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domingo, 28 de febrero de 2021

NI LA MADRE QUE LA PARIÓ

Encabezada por el Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez y con la presencia del Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, el secretario general de la CTC y el ministro del ramo, sesionó ayer en La Habana la Asamblea Anual de Balance del Ministerio de la Destrucción, en la que se analizó el desempeño que tuvo el sector en 2020, calificado como exitoso ya que se sobrecumplieron las metas trazadas en los lineamientos pese a la pandemia, el bloqueo imperialista y otros grandes obstáculos que hubo que enfrentar a lo largo del año.

 
  Creado por iniciativa personal de nuestro glorioso Comandante en Jefe el 3 de marzo de 1959, el Ministerio de la Destrucción (MinDest como lo identifica cariñosamente la ciudadanía) ha sido uno de los bastiones de la acción transformadora de la Revolución Cubana y, sin embargo, a pesar del esfuerzo realizado y de los grandes logros obtenidos en la destrucción de edificios, viviendas, calles, industrias y todo lo que se le ha puesto por delante, no aparece en la prensa nacional con la frecuencia y el reconocimiento que se merece.
El Presidente, al hacer el resumen de la actividad, resaltó lo siguiente: “Hay que ver lo que han trabajado estos heroicos compañeros, forjadores del cambio que ha dado el paisaje urbano de nuestro país durante la etapa revolucionaria. Es algo que resulta evidente con solo caminar por los barrios de cualquier ciudad. El mejor ejemplo de ello es La Habana, cuyo estado actual provoca en los mayores que la conocieron antes, en la república mediatizada, un sentimiento de admiración que se refleja en el lema conque se celebró su medio milenio y su declaración de Maravilla del Mundo: “Al verla hoy, no la reconoce ni la madre que la parió”.
 

El programa Mesa Redonda del próximo martes, día en que se cumple el 63 Aniversario de la fundación del Ministerio y por ello se celebra el Día del Destructor Revolucionario, se dedicará íntegramente a resaltar la fundamental labor que realiza el Mindest y a homenajear a los Vanguardias Nacionales del sector. En dicha ocasión se estrenará un documental de los Servicios Informativos de la TV Cubana titulado “Revolución es Destruir”, que será narrado por Humberto López con la simpatía y la credibilidad que le caracterizan.
 
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miércoles, 24 de febrero de 2021

EL 24 DE FEBRERO VISTO POR EL GRANMA

 

