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domingo, 8 de junio de 2014

CONCURSO GUZMÁN 79 (2): DE LA PAPA DE OCEGUERA A MARÍA ELENA, MEME Y FRANCO

    No es que sea obligatorio ni imprescindible, faltaría más, pero sí resulta recomendable que antes de leer esta entrada, le tiren un vistazo a la información que aparece en este enlace:


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    Del II Concurso de Música Cubana Adolfo Guzmán ICRT, celebrado en 1979, guardo algunas historias e impresiones. Ya que ha llegado el momento de hablar del Guzmán 79 en este blog, pues aprovecho para compartirlas con ustedes.
   
OCEGUERA LLEVA PAPA
    En tiempos del segundo Guzmán, el cardenense Joseíto Oceguera era probablemente el más popular cantante de la provincia matancera. Cuando compitió por nuestro Premio Nacional de Interpretación 1979, ya había cumplido 55 tacos y se había echado a la espalda muchos años de cantadera y malas noches. ¿Quién que haya disfrutado del Varadero de los años 60 no recuerda a Oceguera cantando sones y bolerones en las semioscuras pistas de baile del Kastillito, del Kawama o de La Bolera y metiéndose, a base de frases cargadas de picardía, con las parejas que bailaban?
    -- Ésta va dedicada a la trigueñita de aquella esquina y a su novio. Digo yo que es su novio porque, vamos, al ver la forma en que la está apretando...

El Kastillito de Varadero, en su época de esplendor
     A mediados de los 70, a un compositor de Jovellanos llamado Lázaro Carmona se le había ocurrido una guaracha dedicada a la papa. Y Joseíto la cogió pal trajín y la interpretaba con unas inspiraciones graciosas en las que planteaba que la papa le venía bien a casi todo, hasta al aguardiente coronilla.
    Con ella ganó en el Guzmancito que se celebró en febrero en el teatro Sauto de Matanzas y con ella se plantó en el Carlos Marx. Le bastó cantarla una vez, el sábado, para que “Para la papa” se convirtiera en un éxito tan mayúsculo como inesperado.


   El teatro, premiando su simpatía y su swing, se le entregó en aplausos y Oceguera se hizo famoso en toda Cuba de la noche a la mañana, en el sentido literal del concepto.
    Los 15 jurados provinciales le otorgaron los votos suficientes para obtener el segundo lugar de la competencia, solamente superado por un Fernandito Sánchez en plenitud de facultades.
    Durante esa misma noche y al día siguiente, la pizarra de Radio Progreso, que tenía abiertos sus teléfonos para que los oyentes eligieran al intérprete merecedor del Premio de la Popularidad, se vio inundada de llamadas a favor “del gordo de la papa”.
    En la Noche de las Premiaciones, yo lo puse a cerrar la primera parte del show. Y se repitieron los encendidos aplausos y las muestras de apoyo de la jornada anterior.

    El 13 de agosto, Juventud Rebelde publicó una foto del cantante con un pie que decía:
    “De punta a cabo del país se tararea hoy la guaracha de las papas de Joseíto Oceguera”.
    En el mismo periódico, dos días después:
    "ENTREVISTA CON JOSEÍTO OCEGUERA, EL HOMBRE DE LA PAPA".
    -- Julio Sánchez, un cardenense tío de Joseíto González (director y pianista de Rumbavana), fue quien me enseñó a sazonar la guaracha. La papa la vengo cantando bastante desde hace unos dos años. Yo estuve dos meses de gira por Angola con el Conjunto Yaguarimú y otros artistas y allá lo de la papa fue tremendo, acabó. Allá me pedían “la patata, la patata” que es como ellos le llaman".
 

    La periodista Ilse Bulit, en su crónica sobre el Guzmán 79 publicada el 17 de agosto en la revista Bohemia, también incluyó una foto del matancero y le dedicó este párrafo:
    “El estruendo era para Joseíto Oceguera con su culinaria interpretación. Esta papa “sabroseada” por el matancero cargado de gracia y libras, muy popular por allá, demuestra dos cosas: las creaciones a lo Ñico Saquito no han pasado ni pasarán porque están insertadas en la idiosincrasia criolla que las reclama. Además, y eso se convierte en una letanía en este texto, existen figuras que la TV no utiliza en sus estelares mientras repite incesantemente a otras”.

