Todos los estudios, el 10, el 12, el 15, el 11, los del Focsa…
yo creo que todavía guardan un poquito de mi perfume.
Consuelito Vidal
yo creo que todavía guardan un poquito de mi perfume.
Consuelito Vidal
A Amaury, quien tuvo el enorme privilegio de ser su ojito derecho.
A Joelito, que la quiso mucho.
A todos los cubanos que la disfrutaron,
A Joelito, que la quiso mucho.
A todos los cubanos que la disfrutaron,
a aquellos que se fueron y nunca le perdonaron que se quedara
y a los que se quedaron y siempre le agradecieron que no se fuera.
El 7 de octubre de 2004 ocurrió en La Habana un suceso que parecía imposible: Consuelo Vidal Regal se apagó definitivamente. Su muerte conmovió a la sociedad cubana. Su féretro fue seguido por una multitud que caminó varios kilómetros desde la funeraria de Calzada y K hasta el Cementerio de Colón. Al paso del cortejo, miles de personas aplaudían desde las aceras y balcones. Querían demostrar, por última vez, su admiración y agradecimiento a La Flaca, a la Consuelito que siempre estuvo ahí, provocándoles la sonrisa que les hacía olvidar las penurias, la libreta, los apagones, las colas, las ausencias, la infelicidad; alegrándoles la existencia cuando más falta les hacía.
Por Internet, me enteré enseguida de su muerte. Y de repente, mi octubre gallego se tiñó de tristeza. En los siguientes días, una ola de recriminaciones que dura hasta hoy, me envolvió. Me reprochaba, me reprocho aún, que Consuelo se fuera sin que hubiéramos tenido nuestra charla final, la que cerrara el ciclo de las muchas que tuvimos. Esa conversación a corazón abierto en la que yo, saltando por encima del miedo al ridículo, le hiciera saber en toda su dimensión lo mucho que significó en mi carrera, la suerte gigantesca que tuve de poder contar con ella en mis trabajos y le agradeciera, mucho más allá de un simple “gracias”, por permitirme haber sido su director y su amigo.
El 7 de octubre de 2004 ocurrió en La Habana un suceso que parecía imposible: Consuelo Vidal Regal se apagó definitivamente. Su muerte conmovió a la sociedad cubana. Su féretro fue seguido por una multitud que caminó varios kilómetros desde la funeraria de Calzada y K hasta el Cementerio de Colón. Al paso del cortejo, miles de personas aplaudían desde las aceras y balcones. Querían demostrar, por última vez, su admiración y agradecimiento a La Flaca, a la Consuelito que siempre estuvo ahí, provocándoles la sonrisa que les hacía olvidar las penurias, la libreta, los apagones, las colas, las ausencias, la infelicidad; alegrándoles la existencia cuando más falta les hacía.
Por Internet, me enteré enseguida de su muerte. Y de repente, mi octubre gallego se tiñó de tristeza. En los siguientes días, una ola de recriminaciones que dura hasta hoy, me envolvió. Me reprochaba, me reprocho aún, que Consuelo se fuera sin que hubiéramos tenido nuestra charla final, la que cerrara el ciclo de las muchas que tuvimos. Esa conversación a corazón abierto en la que yo, saltando por encima del miedo al ridículo, le hiciera saber en toda su dimensión lo mucho que significó en mi carrera, la suerte gigantesca que tuve de poder contar con ella en mis trabajos y le agradeciera, mucho más allá de un simple “gracias”, por permitirme haber sido su director y su amigo.