Como saludo al 24 de febrero, reproduzco una información aparecida hoy en el periódico Granma que he considerado de mucho interés ya que arroja luz sobre aspectos desconocidos de la gesta que significó el fin del colonialismo español en Cuba. Dice así el texto del Granma:
“Hoy, 24 de febrero, se cumplen 126 años del inicio de la última de las tres guerras que llevaron a cabo los patriotas cubanos del siglo XIX en su lucha por lograr la independencia de la patria. Aunque se conoce como “El Grito de Baire”, el levantamiento se produjo en unas 35 localidades de distintas partes del país.
Al iniciarse 1895, el ambiente en Cuba era francamente insurreccional. Los jefes mambises comprometidos dentro de la Isla, ansiosos por retornar a la manigua, apremiaban a José Martí para que firmara la Orden de Alzamiento con el argumento de que el gobierno colonial español ya estaba sobre aviso y en cualquier momento podían caer detenidos.
El 29 de enero, El Apóstol convocó a sus tres más cercanos colaboradores, los hermanos Fidel y Raúl Castro y un aguerrido joven narizón de Placetas llamado Miguel Díaz-Canel Bermúdez, conocido por el sobrenombre de “El Ñato”. Todos coincidieron en la necesidad de impartir cuanto antes la Orden de Alzamiento, la cual redactó Martí y suscribieron los cuatro. En ella, se autorizaba “el alzamiento simultáneo, o con la mayor simultaneidad posible, de las regiones comprometidas (…) durante la segunda quincena, no antes del mes de febrero”.
Desde días antes de la fecha fijada, los jefes mambises orientales habían abandonado sus casas para no ser localizados por las autoridades colonialistas. Esteban Lazo, por ejemplo, montado en una mula, burló la vigilancia española y se fue al poblado de Auras donde se hospedó en casa de un amigo. En la mañana del 24, dejó su refugio y con un grupo de patriotas, acampó en la loma de La Lombriz, Alto Songo.
En su finca Colmenar de Bayate, cerca de Manzanillo, Ramiro Valdés izó la bandera de la estrella solitaria y estableció allí un campamento mambí.
80 insurrectos se alzaron en Yara, bajo el mando de José Ramón Machado Ventura y entraron a punta de machete en el poblado, donde hicieron acopio de armas.
Cerca de Bayamo, en su finca El Avestruz, Guillermo García abandonó la cría de esas aves y se levantó en armas. En Vega de la Piña se alzaron Alpidio Alonso y Fernando Rojas con 80 compañeros armados, todos amantes de la cultura.
En la tarde del 24, el joven Abel Prieto y 12 valientes tomaron el fortín de Hatibonico y se apoderaron de armas y municiones. Sería esa la primera victoria de las fuerzas cubanas en la guerra que recién comenzaba.
Salvador Valdés Mesa salió de Santiago de Cuba con un grupo de independentistas y montó campamento cerca de la ciudad, en la finca San Esteban. Leopoldo Cintra, siguiendo orientaciones directas de Fidel, sublevó al poblado de El Cobre. Cerca de San Luis establecieron su campamento dos seguidores fieles del Ñato Díaz-Canel: Marino Murillo y Alejandro Gil. Mientras, en Loma del Gato, tradicional centro de operaciones del ejército español, actuaron Manuel Marrero y el numeroso grupo de insurrectos que él comandaba, entre los que se encontraba Yusuam Palacios, quien destacó por las arengas que pronunciaba con su verbo encendido de patriotismo martiano.
En Baire, Bruno Rodríguez Parrilla cumplió cabalmente, como siempre, la orden recibida de Raúl Castro. Reunió en la tarde a sus compañeros en el Puente de la Herrería y al frente de ellos marchó hacia la plaza central, donde se proclamó en rebeldía. Extrajo su revólver y disparó sus seis tiros al aire.
En Occidente, se reunieron en las cercanías del poblado matancero de Ibarra un pequeño grupo que incluía a Rodrigo Malmierca y Edmundo García.
La mujer cubana, siempre mambisa, siempre revolucionaria, no se quedó atrás. Susely Morfa entregó todos sus ahorros en divisas a la causa. Mariela Castro se alzó en el Reparto Siboney al frente de un nutrido colectivo LGTB. Lis Cuesta, vestida con su reconocido buen gusto, se lanzó a la manigua desde Cubanacán, donde recién había participado en una muestra de cocina cubana para turistas extranjeros.
Arleen Rodríguez y Randy Alonso tomaron las armas en el caserío de Mesa Redonda, cercano a Artemisa, mientras que Humberto López, Rafael Serrano, Cristina Escobar y Lázaro Manuel Alonso atacaron un fortín español donde se guardaban los sistemas de manipulación de masas y se apropiaron de ellos para ponerlos en función de los intereses revolucionarios.
Según varias fuentes, unas 35 localidades de distintas partes del país se levantaron en armas contra el colonialismo español aquel 24 de febrero de 1895, aunque los focos guerrilleros solo pudieron consolidarse en la parte sur de la región oriental cuando unos meses después Fidel, Raúl y Díaz-Canel, que habían viajado desde México en el yate Granma al frente de 82 valientes, desembarcaron en Las Coloradas y se dirigieron a la Sierra Maestra para encabezar la Guerra de Independencia que acabaría con el sometimiento de Cuba a los poderes imperialistas y significaría el inicio de la gloriosa Revolución Cubana, sinónimo de bienestar y felicidad para el pueblo de nuestra patria”.
 
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sábado, 20 de febrero de 2021

LA HABANA EL DÍA DESPUÉS

 


   No, no es un desolado paisaje marciano captado por una cámara del rover Perseverance. Es una fotografía de La Habana el día después de que se caiga "aquello". Como se aprecia, no habrá ni donde amarrar la chiva. Y por lo visto, tampoco habrá chiva alguna que amarrar.
 
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jueves, 18 de febrero de 2021

BALADA DEL PIONERITO QUE SOÑABA SER COMO FIDEL

    Advertencia: este relato es una obra de ficción en la que he incorporado algunos datos tomados de las enciclopedias digitales Wikipedia y Ecured.
P.G.
 
I
   El 24 de mayo de 2020, en una reunión de chequeo del programa de producción de alimentos que fue televisada a todo el país, el presidente de la República de Cuba realizó una serie de comentarios críticos acerca de las deficiencias que presentaba el sector de la alimentación, sector que recalcó “está considerado como estratégico”, y presentó algunas ideas que podían ponerse en práctica para mejorar la situación.
   Aquel día el presidente formuló una frase que los internautas de la oposición, siempre tan oportunos como malévolos, con frecuencia acusados por La Habana de estar a sueldo del gobierno norteamericano, exprimirían hasta lo indecible: “La limonada es la base de todo”.
   La expresión fue el punto de partida para una campaña en las redes sociales cuyo objetivo era desacreditar al mandatario (“Puesto a Dedo” insistían en llamarle), resaltando su nulidad como político y la burbuja privilegiada en que vive, aislado de la realidad dramática que sufren los hambreados cubanos de a pie.
   Su referencia a la limonada como solución alimentaria acompañará al presidente por los siglos de los siglos, tal y como “La patria es ara, no pedestal” identifica a José Martí y “Patria o Muerte, Venceremos” a Fidel Castro.