    El 24 de agosto, cuando ya la dichosa guaracha triunfaba en el hit parade de todas las emisoras, el semanario humorístico Palante aprovechaba la actualidad para dejar caer una crítica a la cafetería “Qué bien”, de Santa Clara. Se comentaba que las papas rellenas de este sitio no estaban hechas con papa sino con harina de castilla. Los jodedores redactores de Palante satirizaban:
    “El matancero Joseíto Oceguera orquestó una protesta basada en que, si hasta la Coronilla lleva papa en el saladito, ¿cómo es posible que la papa rellena del “Qué Bien” no lleve papa?”.


    Quienquiera que aproveche su oportunidad y arrase en un evento de tanta audiencia como aquel Guzmán, como lo hizo Oceguera, tendrá asegurado su momento de fama. Que dicho momento se extienda en el tiempo es resultado de otros factores.
    Quienes mandaban en el ICRT no entendieron el alcance y el significado del Guzmán. A ellos sus objetivos y posibilidades les daban un pito. Hubo dirigentes que, ante la prensa, se llenaban la boca asegurando que el concurso serviría para descubrir nuevos talentos entre autores y cantantes. Pero para ellos “descubrir” se limitaba a “Yo te doy un chance y con eso cumplo. Después, tú te las arreglas como puedas”.
    El caso de Oceguera fue un buen ejemplo. Una vez que las masas vacilaron con la papa, los del ICRT dejaron que Joseíto regresara a Matanzas sin apoyarlo con una campaña de promoción nacional a medio y largo plazo que hubiese probado si el cardenense, a mi juicio un sonero fenomenal, era flor de un día o no.

¿PAGAR PARA VER ENSAYOS?
¿PERO QUIÉN HA VISTO ESO? 
    A pesar de ser enorme la capacidad del teatro Carlos Marx, casi 5000 localidades, las entradas para nuestros cuatro espectáculos -del 9 al 12 de agosto- se agotaron el viernes 3, a las pocas horas de ponerse a la venta. En la Comisión Organizadora la pregunta fue “¿Coñó, qué está pasando?” y la respuesta fue la siguiente:

"PONEN A LA VENTA ENTRADAS PARA LOS ENSAYOS"
    "Debido a la aceptación que ha tenido la realización del Concurso Adolfo Guzmán 1979, la Comisión Organizadora ha acordado proceder a la venta de localidades para los ensayos que tendrán lugar los días 9, 10 y 11 a las 9 de la mañana en el teatro Karl Marx.
    El precio de la entrada general será de $1.00 y podrán presenciar la misma programación de las funciones nocturnas.
    Los lugares de venta son: Teatro KM (1ª y 10), Radiocentro (calle 23 entre L y M) y Hotel Colina (L y 27)".
 

Nota publicada en el diario Juventud Rebelde.
6 de agosto de 1979.


EL AUDIO:
LOS IMPLICADOS Y LOS PEDANTES
    El domingo 5 de agosto, entramos en el Carlos Marx. Según nuestros cálculos, íbamos a disponer de tiempo suficiente para ensayar con tranquilidad. Disponíamos de un cronograma de trabajo hecho a conciencia, todos los participantes estaban citados y los del interior arribando a La Habana, las canciones finalistas ya habían sido manoseadas y dominadas por sus intérpretes en el proceso de grabaciones en la EGREM y la mayoría de los invitados iban a cantar obras de sus repertorios. No teníamos previstas dificultades serias.
    Pero una cosa piensa la vaca y otra el matarife.
    Uno de los grandes problemas que tuvimos en el 78 fue el del audio. Ese año tuvimos una sola señal de sonido. Así que nos planteamos mejorar ese aspecto y disponer de tres señales:
  a) la que escucharía el público sentado en el lunetario, ajustada a la acústica del teatro
  b) la que se serviría, vía monitores o audífonos, a los músicos y cantantes en el escenario
  c) la que se destinaría a las transmisiones de radio y televisión.
    Cada una satisfaría necesidades diferentes y por tanto se balancearían de distinta manera.
    Sobre el ingeniero Noel Izquierdo, un joven listo y capaz, recayó la responsabilidad de organizar y coordinar el sistema con las tres señales. Junto a Noel, trabajó un grupo de los mejores técnicos, diseñadores y operadores de audio del ICRT (César Castellanos, Bobby Martínez (hijo), Narciso González, Eusebio Valdés, Coffigny, Robertico Rodríguez, Pepín Carbonell, Fundichely, Gonzalo Aldama, Agüero, Yamilé, Gogó) con la colaboración de Noé Aguilar y sus compañeros del Karl Marx.

