte y Bielorrusia para comunicarles nuestra disposición solidaria de facilitarles, completamente gratis, todos los dispositivos “Patriota 01” que necesiten en sus parlamentos.

 

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EL 8º CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE FRACASILANDIA

Se pasan la vida presumiendo de éxitos y victorias, mintiendo descaradamente sobre una revolución que no cumplió sus promesas de libertad, justicia y bienestar para el pueblo y se convirtió en una dictadura disparatada, repleta de fracasos estrepitosos.

A estas alturas, 62 años después de que Fidel Castro alcanzara el poder...

Cada cubano preso o perseguido por sus ideas es un fracaso.

Cada día sin libertad de expresión y demás derechos humanos es un fracaso.

Cada uno de los millones de cubanos que se marcharon al extranjero, ya sea por motivos políticos o económicos, es un fracaso.

Cada cubano que ha muerto tratando de escapar de la isla es un fracaso.

Cada dirigente y sus familiares disfrutando de privilegios, viviendo muchísimo mejor que el cubano de a pie, es un fracaso.

Cada cubano muerto en acción en guerras ajenas es un fracaso.

Cada familia dividida es un fracaso.

Cada acto de discriminación, cualquiera que sea, es un fracaso.

Cada uso de Martí y de los símbolos patrios para encubrir políticas perversas y justificar decisiones absurdas es un fracaso.

Cada día que pasa sin que los cubanos puedan tener una buena nutrición es un fracaso.

Cada enfermo sin las medicinas que necesita es un fracaso.

Cada día que pasa con la libreta de abastecimiento vigente es un fracaso.

Cada niño recibiendo adoctrinamiento en lugar de una buena educación es un fracaso.

Cada hospital con sus instalaciones sucias es un fracaso.

Cada comercio que vende solo en divisas extranjeras es un fracaso.

Cada vez que se le echa la culpa al bloqueo de algo que no funciona es un fracaso.

Cada cubano sin una vivienda digna es un fracaso.

Cada feminicidio es un fracaso.

Cada hectárea de tierra sin producir o produciendo menos de lo que podía es un fracaso.

Cada sindicato sin defender las demandas de sus trabajadores es un fracaso.

Cada acto de degradación de la convivencia es un fracaso.

Cada fábrica paralizada o destruida es un fracaso.

Cada estante vacío en una tienda es un fracaso.

Cada joven malgastando su tiempo en la esquina y soñando con irse del país es un fracaso.

Cada cárcel repleta de presidiarios es un fracaso.

Cada falta de ortografía es un fracaso.

Cada edificio en ruinas es un fracaso.

Cada opositor impedido de salir a la calle es un fracaso.

Cada falta de respeto entre cubanos es un fracaso.

Cada proceso electoral amañado para que los mismos sigan en el poder es un fracaso.

Cada votación unánime, desde el nivel más bajo hasta en la Asamblea Nacional, es un fracaso.

Cada cubano con miedo a decir lo que piensa es un fracaso.

Cada abuso de un policía es un fracaso.

Cada cola para comprar un producto es un fracaso.

Cada guagua que no viene es un fracaso.

Cada solar es un fracaso.

Cada apagón es un fracaso.

Cada multa injusta es un fracaso.

Cada derrumbe o amenaza de derrumbe es un fracaso.

Cada mentira publicada en la prensa oficialista es un fracaso.

Cada acusación de desacato es un fracaso.

Cada juez sometido a lo que dicta el que manda es un fracaso.

Cada creador sometido a la censura es un fracaso.

Cada lista negra es un fracaso.

Cada acto de repudio es un fracaso.

Y así podríamos estar toda la vida citando fracasos.

 

Texto escrito como saludo al 8vo. Congreso del Partido Comunista de Fracasilandia, que se celebrará en La Habana del 16 al 19 de abril de 2021.

 

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UN TABURETE PARA QUE SE SIENTE FRANK GONZÁLEZ

   Eso de que cuando un ser querido se muere va al cielo no es cierto. Eso es una mentirita faciloide que se les dice a los niños para tratar de explicarles el hecho terrible de que alguien desaparezca y no esté más. Cuando una persona que queremos o admiramos se muere va directo a ocupar el lugar que le corresponde por derecho en un sitio maravilloso, se dirige a un país entrañable donde le espera una segunda vida que durará, esta vez sí, hasta siempre.

