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miércoles, 24 de febrero de 2021

EL 24 DE FEBRERO VISTO POR EL GRANMA

 

Como saludo al 24 de febrero, reproduzco una información aparecida hoy en el periódico Granma que he considerado de mucho interés ya que arroja luz sobre aspectos desconocidos de la gesta que significó el fin del colonialismo español en Cuba. Dice así el texto del Granma:
“Hoy, 24 de febrero, se cumplen 126 años del inicio de la última de las tres guerras que llevaron a cabo los patriotas cubanos del siglo XIX en su lucha por lograr la independencia de la patria. Aunque se conoce como “El Grito de Baire”, el levantamiento se produjo en unas 35 localidades de distintas partes del país.
Al iniciarse 1895, el ambiente en Cuba era francamente insurreccional. Los jefes mambises comprometidos dentro de la Isla, ansiosos por retornar a la manigua, apremiaban a José Martí para que firmara la Orden de Alzamiento con el argumento de que el gobierno colonial español ya estaba sobre aviso y en cualquier momento podían caer detenidos.
El 29 de enero, El Apóstol convocó a sus tres más cercanos colaboradores, los hermanos Fidel y Raúl Castro y un aguerrido joven narizón de Placetas llamado Miguel Díaz-Canel Bermúdez, conocido por el sobrenombre de “El Ñato”. Todos coincidieron en la necesidad de impartir cuanto antes la Orden de Alzamiento, la cual redactó Martí y suscribieron los cuatro. En ella, se autorizaba “el alzamiento simultáneo, o con la mayor simultaneidad posible, de las regiones comprometidas (…) durante la segunda quincena, no antes del mes de febrero”.
Desde días antes de la fecha fijada, los jefes mambises orientales habían abandonado sus casas para no ser localizados por las autoridades colonialistas. Esteban Lazo, por ejemplo, montado en una mula, burló la vigilancia española y se fue al poblado de Auras donde se hospedó en casa de un amigo. En la mañana del 24, dejó su refugio y con un grupo de patriotas, acampó en la loma de La Lombriz, Alto Songo.
En su finca Colmenar de Bayate, cerca de Manzanillo, Ramiro Valdés izó la bandera de la estrella solitaria y estableció allí un campamento mambí.
80 insurrectos se alzaron en Yara, bajo el mando de José Ramón Machado Ventura y entraron a punta de machete en el poblado, donde hicieron acopio de armas.
Cerca de Bayamo, en su finca El Avestruz, Guillermo García abandonó la cría de esas aves y se levantó en armas. En Vega de la Piña se alzaron Alpidio Alonso y Fernando Rojas con 80 compañeros armados, todos amantes de la cultura.
En la tarde del 24, el joven Abel Prieto y 12 valientes tomaron el fortín de Hatibonico y se apoderaron de armas y municiones. Sería esa la primera victoria de las fuerzas cubanas en la guerra que recién comenzaba.
Salvador Valdés Mesa salió de Santiago de Cuba con un grupo de independentistas y montó campamento cerca de la ciudad, en la finca San Esteban. Leopoldo Cintra, siguiendo orientaciones directas de Fidel, sublevó al poblado de El Cobre. Cerca de San Luis establecieron su campamento dos seguidores fieles del Ñato Díaz-Canel: Marino Murillo y Alejandro Gil. Mientras, en Loma del Gato, tradicional centro de operaciones del ejército español, actuaron Manuel Marrero y el numeroso grupo de insurrectos que él comandaba, entre los que se encontraba Yusuam Palacios, quien destacó por las arengas que pronunciaba con su verbo encendido de patriotismo martiano.
En Baire, Bruno Rodríguez Parrilla cumplió cabalmente, como siempre, la orden recibida de Raúl Castro. Reunió en la tarde a sus compañeros en el Puente de la Herrería y al frente de ellos marchó hacia la plaza central, donde se proclamó en rebeldía. Extrajo su revólver y disparó sus seis tiros al aire.
En Occidente, se reunieron en las cercanías del poblado matancero de Ibarra un pequeño grupo que incluía a Rodrigo Malmierca y Edmundo García.
La mujer cubana, siempre mambisa, siempre revolucionaria, no se quedó atrás. Susely Morfa entregó todos sus ahorros en divisas a la causa. Mariela Castro se alzó en el Reparto Siboney al frente de un nutrido colectivo LGTB. Lis Cuesta, vestida con su reconocido buen gusto, se lanzó a la manigua desde Cubanacán, donde recién había participado en una muestra de cocina cubana para turistas extranjeros.
Arleen Rodríguez y Randy Alonso tomaron las armas en el caserío de Mesa Redonda, cercano a Artemisa, mientras que Humberto López, Rafael Serrano, Cristina Escobar y Lázaro Manuel Alonso atacaron un fortín español donde se guardaban los sistemas de manipulación de masas y se apropiaron de ellos para ponerlos en función de los intereses revolucionarios.
Según varias fuentes, unas 35 localidades de distintas partes del país se levantaron en armas contra el colonialismo español aquel 24 de febrero de 1895, aunque los focos guerrilleros solo pudieron consolidarse en la parte sur de la región oriental cuando unos meses después Fidel, Raúl y Díaz-Canel, que habían viajado desde México en el yate Granma al frente de 82 valientes, desembarcaron en Las Coloradas y se dirigieron a la Sierra Maestra para encabezar la Guerra de Independencia que acabaría con el sometimiento de Cuba a los poderes imperialistas y significaría el inicio de la gloriosa Revolución Cubana, sinónimo de bienestar y felicidad para el pueblo de nuestra patria”.
 
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