No soy biógrafo, ni sicólogo ni ensayista. En esta pieza no voy a contar su vida, ni pretendo reflejar su compleja personalidad, ni glosar como se debe su excepcional talento artístico, ni reseñar los golpes que recibió ni las veces que se levantó tras haberse caído. No me atrevo, tendría que ser un sociólogo brillante, a desentrañar las razones por las que nuestros compatriotas de todas las clases sociales e ideologías, se identificaron con ella hasta convertirla en icono de la cubanía y, adoptándola, la guardaron para siempre en sus corazones. Todo eso está fuera de mis capacidades. Aquí, simplemente, voy a escribir unos párrafos sobre algo que conozco muy bien: mi Consuelito. (1)
Como la casi totalidad de mis contemporáneos cubanos, yo me pasé años saboreando de lejos a Consuelo Vidal. En mi caso desde que, adolescente en los 50, cada tarde después de comer me sentaba ante el televisor para disfrutar de “Fiesta de las 7 menos 5”, programa de CMQ-TV en el que ella era la figura central, anunciaba productos de la Gravi y compartía sketchs que me parecían muy graciosos con distintos personajes, entre ellos la precoz niña ‘Prematura’, la que sufría palpitaciones, interpretada por el imitador Tito Hernández.
Pasando el tiempo, primero mi carrera en la televisión y después mi amistad con su hijo Amaury hicieron que los caminos de esta mujer extraordinaria y los míos se entrecruzaran mucho y tuve la oportunidad de dirigirla, de descubrir que su campechanía -el gran secreto de su popularidad- era sincera, de tratarla de cerca, de adentrarme en la intimidad de su hogar y allí, lejos del maquillaje, presenciar sus llantos y sus felicidades y sus encabronamientos y sus continuos problemas de salud, de verla en su papel de celosa madre de cuatro hijos (2).
Cuando una enfermedad de sus ojos le obligó a vivir durante meses en la oscuridad más absoluta, yo estuve allí, testigo de su entereza. Y los 4 de diciembre, en sus fiestecitas de cumpleaños -“agapitos” les decía ella-, que coincidián con la celebración de Santa Bárbara bendita, cuando el ron la empujaba a contar cuentos verdes, a cantar y a bailar, yo era uno de sus pocos invitados.
Tuve la prerrogativa de probar en su cocina, solos los dos, el delicioso café que colaba bien fuerte, de ocupar un puesto en su line-up personal y de formar parte de ese universo tan especial que la rodeaba siempre, cuando las cámaras la enfocaban y cuando no.
Más de una vez me dijo que lo de ser locutora y animadora (3) había sido un capricho del destino, que estaba bien, que le había dado muchas satisfacciones y eso pero que lo de ella era actuar, que hubiera querido ser una María Valero, una Gina Cabrera, una Raquel Revuelta y, ya puesta a soñar, una Meryl Streep.
Entonces yo le replicaba:
-- ¿Tú eres boba? ¡Qué actuación ni que ocho cuartos! Tú has logrado lo que Pumarejo o Pinelli, que frente a una cámara eran dos monstruos, no lograron: caerle bien a todo el público y no a una parte de él.
Y ella se reía, con aquella carcajada juguetona y linda que iluminaba los hogares cuando explotaba desde los televisores.
Especulando un poco con los hubieses: ¿qué hubiese ocurrido si Consuelo Vidal se hubiese marchado de la isla y Goar Mestre desde Argentina o Televisa desde México hubiesen creado un programa a su medida para que ella hubiese brillado en canales de toda América Latina?
Viviendo fuera de Cuba, he tenido el chance de ver a un buen número de presentadores de televisión. He observado a Don Francisco, Jimmy Carson, Mirtha Legrand, David Letterman, Verónica Castro, Jay Leno, Raúl Velasco, Bill Maher, Cristina Saralegui, Concha Velasco. Todos estrellas. Me han impresionado, en especial, Jimmy Fallon y Ellen DeGeneres. Me gustaron mucho el Xavier Sardá de sus primeros tiempos en TV y Andreu Buenafuente, delante de quien tienen que quitarse el sombrero hasta los que no lo usan.
Entonces yo le replicaba:
-- ¿Tú eres boba? ¡Qué actuación ni que ocho cuartos! Tú has logrado lo que Pumarejo o Pinelli, que frente a una cámara eran dos monstruos, no lograron: caerle bien a todo el público y no a una parte de él.