   Ese sitio maravilloso, ese país entrañable, es el recuerdo de los demás.

   Hoy, 9 de abril, ha fallecido Frank González y en el interior profundo de mi memoria, allí donde guardo a los actores cubanos que más valoro, los grandes dramáticos Reinaldo Miravalles, Miguel Navarro, José Antonio Rivero, Ricardo Dantés, Carlos Paulín, Enrique Santisteban, René de la Cruz, Roberto Blanco, Vicente Revuelta, Adolfo Llauradó, José Antonio Rodríguez, Ángel Toraño, Omar Valdés, Luis Alberto García, Armando Soler, Juan Carlos Romero, Agustín Campos, Orlando Casín, Gaspar de Santelices, Raúl Pomares, Manuel Estanillo, Paco Alfonso, Enrique Almirante, Eduardo Egea, Erdwin Fernández, Alejandro Lugo, Luis Manuel Martínez Casado, Raúl Selis, Hilario Peña, Coqui García, Bernardo Menéndez, Salvador Wood, Raúl Eguren, Luis Alberto Ramírez y José Corrales andan ajetreados, buscando un taburete para que se siente entre ellos Frank, el muchacho sencillo del Departamento de Facilidades de la TV Cubana al que se le metió entre ceja y ceja ser un gran artista, respetado por sus compañeros y admirado por sus compatriotas, y lo consiguió a base de talento, esfuerzo, sacrificio y respeto por su trabajo.

El gran actor cubano Frank González

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LA DICHOSA CADENA PUERTO-TRANSPORTE-ECONOMÍA INTERNA

 

   Hubo una época, allá por los 70 y 80, en que todos los medios de propaganda del régimen nos bombardeaban cada día con el estado de la cadena Puerto – Transporte – Economía Interna.

   El objetivo de aquella constante campaña era crear un estado de opinión en la población que presionara a los funcionarios revolucionarios responsables de los grandes atascos que se producían en los muelles habaneros. Estos atascos causaban que los productos y materias primas no llegaban a tiempo a su destino y, además, que había que pagar miles de dólares por sobreestadía de los barcos atracados.

   La gente debía tomar conciencia de la gravedad del problema. Por ello se le informaba con precisión y detalles cuántos buques habían llegado, qué mercancías se estaban descargando o ya se habían descargado, cuál era el estado de ocupación de los almacenes del puerto y cómo se comportaban los camiones.

   El asunto ocupaba los titulares y las páginas de los periódicos y abría los noticieros de las emisoras de radio y televisión. A los cubanos de a pie, alienados como estábamos por la propaganda castrista, nos llegó a interesar que un buque soviético descargara un cargamento de cualquier cosa y nos preocupaba que los almacenes se encontraban al 96% de su capacidad y no al 82% como habían estado en la quincena anterior.

   Cuando uno se lo cuenta a un extranjero, le parece algo increíble porque eso no es noticia destacada en ningún país del mundo mundial.

   Un buen día, por esos motivos ocultos que se manejaban solo en las altas esferas, el estado de la famosa cadena dejó de salir en la prensa. Yo, que llegué a engancharme bastante con el tema, sufrí el mismo síndrome de abstinencia que padecen los drogadictos cuando les cortan el suministro por completo y de pronto.

   No se imaginan los sudores fríos y los temblores que padecí buscando en las páginas del diario Granma algo que necesitaba desesperademente y con urgencia y el impasible Granma no me daba: el porcentaje de ocupación de los almacenes portuarios.

 

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Apéndice:

   Y cuando la cogieron con Ubre Blanca, tres cuartos de lo mismo. Todos los días, la vaca ahijada de Fidel en las portadas de la prensa, informándonos cuántos litros había dado el día anterior en cada ordeño.

 

   Yo no sé cómo pudimos sobrevivir a tanto disparate sin volvernos locos. 

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