II
   Dispuesto a darle la vuelta a la tortilla en aquel combate ideológico planteado por el enemigo yanqui, el presidente, robándole tiempo a sus numerosas ocupaciones, se implicó personalmente en un proyecto ambicioso: la creación de una cadena de unidades de venta de refrescos elaborados a base de limón. Al cumplirse seis meses de aquella reunión, el 27 de noviembre y en saludo al aniversario del fusilamiento de los estudiantes en 1871, se inauguraba en Caimito del Guayabal el primer quiosco de “El limoncito verde olivo”.
    El plan estratégico que se preparó, se puso en marcha. Los “limoncitos”, bien diseñados, limpios y relucientes y con una amplia oferta de limonadas frías de 25 sabores, adquiribles en moneda nacional a solo 10 centavos el vaso grande y servidos por jóvenes amables enfundados en vistosos uniformes, se extendieron enseguida por todas las provincias tal y como años atrás proliferaron las jugueras y las guaraperas. La población, encantada, se volcó hacia los quioscos, formando largas colas para disfrutar de la oportunidad que se le brindaba de saciar su sed.
   El presidente, satisfecho y sonriente, apareció en el Noticiero Estelar de la TV bebiendo “el preciado líquido” (así lo describía la voz del locutor), recorriendo una de las nuevas plantaciones de limones encargadas de asegurar el suministro de la materia prima y mostrando uno de los 123 modernos equipos portátiles de refrigeración, adquiridos con divisas en Japón, que garantizarían que cada unidad sirviera bien frías sus limonadas.
   Como ha sido costumbre con las iniciativas similares a lo largo de la revolución, los “limoncitos verde olivo” duraron menos que un merengue en la puerta de un colegio. Pocos meses después de su puesta en marcha, el panorama se había deteriorado tanto que los establecimientos se quedaron sin colas porque no había producto que ofrecer. En las reuniones del Partido se les echó la culpa a una mala planificación de los factores y a una deficiente ejecución de los cuadros dirigentes de nivel medio. La agricultura, que fue incapaz de garantizar el abastecimiento, la falta de detergentes, que causó el deterioro de la higiene de los establecimientos, las neveritas japonesas, que se quedaron sin piezas de repuesto, la corrupción del personal, que vendía las limonadas a peso y por la puerta de atrás, en fin...
 
III
   El 20 de abril de 1960, cuando la maestra Aída trajo al mundo a la criatura que había estado engordando en su vientre durante nueve meses, descubrió que era un varón, que estaba bueno y sano y que, como todos los recién nacidos, era feo y arrugado. El papá, un obrero que trabajaba en la cervecería de Manacas, quiso que se llamara como él, así que le pusieron Miguel.
   Placetas era un pueblo grande, de calles anchas, ideal para pasar allí la infancia, jugando y creciendo, creciendo y jugando. En la escuela primaria fue un chico corriente, como los demás, y lo único que lo diferenció de sus condiscípulos fue su fascinación por la revolución, que por entonces andaba, como él, en su primera década de vida y estaba de moda en Latinoamérica.
   La admiración del pequeño Miguelito por el máximo líder Fidel Castro Ruz merece párrafo aparte. La fomentaron las historias que escuchaba en el seno de su familia, tan revolucionaria ella, sobre el héroe heredero directo de Martí que había atacado el Cuartel Moncada, desembarcado en el yate Granma, subido a la Sierra Maestra y peleado al frente del Ejército Rebelde hasta derrotar a la dictadura y liberar al pueblo.
    Cada vez que el Comandante en Jefe salía por el televisor soviético Krim, Miguelito dejaba lo que estuviese haciendo, a veces algo tan importante para un niño cubano como jugar a la pelota con sus amiguitos, y se sentaba, tranquilo e interesado, a ver a aquel barbudo atractivo, de exuberante verborrea y carismático como él solo, que afirmaba no tenerle miedo a los americanos y prometía un futuro repleto de abundancia y felicidad para todos sus compatriotas.
   Con apenas ocho años, una noche en que transmitían una comparecencia del Uno (también llamado "El Caballo"), Miguelito, sentado en el suelo, se volvió hacia sus padres y les sorprendió diciéndoles con cara seria:
– Yo no sé por qué el lema de los pioneros es “Seremos como el Che”. A mí me gusta más Fidel. Cuando yo sea grande, voy a ser como Fidel.
   Aída, orgullosa, comentaba con sus compañeras de la Federación de Mujeres, lo revolucionario y socialista que le había salido su pequeño hijo y lo contento que se puso cuando su padre le regaló un uniforme de miliciano. Ya cuando cursaba el cuarto grado, lo de Miguelito con Fidel era un encarne en toda regla. En los matutinos, leía con voz emocionada, fragmentos de discursos del Fifo que recortaba del periódico.
   La tapa al pomo la puso en la actividad de fin de curso de aquel año, cuando recitó, de memoria y sin un error, las cuatro últimas páginas de “La historia me absolverá”, palabra por palabra y punto por punto. Eso le valió un diploma, que enmarcó y colocó en la sala.
   Durante su adolescencia y juventud, Miguel siguió untándose el cuerpo de revolución como si esta fuera una pomada contra la sarna. Fue número uno en todas y cada una de las tareas que se le encomendaron y en algunas otras que acometió por iniciativa propia, como por ejemplo sembrar pangola, la hierba que promovía el Comandante, en el huerto de su secundaria básica y organizar y dirigir unas jornadas de estudio sobre la vida, obra y pensamiento fidelista a la que asistieron 22 cederistas de su zona. Esto último le valió otro diploma, uno más que sumó a las decenas de reconocimientos que, mientras se iba convirtiendo en adulto, fue guardando en las gavetas de su armario.
   “¡Fidel! ¡Fidel!” se desgañitó Miguel junto a sus compañeros de la Unión de Jóvenes Comunistas, aclamando al Caballo aquella tarde en que le vio en persona por primera vez, en un acto multitudinario en Santa Clara. Ese día, ronco de tanto gritar consignas, las manos rotas de tanto aplaudir, el ánimo exaltado de tanto fervor militante, Miguel regresó a su hogar alternando en su mente una mezcla rara de sentimientos: la alegría de haber tenido a su ídolo a pocos metros y la tristeza de verlo toser varias veces y así comprobar que su Fidel adorado era un ser humano como los demás y que, por tanto, alguna vez se tendría que morir. Acostado en su cama, reflexionó: “¿Qué le ocurrirá a Cuba, a su gloriosa revolución y a toda la humanidad cuando ese hombre extraordinario no respire más, cuando su mente excepcional deje de orientar a las masas, cuando su liderazgo se apague y solo quede el recuerdo de su fructífera vida?”.
   Claro que para ese momento fatal faltaba mucho aún, pensó. Excepto por aquella tosecita puntual, el Comandante se veía vigoroso y saludable y la Seguridad que lo cuidaba era la mejor del mundo. Pero aun así, había que preparar el relevo, por si acaso. Y entre los hombres que relevarían a Quientúsabes en su tarea de alumbrar a los humildes oprimidos de la Tierra con la antorcha del comunismo, se dijo convencido, tengo que estar yo.
  Aquella noche, conversando con su almohada, se prometió que haría realidad su sueño infantil de ser como Fidel, que no importaban los sacrificios y los esfuerzos a realizar, que la Patria que os contempla orgullosa necesitaba de él y a ella un revolucionario sincero no le podía fallar.
 