Y ella se reía, con aquella carcajada juguetona y linda que iluminaba los hogares cuando explotaba desde los televisores.
Especulando un poco con los hubieses: ¿qué hubiese ocurrido si Consuelo Vidal se hubiese marchado de la isla y Goar Mestre desde Argentina o Televisa desde México hubiesen creado un programa a su medida para que ella hubiese brillado en canales de toda América Latina?
Viviendo fuera de Cuba, he tenido el chance de ver a un buen número de presentadores de televisión. He observado a Don Francisco, Jimmy Carson, Mirtha Legrand, David Letterman, Verónica Castro, Jay Leno, Raúl Velasco, Bill Maher, Cristina Saralegui, Concha Velasco. Todos estrellas. Me han impresionado, en especial, Jimmy Fallon y Ellen DeGeneres. Me gustaron mucho el Xavier Sardá de sus primeros tiempos en TV y Andreu Buenafuente, delante de quien tienen que quitarse el sombrero hasta los que no lo usan.
Ninguno me ha parecido más completo –en el sentido de dominar más diferentes terrenos- que Consuelito Vidal. Nadie es más polifacético que ella.
Ninguno la supera en crearle un clima más sabroso y cómodo a los entrevistados, en gracia al exprimir todo lo que da de sí un chiste, en capacidad de improvisación, en transmitir emociones, en lograr que el público jamás se aburra. En poder de comunicación, en autenticidad, en simpatía y frescura.
Por si me pasaba tres pueblos exagerando, antes de escribir la afirmación anterior volví a mirar un par de veces el pedacito –apenas 83 segundos-- del video del Guzmán 79 en que ella dijo unas cuantas frases que yo escribí para la presentación de la gala de Elena Burke. La forma en que interpretó aquel simple texto, la manera en que le sacó partido, lo convirtió en una joya. Como siempre que lo veo, ésta vez se me volvieron a poner los pelos de punta.
Por si me pasaba tres pueblos exagerando, antes de escribir la afirmación anterior volví a mirar un par de veces el pedacito –apenas 83 segundos-- del video del Guzmán 79 en que ella dijo unas cuantas frases que yo escribí para la presentación de la gala de Elena Burke. La forma en que interpretó aquel simple texto, la manera en que le sacó partido, lo convirtió en una joya. Como siempre que lo veo, ésta vez se me volvieron a poner los pelos de punta.
Cuando en 1959 llegó al poder la llamada revolución, Consuelito ya era Consuelito. Los capitalistas habían apreciado sus facultades y visto en ella no sólo a la mujer que conectaba con las amas de casa para venderles el jabón Rina sino también a la actriz y animadora que les podía levantar el rating de cualquier programa. Le pagaban bien, la mimaban, le crearon el marco para que fuera una estrella.
En los primeros años tras el 1 de enero, dirigieron la televisión ejecutivos jaboneros que, viniendo de antes, eran conscientes de lo que significaba la palabra entretenimiento. Ellos continuaron valorando el talento y la Vidal tuvo su Amigo y sus Amiguitos, su tía Tata, sus teatros ICR, su Fachada y sus eventos. Ella siguió siendo ella.
En los primeros años tras el 1 de enero, dirigieron la televisión ejecutivos jaboneros que, viniendo de antes, eran conscientes de lo que significaba la palabra entretenimiento. Ellos continuaron valorando el talento y la Vidal tuvo su Amigo y sus Amiguitos, su tía Tata, sus teatros ICR, su Fachada y sus eventos. Ella siguió siendo ella.