    Se hizo un esfuerzo tremendo para obtener los equipos –algunos prestados por otras instituciones y hasta por particulares-, se llenó el escenario de micrófonos, cables y consolas, se realizaron varias sesiones de intensas pruebas. Pero el audio es un asunto complicado y más en un evento totalmente en vivo que tenía como base musical una gran orquesta de 76 profesores con la que alternaban –y no pocas veces se integraban- agrupaciones tan diversas como cuartetos, rockeros, charangas, conjuntos, septetos y hasta Los Muñequitos de Matanzas.


    César Castellanos recuerda algunos detalles de aquella hazaña que fue montar el audio:
    -- No disponíamos de multipares, así que tuvimos que tirar un cableado de varios kilómetros. Montamos doce consolas húngaras PKP 11, de seis canales. Yo creo que recogimos todos los micrófonos disponibles que existian en Cuba, los del ICRT, los de la empresa Vic Cuba y los de la EGREM.
    Noel, Narciso, Bobby y yo aprovechábamos las noches y madrugadas, cuando el escenario estaba vacío, para tirar cables y soldar conectores. Como debíamos estar en el ensayo de la mañana, más de una vez decidimos no ir a nuestras casas y dormir un rato en el piso, sobre las alfombras del teatro. De madre el caso. Trabajamos como locos, contra el tiempo. Pero uno lo hacía con todo el amor del mundo.

Bobby Martínez
    Roberto Juan Martínez (Bobby) también nos ha dado su valioso testimonio:
    -- Tuvimos que acopiar equipos de muchos lugares porque nos faltaba de todo. Por ejemplo, aprovechando que los Irakere iban de gira por el extranjero, su sonidista Berti nos prestó micrófonos. Y un jefe de Cubartista, que era esposo de Ela Calvo, nos prestó amplificadores y ecualizadores gráficos. Lauzán, de la EGREM, nos facilitó cosas. El ICRT le alquiló consolas y bafles a la empresa VicCuba. Recuerdo que me traían los rollos de cable de audio rusos, que eran de muy mala calidad y teníamos que soldar los canon. Como la cabina donde se preparaba la mezcla para televisión estaba en el primer piso, tuvimos que hacer una gran cantidad de cables. Teníamos una consola FENDER de 12 canales, que era de VicCuba y varias  consolitas pequeñas para mezclar las secciones de la orquesta.

    En el 79, nosotros habíamos trabajado en el montaje del audio del Palacio de las Convenciones y de ahí nos quedamos con recortes de mangueras de 12 y 8 canales, que después las utilizamos en el Guzmán para poder llevar la cantidad de micrófonos que teníamos hasta las consolas que teníamos allí arriba.
    Como ha dicho César, dormimos varias veces en el teatro porque si no lo hacíamos, no nos hubiera alcanzado el tiempo para dejarlo todo listo.
    Aquello era para volverse loco. 

Viñetas dibujadas por Gustavo Prado "Pitín"