IV
   Para no hacer muy largo el cuento, diremos que Miguel, una vez claro su objetivo en la vida, se puso para las cosas, comenzando por lo más elemental: engordar su currículum vitae. Con 21 años cumplidos terminó la carrera de Ingeniería Electrónica. A continuación, se integró en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, donde estuvo hasta 1985, año en que comenzó a desempeñarse como profesor en la Universidad de Santa Clara. Entre 1987 y 1989 cumplió misiones internacionalistas en Nicaragua. Al regresar, fue dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas en la provincia de Villa Clara. Se destacó tanto que fue nombrado miembro del Comité Nacional de la UJC y posteriormente, en 1991, elegido para integrar el Comité Central del Partido. En el 93 lo designan segundo secretario del Comité Nacional de la UJC. En 1994 lo hicieron primer secretario del Partido en Villa Clara.
   Ya entonces Miguel, que era un tipo alto, le había copiado a Fidel su gesto confianzudo de ponerle la mano en el hombro a la gente, lo que en lenguaje visual simboliza paternalismo y se ejecuta para demostrar ascendencia moral del dirigente hacia los demás.
   Además de destacarse en cuanta meta se le puso por delante, Miguel, que brillante no era, pero tonto tampoco, comprendió desde muy joven que el mundo interior del Partido único era sucio, campo abonado para trampas, zancadillas y traiciones, un estercolero donde subir un escalón era solo posible para los que se sometían, un entorno malsano en el que mantener una trayectoria ejemplar valía menos que ser un cuadro obediente, incondicional hasta las últimas consecuencias.
   En esto, el PCC no era diferente a otras formaciones políticas de cualquier país del mundo. En su interior se movían diversas tendencias y escoger la buena era fundamental para destacarse y avanzar.
 
 V
   Desde siempre se había establecido que Raúl Castro sería el sustituto en caso de muerte de su hermano. Era evidente que Raúl tenía en su bolsillo la llave del funcionamiento del régimen, que nadie podría llegar al tope de la cúpula castrista sin su apoyo. Y Miguel, que ya se había transformado de un niño inocente que soñaba ser como Fidel en un oportunista ambicioso avezado en las intrigas palaciegas, supo entender las señales que le llegaban, supo captar la frecuencia en que se movían los chismes, dimes y diretes de los pasillos del poder. Así que se arrimó a “la gente de Raúl”, un grupo de dirigentes civiles y militares alineados bajo la batuta del segundo secretario del Comité Central y con una lealtad absoluta a este.
   La opción escogida le dio resultado. Estuvo claro que la mano de Raúl fue la decisiva en 2003 para que el placeteño entrara en el exclusivo Buró Político y lo movieran de Villa Clara, donde se decía que había hecho un buen trabajo, para mandarlo a poner en orden la provincia de Holguín, que andaba patas arriba.
   “Esto pinta bien”, se regocijaba Miguel al ocupar su puesto en las reuniones donde se cortaba el bacalao, acordándose de todas las ocasiones en que bajó la cabeza y dijo sí cuando lo correcto era haber dicho no, en todas las veces en que se arrodilló como súbdito fiel, en todas las maquinaciones y chanchullos en que jugó el rol que le asignaron. Todas las mierdas que ya cargaba sobre sus espaldas de dirigente sumiso habían valido la pena. “Es el precio que hay que pagar si uno quiere estar arriba arriba”, se tranquilizó.
   Una cosa trajo la otra, en una espiral imparable hacia el cielo socialista. En 2009, ministro de Educación Superior. En 2012, vicepresidente del Consejo de Ministros. Un año más tarde, primer vicepresidente del Consejo de Estado. En el 18, presidente de dicho órgano.
   Era un secreto a voces que Raúl andaba probando a un grupo de dirigentes para que se hicieran cargo de la revolución cuando él y su hermano mayor fallecieran. Aunque nadie se lo confirmó, Miguel supo de buena fuente que él estaba entre los finalistas seleccionados y se ilusionó. Si se portaba bien, si continuaba portándose bien, si no cometía un fallo como los que provocaron la caída de los prospectos Robertico Robaina, Carlos Lage o Felipe Pérez Roque, algún día de un futuro cercano el dedo del segundo secretario del PCC le señalaría y él llegaría, al fin, a ser como Fidel.
 