Pero, siempre hay un pero, desde las sombras saltaron a primer plano y se hicieron con el poder en los medios audiovisuales los demoledores, que venían “a limpiar la basura”, “a poner orden”. Y ocuparon los despachos de Radiocentro un brujón de mediocres cuyos méritos eran, entre otros, joder a los demás, obedecer las orientaciones de arriba, clamar contra el culto a la personalidad de quien no fuera El Caballo, alertar de los peligros que el diversionismo ideológico podía producir en la formación del hombre nuevo y no mirar más allá de sus ñatas narices.
En un país que sufriera las dificultades por las que pasaba el nuestro, cualquier dirigente con dos dedos de frente hubiese creado y mantenido en el aire durante años “El show de Consuelito Vidal”. Pero en Cuba no. Ella era sinónimo de risa y choteíto criollo y esos eran elementos muy peligrosos.
A veces he oído decir que Consuelo fue una privilegiada del sistema. Con la excepción de algún alto mayimbe que le resolvió algún que otro problema, el día a día de su vida profesional estuvo marcado por la manera irracional de tratarla. Durante años, sobre todo desde mediados de los 80 en adelante, hubo mucha intriga, mucho tejemaneje y mucha mala leche con ella por parte de los que secuestraron el ICRT.
Resulta realmente increíble que hubiera memos y cabrones con poder que, teniendo un tesoro como Consuelito en sus manos, le redujeron las posibilidades de expresarse tal y como ella era y trataron de anularla y silenciarla con un afán digno de mejor causa. Memos y cabrones que, me consta, le causaron muchas lágrimas que nunca debió derramar.
Resulta realmente increíble que hubiera memos y cabrones con poder que, teniendo un tesoro como Consuelito en sus manos, le redujeron las posibilidades de expresarse tal y como ella era y trataron de anularla y silenciarla con un afán digno de mejor causa. Memos y cabrones que, me consta, le causaron muchas lágrimas que nunca debió derramar.
Protagonizando "Yerma", de Federico García Lorca |
Consuelito espera en el set a que terminen de maquillar al trompetista Dizzy Gillespie para entrevistarle |
Con el gran Enrique Arredondo en "Detrás de la fachada" |
La primera vez que la llamé para que trabajara conmigo fue el 22 de junio de 1970. Germán Pinelli se había enfermado y me avisó de que, durante unos días, no iba a poder animar la locura aquella titulada “En vivo” que hacíamos en directo cada mediodía en el estudio 10 de Radiocentro. Yo había preparado un argumento de peso (“tú eres la única persona que puede sustituir a Pinelli”) pero no hizo falta soltárselo.
-- No te preocupes. Yo soy televidente fija del programa y lo vacilo muchísimo. Así que iré con mucho gusto. ¿A qué hora tengo que estar allí?
Fueron apenas dos días, martes 23 y miércoles 24, pero resultaron suficientes para gustarnos, para saber que girábamos en la misma órbita.
-- No te preocupes. Yo soy televidente fija del programa y lo vacilo muchísimo. Así que iré con mucho gusto. ¿A qué hora tengo que estar allí?
Fueron apenas dos días, martes 23 y miércoles 24, pero resultaron suficientes para gustarnos, para saber que girábamos en la misma órbita.
Y a partir de entonces ya hicimos tandem y vinieron otros “En vivo”. Con ella hice los “Recital” complicados, como los de Pete Seeger y Blanquita Becerra, los musicales “Fiesta Festival” y aquella joyita –perdonen la inmodestia- que titulé “El hombre más alegre del circo”.