    Era frecuente oir en los ensayos frases como éstas:
    -- La señal no me llega.
    -- Cuidado con ese feedback.
   -- De la décima fila patrás, hay que levantar el nivel.
    La gente del audio se implicó mucho e hizo un gran esfuerzo. Y yo me atribulaba viendo los atrasos del plan de trabajo. Los primeros días hubo reuniones y más reuniones, tratando de resolver las incidencias. Hasta el miércoles, un día antes del debut, no se enderezó el asunto y pudimos contar con un sistema que, a medida que los operadores le fueron cogiendo el tranquillo, fue mejorando de aceptable a muy bueno.
    El sonido nos produjo más de un dolor de cabeza que algunos intérpretes, durante sus ensayos en el escenario, ayudaron a convertir en terribles migrañas. Varios de ellos, que no protestaban cuando trabajaban con audios mierderos en casas de cultura, cabarets y actividades de poca monta, vieron en el Guzmán la oportunidad de actuar con el audio que habían soñado en sus mejores fantasías.
   Es lógico que en una prueba se escuchen reclamos del tipo “no se oye”, “¿puedes subir un poco más la batería?”, “dame un poco más de graves”. Pero lo que no resultaba normal era montar el numerito y aparecerse con sutilezas y malacrianzas en plan pedante superexigente, pretendiendo que aquello era el Carnegie Hall. Y peor aún, crear entre bambalinas campañitas de descrédito del audio para meterles mal rollo en el cuerpo a otros artistas que aún no habían ensayado.
    A punto estuve de mandar al carajo a un par de estos verdaderos saboteadores que, con la excusa de que su actuación se oyera perfectamente, demoraban innecesariamente los ensayos y faltaban al respeto a todos los que tan seriamente trabajábamos a su alrededor, fajados por sacar la máxima calidad posible al equipamiento que pudimos reunir que, por cierto, era el mejor con el que se podía contar en la Cuba de entonces.



ORO PARA LOS AFICIONADOS
    Dos intérpretes aficionados participaron en la competencia de canciones y tuvieron su oportunidad de oro para ser conocidos por una audiencia masiva. Uno fue Luis Téllez, ingeniero de profesión, una de las voces más hermosas de la nueva generación del filin y una persona decente, aspecto extraartístico que para mí reviste gran importancia.
    El otro fue Sergio Farías, un reglano que desempeñaba un empleo burocrático –organizador del trabajo- en la empresa musical Antonio María Romeu. Había alcanzado cierta notoriedad al ganar una competencia trimestral del programa “Todo el mundo canta”. Le tocó defender la obra de José Valladares y éste le ayudó mucho en el montaje. La noche del jueves Farías exprimió al máximo sus posibilidades y al terminar su actuación, el público se puso de pie y le regaló aplaudiendo fuerte una de las más grandes muestras de cariño del Guzmán 79.

Luis Téllez // Sergio Farías // Ramón Palacios Chenique // Raquel Hernández

    Otros amateurs tuvieron su pedacito guzmánico como invitados: Ramón Palacios Chenique y Raquel Hernández. Él había interpretado una de las 24 finalistas del primer Guzmán, alcanzando el premio del público la noche en que actuó. Ella, también era veterana del año anterior. Ambos tenían voces potentes y seguridad en la escena y no se les notaba que eran aficionados. Decidimos incluirlos en la gala “Los jóvenes cantan a Adolfo Guzmán”.


MARÍA ELENA, MEME Y FRANCO
Franco Laganà en 1969
    Uno de los momentos más conmovedores del evento lo protagonizó la cantante María Elena Pena. Ella había estado casada durante varios años con el guitarrista y vocalista italiano Franco Laganà, quien había llegado a Cuba en 1957 como integrante del grupo de Renato Carosone, compatriota suyo que alcanzó mucha fama en los 50.
    A Franco le gustó La Habana y decidió, cuando Carosone se fue, quedarse a vivir entre nosotros. Formó un combo muy conocido que durante varios años se mantuvo actuando en cabarets y televisión. Con él tocaron entre otros Gilberto Peralta y Jorge Estadella y cantaron José Valladares, Reinaldo Vázquez y María Elena Pena.

Franco Lagana en 1974
     Además de buen músico, Laganà era un tipo afable. Fue una de las primeras personas en las que pensé cuando se me ocurrió hacer un homenaje a artistas extranjeros que residían en Cuba. Hablé con Franco y me dijo que no andaba bien de salud pero que podía contar con él. Entusiasmado, me contó que Adolfo Guzmán había sido su amigo, que habían trabajado juntos, que el Maestro le había entregado una canción aún inédita para que la estrenara y que una gala del concurso sería el sitio perfecto para darla a conocer.
    Desgraciadamente, cuando se acercaba el evento, Laganà se agravó y tuvieron que ingresarle, lo que impidió su actuación en el Guzmán.
    Por otro lado, yo había programado a María Elena Pena para la noche del viernes. como solista invitada. Me dijo que quería cantar una composición de Meme Solís titulada “Lejos de la verdad”.