VI
   En noviembre de 2016 muere El Uno.
   El 19 de abril de 2018, aquel pionero placeteño que se quedaba lelo mirando al Fifo en el televisor en blanco y negro, fue nombrado por el Dos como presidente de Cuba. Doce meses después, la presidencia le fue ratificada por la mayoría, unánime como siempre, de la Asamblea Nacional del Poder Popular, para un período de cinco años prorrogable por una única vez.
   Aunque el mando verdadero quedó en manos de su mentor, quien dirige en la sombra desde su cargo de primer secretario del Partido, Miguel hace como que gobierna, preside el Consejo de Ministros, sale en el noticiero dándoles orientaciones a sus subordinados, arremete a diario contra el bloqueo al que achaca todos los males, dispara discursos tan sosos que duermen al más insomne, les pone su mano paternalista en el hombro a las viejitas, en los desfiles agita una banderita pegada a un palito, cita a Martí, viaja de un lado a otro rodeado de escoltas e interpreta el papel de cero a la izquierda que le han asignado con bastante dedicación, todo hay que reconocerlo.
 
VII
   A veces, la triste realidad de una nación en crisis permanente que no levanta cabeza porque, dirigida por una pandilla de incapaces, sigue amarrada a un sistema que no funciona, le produce un bajón a Miguel. Él  se mira en el espejo y no se gusta. Su nariz se ha alargado, como la de Pinocho, por tantas mentiras que ha dicho y su barriga le ha crecido demasiado por ingerir en demasía los nutrientes que al pueblo le faltan. Entonces se deprime porque admite en su fuero interno que no es ni llegará a ser como Fidel. El Caballo era un hijoeputa excepcional, capaz de engañar a medio mundo prometiendo una utopía, capaz de convencer a millones para que fueran a cortar caña, capaz de coger un país floreciente y destruirlo hasta el extremo de que hoy es imposible destruirlo más y Miguel solo es un tipo insignificante de Placetas cuyo único mérito es haber sabido trepar, uno más de los que prometen y no resuelven, un don nadie de quinta categoría, un mediocre que carece del más elemental carisma, un burócrata gris que hace lo que Raúl le dice que haga, alguien a quien le queda grande el uniforme con la estrella en el hombro del Fifo.
   Pero él no se cansa, se repone de esos momentos de depresión y sigue en la brecha, disfrutando de privilegios, bañándose en su piscina en la que nunca falta el agua, comiendo de todo y quizás, ¿por qué no?, engordando una cuenta en dólares a su nombre en un banco extranjero, por si acaso.
   Empeñado en que la gente lo vea como un nuevo Fidel, insiste machaconamente en afirmar que es continuidad y hace cosas similares a las que hacía su adorado líder. Por ejemplo, en estos días anda dedicado en cuerpo y alma a un proyecto muy personal que lo tiene ilusionado: la creación de una cadena de quioscos de venta de limonadas para la que ya se le ocurrió un llamativo nombre: “El limoncito verde olivo”.
 
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domingo, 14 de febrero de 2021

UN JONRÓN CADA 12 VECES AL BATE

   Ha fallecido en Cuba Pedro José Rodríguez. 
   “El Señor Jonrón”, como lo clavó el gran Bobby Salamanca, es el responsable de muchas de las mejores emociones sentidas por los cubanos amantes del beisbol.


   A Cheíto siempre le recordaré integrando aquella tanda de superjugadores (Antonio Muñoz, Agustín Marquetti, Víctor Mesa...) que eran dignos continuadores de las leyendas profesionales de mi niñez y adolescencia: Roberto Ortiz, Fermín Guerra, Pedro Formental, Estalella, Héctor Rodríguez, Regino Otero, Willy Miranda…
   En 1985, cuando Pedro José tenía 29 años y 12 series nacionales jugadas exhibía este impresionante record: 276 cuadrangulares (uno cada 12.69 veces al bate), 935 carreras impulsadas, 2100 bases recorridas, un average promedio de 290 y se hallaba entre los cinco primeros peloteros en rendimiento ofensivo.