Y “Yo también soy joven” –donde Loly Buján y yo la volvimos a unir con Cepero Brito-, “En la viva”, donde improvisaba una cháchara con el público asistente que hacía reir hasta a una piedra, y no sé cuántos eventos como los festivales de Varadero, los concursos Adolfo Guzmán de Música Cubana ICRT, el Encuentro Cuba-USA Havana Jam y cuanto cocinao se nos puso por delante. Ay, Vidal, que montón de pinchas hicimos tú y yo. (4)
Con Cepero Brito en "Yo también soy joven". El pelú de la izquierda soy yo. |
Pero en ninguno de aquellos trabajos conjuntos se fundieron de manera tan fuerte nuestra colaboración profesional y nuestra comunicación personal como en los diecisiete meses seguidos de 1974 y 75 en que pusimos a gozar aquel musical sabatino del Canal 6 que se llamó “Juntos a las 9 / A la hora del cañonazo”. (5)
El espacio que animaban Héctor Fraga e Hilda Rabilero se había transmitido 111 veces y lo habíamos colado en el primer lugar cuando Consuelo, que lo había presentado algunas veces de manera ocasional, pasó a ser fija en él. Su incorporación me abrió nuevas posibilidades, que aproveché. (6) En sólo unos meses, la pareja de Consuelito y Fraga ya estaba consolidada y su relación en cámara era un gran valor del Cañonazo.
Cierta vez, después de muchos programas juntos, me reveló que Roberto Garriga (en lo dramático) y yo (en la animación) éramos los únicos a quienes ella les permitía dirigirla.
-- A los demás les admito que me orienten, que me den una sugerencia y si me parece buena la incorporo. Pero dirigirme, lo que se llama dirigirme, Garriga y tú.
Y me lo dijo de una forma natural, sin pose trascendente y sin montones de anuncios, sin sospechar siquiera que era el más grande elogio que me habían hecho.
Hace poco un buen amigo de ella, que llegó a ser su confidente, me aseguró:
-- No te imaginas lo que ella te respetaba.
Y se me hizo un nudo en la garganta. Porque era Consuelito, ¡coño!
No siempre fueron fáciles nuestras relaciones. Claro que hubo tensiones. Y más de una vez, incomprensiones de ambas partes. Como todo genio –y ella lo era, ¡vaya si lo era!- Consuelo era mucha Consuelo y no resultaba un paseo lograr que hiciera cosas que ella en principio no entendía o no quería hacer.
En ciertas ocasiones no comprendí sus razones para tomar determinadas decisiones extra artísticas que tenían que ver con su trabajo y, de paso, con el mío. De hecho, cuando en 1992 partí definitivamente de Cuba, nuestro trato se había enfriado debido a problemas que se presentaron en el último programa semanal que hicimos juntos, aquel exitazo “En la viva” de los jueves a las ocho y media que la conectó con una generación de jóvenes televidentes que se la habían perdido durante años por la estúpida forma de dirigir TV Cubana de los burócratas y demoledores que mandaban en Radiocentro.
Cierta vez, después de muchos programas juntos, me reveló que Roberto Garriga (en lo dramático) y yo (en la animación) éramos los únicos a quienes ella les permitía dirigirla.
-- A los demás les admito que me orienten, que me den una sugerencia y si me parece buena la incorporo. Pero dirigirme, lo que se llama dirigirme, Garriga y tú.
Y me lo dijo de una forma natural, sin pose trascendente y sin montones de anuncios, sin sospechar siquiera que era el más grande elogio que me habían hecho.
Hace poco un buen amigo de ella, que llegó a ser su confidente, me aseguró:
-- No te imaginas lo que ella te respetaba.
Y se me hizo un nudo en la garganta. Porque era Consuelito, ¡coño!
En 1991, ella y yo en el Parque Almendares. |
En ciertas ocasiones no comprendí sus razones para tomar determinadas decisiones extra artísticas que tenían que ver con su trabajo y, de paso, con el mío. De hecho, cuando en 1992 partí definitivamente de Cuba, nuestro trato se había enfriado debido a problemas que se presentaron en el último programa semanal que hicimos juntos, aquel exitazo “En la viva” de los jueves a las ocho y media que la conectó con una generación de jóvenes televidentes que se la habían perdido durante años por la estúpida forma de dirigir TV Cubana de los burócratas y demoledores que mandaban en Radiocentro.