Meme Solís

    Al gran Meme, a quien el gobierno había planchado y apartado de la vida pública desde varios años antes, le habían suavizado algo la “condena” por entonces y algunos cantantes interpretaban obras suyas en centros nocturnos. Él había concebido el arreglo vocal que iba a interpretar el cuarteto Armonía 4 en este Guzmán y nadie se había opuesto a que se utilizara.
    Así que pensé que, con suerte, podríamos colar de guillestein algo de Meme en el evento tal y como hicimos en el 78, cuando Rosita Fornés cantó “Sin un reproche” y, valga la redundancia, yo no recibí ni un reproche por ello. Pero esta vez, cometí el error de consultar. La respuesta fue que no, que nanay de la china, que en radio y televisión seguía prohibido.
    El veto a la canción disgustó mucho a María Elena. Además de lidiar con ese problema, Franco vivía sus últimos días en el hospital y ella estuvo cerca de su dura agonía hasta que, en la misma semana del Guzmán, él falleció.

    Como gran profesional que era –y es-, a pesar de su tormenta interior, María Elena se dispuso a cumplir su compromiso con nosotros. Cuando llegó al ensayo del Karl Marx y vi lo afectada que estaba, con lágrimas frecuentes en sus ojos, quise suspender su presentación pero ella insistió en cantar.
    Tenía que expresar aquello que guardaba dentro y para ello necesitaba una canción potente. Para sustituir a la obra de Meme, eligió “Fue así que te olvidé”, de Lourdes Torres, que yo ubico entre las más fuertes que se hayan escrito en Cuba.
    Han pasado casi 35 años y ella recuerda así aquellas infelices circunstancias:

    -- En aquel Guzmán 79 me pasaron dos cosas, lo de la canción de Meme y lo de Franco. Fue una actuación muy triste, porque Franco había muerto cinco días antes y yo me sentía muy mal, porque él me había comentado su ilusión por la canción que Guzmán le había enseñado y no la pudo cantar. (…) El que me dirigió la orquesta fue el Maestro Rafael Somavilla y cuando terminamos, vino y se abrazó a mí, muy emocionado.
María Elena Pena

    En mi larga carrera, nunca presencié que alguien cantara con más entrega y sentimiento, con más desgarro y coraje que María Elena Pena aquel 10 de agosto en que ella se despedía de Franco Laganà en el escenario del Carlos Marx, impregnando cada frase con el quebranto que sentía y entregándolo absolutamente todo.
    El público no sabía lo que estaba ocurriendo pero, perspicaz, comprendió que más que con la voz, aquella mujer estaba cantando con el corazón. Y, estremecido por la emoción, le dio una ovación muy grande, grandísima, de ésas que no terminan nunca.


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D O C U M E N T A C I Ó N

Ver las fichas de los demás autores
en las otras entradas dedicadas al Guzmán 79
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Para acceder a las otras piezas del blog
que contienen información sobre el

II Concurso Adolfo Guzmán de Música Cubana ICRT,
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El Blog de Pedraza Ginori > CONCURSO GUZMÁN 79 (3): DEL SUSTO DE VERA A LAS LÁGRIMAS DE ARCAÑO

El Blog de Pedraza Ginori > CONCURSO GUZMÁN 79 (4): LO QUE DIJO LA PRENSA

El Blog de Pedraza Ginori > CONCURSO GUZMÁN 79 (5): LOS QUE ME PUSIERON A PARIR

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2 comentarios:

  1. Cuántas memorias me trajo tu excelente crónica. Hubo "burrócratas" que cuestionaron al concurso y la calidad de la letra. Zumbado publicó un artículo bien irónico al respecto. Abrazos, Saumell.

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  2. Recuerdos bellos pero muy tristes....
    Conmovedor el recuento de Maria Elena Pena y Franco Laganà.
    Efectivamente esa presentacion fue su despedida en el escenario a quien fuera su maestro, compañero, amigo y padre de su hija.
    Yo era apenas una niña y lo recuerdo todo muy bien.
    Tambien yo me se sentia muy triste y a travès de ella mi madre, le estaba mandando ese ùltimo adios a mi padre.
    Gracias Pedraza por recordar esos momentos tan particulares de esos dos grandes artistas, pero sobre todo por esas lindas palabras para con mis padres.
    Que Dios lo bendiga siempre!!!,
    G.L.P.

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