   En una crónica de Cibercuba, publicada hoy, leo que en ese momento, con 29 años, “su memorable carrera se vio cercenada luego de que un jugador venezolano le obsequiara 92 dólares que fueron hallados dentro de su equipaje, en una época donde la tenencia de divisas estaba prohibida por el gobierno del fallecido dictador Fidel Castro. Por tal motivo, Rodríguez fue alejado de los terrenos por tres años y tres meses, lo que repercutiría en sus condiciones como jugador.
   ‘Cuando regresé de Venezuela parecía que había matado a alguien o tuviera una enfermedad contagiosa, porque los mismos que antes me habían alentado, me dieron la espalda’, comentó en una entrevista al referirse a la sanción”.
 
   Dicha medida, totalmente desproporcionada y falta de empatía con alguien que tantas alegrías nos proporcionaba en los tiempos oscuros de tanta tristeza y escasez, ilustra la estrechez mental y la hipocresía que han caracterizado a los dirigentes cubanos de eso que llaman revolución.
   Se podría argumentar que Cheíto violó la ley y se merecía el castigo, pero yo pregunto ¿a cuántos mayimbes y sus familiares, que manejaban dólares por entonces, se les sancionó?
 
   Descanse en paz Cheíto.
 
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viernes, 12 de febrero de 2021

EL DIÁLOGO CULTURAL AL ESTILO CAFRE

   Esta mañana, en el Ministerio de Cultura de Cuba. Hablan el titular del ramo Alpidio y su vice Fernando.

– Ministro, se murió Chick Corea.
– ¿Y ese quién es?
– Un músico americano, de jazz. Un pianista importante.
– ¿Y?
– Que deberíamos sacar un comunicado elogiándolo.
– ¿Tú crees?
– Claro, así matamos dos pájaros de un tiro. Hacemos el paripé de que nos importa el jazz y, a la vez, le mandamos un mensaje cordial a la embajada americana. A lo mejor nos ponemos dichosos y le pasan el dato a Biden.
– Pues no te falta razón. Ahora tenemos que estar bien con los yanquis.
– Voy a redactar el texto y se lo traeré dentro de un rato para que lo firme.
– Oye, ¿cómo dices que se llamaba el pianista ese?
– Chick Corea.
– Pues antes de escribir una palabra averigua bien si el tipo era de Corea del Sur o de Corea del Norte. No vaya a ser que metamos la pata.
 
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martes, 9 de febrero de 2021

EL CUMPLEAÑOS DE LAURA

   Laura Silva, nacida en Guara, un pueblecito habanero del que yo nunca había oído hablar, vive en Asturias y desde allí ha desplegado su gran talento y se ha convertido en una excelente diseñadora de modas con prestigio internacional. Sus creaciones se venden en 1500 tiendas de todos los continentes.
 
Laura Silva y su hija Lucía
 
   Laura me llama a cada rato a ver cómo estoy. Me dice "viejito" porque para ella no soy Pedraza Ginori, sino el Yin que se casó con su gran amiga Loly y llamarme "viejito" es su manera de expresarme el cariño que me tiene.
   Laura es de las buenas, de las mejores, de esas personas sensibles que no me fallaron en las horas malas y yo sé que están y estarán junto a mí, aunque su Oviedo y mi Ourense estén separadas por cientos de kilómetros.