Iluso de mí, olvidando que la vida se parece a una bicicleta en que ninguna de las dos tiene marcha atrás, me puse a soñar que cuando el vendaval que azota con fuerza a nuestra isla pasara y yo regresara a La Habana, nos sentaríamos otra vez a paliquear solos en su cocina y al calor de su cafecito, nos diríamos cuatro verdades que nos debíamos, nos perdonaríamos nuestras mierditas y se recompondrían nuestras relaciones, como había ocurrido en más de una ocasión. Y hasta, a lo mejor, hablaríamos de un nuevo proyecto, de una nueva aventura. Quién sabe si, con suerte, hubiéramos podido hacer al fin la frustrada serie “Cantante” en la que yo había escrito el papel de la solterona Tía Mercedes pensando en ella, seguro de que lo iba a bordar.
Pero desgraciadamente, muy desgraciadamente, el ciclón siguió vapuleándonos con vientos de mil por hora y nuestros destinos se separaron definitivamente. Yo, que había dejado de ser el cubano Ginori para convertirme en el gallego Antonio, decidí no desandar el Océano Atlántico. A ella una cruel enfermedad le impidió hablar, que es lo peor que le puede ocurrir a una Señora Perorata y moverse con soltura, que es lo peor que le puede ocurrir a quien poseía el don del movimiento perpetuo.
Resultó, maldita sea, que te tocó irte. Qué pena, Consuelo Vidal, que la vida no tenga rewind. ¡Cómo nos hubiese gustado conversar una vez más! Aunque fuese, en el peor de los casos, una única y última vez, para despejar dudas entre nosotros, indultarnos mutuamente y dejar nuestra amistad bien atada. Y después macharnos tranquilos ambos, cada uno por el camino que elegimos pero tranquilos.
Aquel aciago octubre de 2004 se acabaron los programas, los episodios, los eventos y las galas. La muerte consiguió lo que la vida nunca pudo: que una viyaya como ella descansara. Y se fue, se nos fue. Y en brazos de una muchedumbre viajó desde el corazón hasta la memoria de todo un pueblo. Y allí está, grande y quietecita, para siempre inmortal.
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N O T A S
(1) Ésta es la segunda de las dos piezas que he dedicado a Consuelito. La primera, publicada en el blog el 9 de abril de 2015, recoge un reportaje que le hice en la época en que yo escribía en la revista Cuba Internacional.
Para leerlo, pueden pulsar el siguiente enlace:
El Blog de Pedraza Ginori > CONSUELITO DETRÁS DE LA FACHADA
(2) Consuelito ejercía de madre con la misma filosofía conque una pata cuida de sus paticos. ¡Cuídao con tocármelos o meterse con ellos! En 1980, cuando los sucesos de la embajada de Perú, su yerno saltó la cerca y se asiló. Y un grupo de bárbaros enardecidos le montó un mitin de repudio a su hija y por extensión a Amaury y a toda la familia. Consuelo se enfrentó a ellos con tal determinación y valentía que desmontó el intento.
(3) Aclaración a mis lectores no cubanos: la palabra animadora, en Cuba, equivale a presentadora o conductora de un programa o evento.
(4) Ninguno de los programas que hicimos Consuelito y yo aparece reflejado en las biografías más o menos oficiales de ella subidas a Internet. Ni “En vivo”, ni “Juntos a las 9”, ni “Yo también soy joven”, ni “En la viva”. ¿Por qué será?
(5) En la pieza “Juntos a las 9, A la hora del cañonazo”, que publiqué en este blog en abril de 2014, escribí lo siguiente:
CONSUELO VIDAL SE APUNTA AL CAÑONAZO
Cuando ya Fraga se había convertido en una figura y el programa, que iba por su emisión número 51, marchaba viento en popa, se marchó un mes de vacaciones. Para sustituirle pensé en traer a una cuarto bate: Consuelito Vidal. Por supuesto, lo consulté con él, que estuvo de acuerdo.