   Laura cumple años hoy y para que ustedes vean qué nivel tiene esa cubana, qué clase de amiga me gasto, la felicito reproduciendo unos diseños suyos y un texto que escribió, un texto que me ha tocado la fibra porque contiene esa verdad adolorida que nos acompaña a los cubanos emigrados por dondequiera que vamos.
   Felicidades.
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   Me desvelo como toda cincuentona. Me cuestiono mi vida, la vida y los pasos que di para llegar al hoy. Traigo el pasado que no consigo olvidar, un presente incierto y un futuro que a ratos asusta y soy consciente que puedo hacerlo porque al final tengo comida en el plato, una cama caliente, agua en el grifo y un techo sobre mi cabeza. Pero me desvelo, da igual la dosis de ejercicio individual o colectivo que asuma, la tila o la evasión impuesta a fuerza de ignorar los telediarios. Recuerdo a los ausentes, rememoro lugares que ya solo están en mi cabeza, busco refugios en mi memoria de lugares donde me siento a salvo y feliz: Una canción, un momento, un olor… Mi abuela materna, asturiana de nacimiento y desterrada a conciencia, siempre me dijo que no emigrara, que emigrar era morir de alguna forma y que al final uno terminaba en un limbo del que es difícil escapar. “Es como morir un poco, nene”, solía decirme.
   Me desvelo y termino de leer: “Next year in Havana” de Chanel Cleeton (El próximo año en la Habana), me levanto y hago de la cocina mi salvavidas. Soy una pésima cocinera que se empeña en derrocar esa falta de aptitud con una dosis altísima de indolencia y actitud positiva. Tengo el firme propósito de ser una abuelita regordeta con olor a vainilla, al fin y al cabo esa será la lógica evolución de mis caderas. Trato de seguir inmóvil, indolente y callada en mi postura de emigrante cubana que hace más de 8 años que no pisa esa isla. Me digo constantemente que no vale la pena. Opinar, para qué? Que va a cambiar? Cuando?
   Me desvelo y, mientras derrito mantequilla y azúcar, pongo abundante vainilla, añado anís estrellado y remuevo la mezcla en el molde para hacer un caramelo denso, no dejo de pensar en mis desvelos. Me duele Cuba, me sigue doliendo a pesar de los años y a pesar de que a estas alturas he sumado otros dolores que me atormentan como el futuro incierto que le dejo a mi hija en forma de mundo. Pongo una pizca de canela, no mucha. Me controlo a la fuerza. Al final soy de excesos irracionales en el último momento, nunca escucho esa voz que dice no, no abras la puerta del horno, no pongas más vainilla o eso no combina…. Sonrío y recuerdo a mi abuela Titia que según dicen hacia las mejores melcochas de su Guara natal. Yo no sé hacerlas y pienso en cuantas recetas se van perdiendo. Quien sabe hacer melcochas? Flanes de calabaza? Quimbombó? Majarete? Boniatillo? Mala rabia?
   Mientras añado la manzana a la mezcla y la capa de masa quebrada vuelvo al libro. Mi santo nunca pone pegas a mis impulsos. Cuando vio que lo añadí al pago de la compra en la papelería del barrio solo me dijo: ojalá no sea otro más que termina acumulando polvo en la estantería a medio terminar, ojala no te deje triste, ojala no te decepcione.
   Hoy su lectura acompañó mi desvelo. Y mientras meto en el horno mi particular versión de la tarta Tatin recuerdo a Cuba, pienso en el libro y no, no me decepciona. Para alguien que empezó su adicción a la lectura con novelas de Corin Tellado y que desarrolló con ello una tremenda tolerancia a esas salidas, no le resulta raro que en esta el hilo conductor sea una historia de amor. Incluso agradezco que la escritora deje las descripciones de sexo en una mera insinuación, será su lado anglosajón me digo. Estoy harta de escritores con gancho que emplean varios párrafos en hablar del tamaño de los miembros masculinos y la virilidad de sus personajes, como si describir penes erectos ya garantizara el éxito. No es Padura, ni Vargas Llosa, ni Milán Kundera, no es García Márquez, ni Isabel Allende, no es Zoe Valdés, no…no se le acerca a Mijaíl Bulgakov pero está Cuba, su historia y todo un abanico de acontecimientos que se han ido diluyendo y olvidando con el tiempo a fuerza de las tantas veces reescrita histeria/historia de nuestra tierra. Igual es mejor la versión en inglés porque intuyo que la fluidez de la narración se pierde un poco en la traducción, pero no me hagan caso….
   Me desvelé y recordé a mi padre. Mi padre que vivió una Habana que reencuentro en el libro, una parte de la historia que aprendí a escondidas y en susurros. El olor a manzana asada y caramelo de vainilla con anís estrellado está por todas partes. Leo las supuestas noticias del presente de la tierra que se supone debo llamara patria. Leo a favor, y en contra y todo lo contrario. La imposición por la fuerza de las ideologías nunca llego a buen puerto.
 
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domingo, 7 de febrero de 2021

A MÍ NO ME JODE NADIE

    En tiempos de mi juventud, cuando alguien, tras analizar varios indicios y circunstancias de una situación que se mantenía oculta, creía llegar a una conclusión sobre el asunto, usaba la expresión "A mí no me jode nadie".
-- A mí no me jode nadie, Fulanita tiene que estarle pegando los tarros a su marido con Zutanito.

   He recordado eso en estas semanas al ver la estrategia que han establecido el partido único y el desgobierno cubano para combatir el impacto tremendo que está teniendo Internet en el interior de la sociedad criolla
   En la época en que Fidel Castro tenía el control absoluto de todos los medios de comunicación, y por tanto del discurso político, sus campañas mentirosas y manipuladoras apenas eran arañadas por las noticias, muchas veces también mentirosas y manipuladoras, de algunas emisoras radiales del extranjero captables en la isla con más o menos estática.
   Pero el mundo no se caracteriza por estar quieto parao y avanza incontenible gracias a la inteligencia humana, la ciencia y la tecnología. Y un día llegó Internet.
   En el alto mando cubano se consideró que aquello de tener libre conexión con gente de otros países, con otras ideologías y culturas, le abría infinitas posibilidades al enemigo de penetrar con su propaganda en la finca que ellos administraban a su forma y manera. Así que, aplicando su mentalidad estalinista, Quientúsabes y su pandilla decidieron prohibir todo lo que empezara por www. Al imperialismo, ni tantito así.
   Así estuvimos muchos años los cubanos que pertenecíamos a lo que arriba llaman "población", oyendo hablar de una cosa de afuera llamada Internet, pero sin tener acceso a ella. Y en eso estábamos cuando de pronto se derrumbó el campo socialista y la isla se vio sin el apoyo financiero y material de la URSS y sus socitos europeos. De buenas a primeras nos vimos metidos en un atolladero llamado Período Especial.
Hacían falta billetes verdes y con urgencia.
   Alguien, sabe Dios quién, convenció a los amos de la finca de que tener el monopolio de la red global dentro del territorio cubano podía ser una fuente importante de las ansiadas y necesarias divisas. Y con la aparición de los teléfonos móviles, celulares les decían, empezaron poco a poco a llegar las conexiones, primero a las webs y después a las redes sociales.
   Todos sabemos lo que vino después, así que no hagamos demasiado extenso el relato.
   Hoy en día cualquiera anda con un teléfono a cuestas en Cuba, buscando una zona wifi donde se pueda conectar con Internet. Y usa la red no solo para saber de sus familiares emigrados. También lo hace para recibir noticias y para transmitirlas. Cuba se ha abierto al mundo, tal y como dijo en La Habana aquel Papa de cuyo nombre ni me acuerdo.
   A duras penas, obligados por las circunstancias, los amos de la finca castrista fueron abriendo la mano y hoy, contra su voluntad, tienen que lidiar con Internet, ese poderoso monstruo de cien cabezas que llegó para quedarse.
   Y como no han aprendido, ni les interesa aprender, las lecciones de la historia, en la Plaza de la Revolución siguen creyendo que la propaganda burda y machacona sobre un historial repleto de victorias y un futuro luminoso les puede funcionar en 2021 como en 1967.
   Sin tener a un Fidel que con su carisma y su ascendencia sobre las masas manipuladas les tire un cabo, el Ñato Puesto a Dedo y sus jefes no saben qué hacer y hacen lo que se hacía antes. Ellos mismos se autoproclaman continuidad. Pero el cuartico ya no está igualito. El derrumbe del país es tan visible, tan profundo, que ya no es posible taparlo.
   Tienen perdida la guerra de la información y ellos lo saben. A la revolú, que nos prometió bienestar eterno a cambio de unos años de sacrificios y traicionó uno por uno todos sus principios y objetivos, le queda poco y ellos lo saben. Al final de la película no fueron derrotados por un poderoso ejército invasor de hombres armados hasta los dientes, sino por un montón de bits que circulan por una maraña de satélites espaciales. 
   ¿Quién te iba a decir, Fidel Castro, que Internet echaría la última palada de tierra en la tumba del proceso revolucionario que tu procreaste y, guiado por tu ego descomunal y tus locuras, tú mismo mataste?
 
   Bueno, no me voy a desviar más y vuelvo a lo que iba al principio con eso de "a mí no me jode nadie".
   Ese empeño en repetir el mismo cansino discurso de toda la vida, repleto de consignas vacías que no conectan con el cubano desengañado y hambriento de libertades de hoy, ese seguir en el mismo tracatraca de himnos, banderitas agitadas y referencias a un Martí de usar y tirar que se han inventado a su medida, ese proceder anquilosado tiene que tener su origen en alguna parte, tiene que obedecer a algo.
   Y aquí es donde entra a jugar una teoría que tengo dándome vueltas en la cabeza desde hace tiempo y que, si la miras con cuidado, de fantasiosa e imposible no tiene nada.
   Yo creo que esos reportajes engañabobos y esas campañas contra los periodistas independientes, artistas y activistas, esos bodrios que salen cada día en la Mesa Retonta y en el Menticiero de la Televisión, son productos elaborados por una red clandestina de opositores que opera, en silencio y desde las sombras, en las entrañas mismas de los órganos que dirigen y ejecutan la política informativa del país.
   Si no fuese así, no tiene explicación que el desgobierno, su partido y su seguridad del estado se estén dando continuamente tiros en sus propios pies. Fíjense en este intento de desprestigiar a la artista plástica Tania Bruguera que salió días atrás en el NTV. Resulta un paquete tan mal envuelto, tan absurdo y pedestre, que logra lo contrario de lo que pretende. En lugar de destruir la imagen de una activista como Tania, hace que la conozcan y valoren millones de personas que nunca habían oído hablar de ella.
 
 
   Vean (si tienen estómago) el reportaje y díganme cómo es posible que haya salido al aire si no fuera porque detrás de eso hay todo un conjunto de ocultos y valiosos combatientes contrarrevolucionarios que se la están jugando dentro del monstruo para acabar de una vez por todas con la dictadura.
   Esa es la única explicación. A mí no me jode nadie.
 
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Nota 1:
    En el material transmitido con la intención de desprestigiar a la Bruguera se plantea como negativo aceptar una beca ofrecida por Estados Unidos. Y también participar en un evento de discusión política.
   Vale preguntarse ¿cúantos jóvenes de naciones del Tercer Mundo han estudiado gratuitamente en Cuba y como parte de esos estudios han recibido instrucción ideológica favorable al comunismo para que la apliquen al regresar a sus lugares de origen? ¿Cuántos extranjeros han participado en cientos de congresos, conferencias, debates, etc. que los castristas han organizado en la isla para divulgar sus ideas, buscar solidaridad y afianzar su penetración ideológica en otros países?
  
Nota 2:
   La ingeniosa y acertada palabra menticiero conque me referí al NTV, se la copié a Mabel Cuesta, alguien a quien recomiendo seguir en Facebook porque cada vez que dispara da en el blanco.
 
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