El 17 de julio de 1972, Consuelo, invitada al programa, participó en una sección titulada “Averigüe mi secreto”. El misterio a descubrir era que la Vidal sería animadora del espacio durante la ausencia de Fraga.
En sus siguientes seis emisiones, el programa fue presentado a cuatro manos por ella e Hilda. Consuelito terminó su suplencia cuando Héctor regresó, al final de agosto.
(2) Consuelito ejercía de madre con la misma filosofía conque una pata cuida de sus paticos. ¡Cuídao con tocármelos o meterse con ellos! En 1980, cuando los sucesos de la embajada de Perú, su yerno saltó la cerca y se asiló. Y un grupo de bárbaros enardecidos le montó un mitin de repudio a su hija y por extensión a Amaury y a toda la familia. Consuelo se enfrentó a ellos con tal determinación y valentía que desmontó el intento.
(3) Aclaración a mis lectores no cubanos: la palabra animadora, en Cuba, equivale a presentadora o conductora de un programa o evento.
(4) Ninguno de los programas que hicimos Consuelito y yo aparece reflejado en las biografías más o menos oficiales de ella subidas a Internet. Ni “En vivo”, ni “Juntos a las 9”, ni “Yo también soy joven”, ni “En la viva”. ¿Por qué será?
(5) En la pieza “Juntos a las 9, A la hora del cañonazo”, que publiqué en este blog en abril de 2014, escribí lo siguiente:
CONSUELO VIDAL SE APUNTA AL CAÑONAZO
Cuando ya Fraga se había convertido en una figura y el programa, que iba por su emisión número 51, marchaba viento en popa, se marchó un mes de vacaciones. Para sustituirle pensé en traer a una cuarto bate: Consuelito Vidal. Por supuesto, lo consulté con él, que estuvo de acuerdo.
El 17 de julio de 1972, Consuelo, invitada al programa, participó en una sección titulada “Averigüe mi secreto”. El misterio a descubrir era que la Vidal sería animadora del espacio durante la ausencia de Fraga.
En sus siguientes seis emisiones, el programa fue presentado a cuatro manos por ella e Hilda. Consuelito terminó su suplencia cuando Héctor regresó, al final de agosto.
JUGÁRSELA CON CONSUELO
Un mal día, Hilda Rabilero me planteó su decisión de abandonar el programa. Adujo razones personales. Su última aparición fue en la emisión número 111, transmitida el 16 de febrero del 74.
Para mí, la opción más lógica era la de incorporar a Consuelito Vidal como compañera de Fraga. Significaba una jugada atrevida, casi temeraria. Consuelo era un monstruo de la comunicación, un dechado de naturalidad y simpatía, la más famosa animadora cubana de todos los tiempos. Ponerla junto a Héctor era muy peligroso; ella podría comérselo fácilmente. Pero Fraga, ya seguro de sí, no se amilanó:
-- Tráela. ¿Qué me puede pasar, que tenga que regresar a la radio?
En años recientes, la Vidal había formado dupla con dos grandes: Germán Pinelli y Cepero Brito. Comparado con ellos, Fraga era prácticamente un principiante. Pero ella, veterana de mil batallas y que de tonta no tenía un pelo, aceptó formar yunta con él porque le vio potencial.
Los tres trabajamos mucho el concepto de la pareja. Me preocupaba que se pareciera a lo que ella hacía con Cepero en “Detrás de la fachada”. La fantasmita omnipresente que Consuelo interpretaba en “Fachada” resultaba graciosa pero muchas veces sus comentarios rezumaban ácido hacia los hombres y el que cogía los palos era él. Eso no me cuadraba; mi idea era crear un dúo de iguales, dos cómplices que se la pasaban bien cada sábado presentando artistas y jodiendo ante las cámaras.
Consuelito disfrutaba de una popularidad y una experiencia cien veces mayores que las de Héctor. En un rasgo de modestia que le valoré mucho, tuvo la inteligencia de darle cancha a él y aceptarle ante el público como su par. El experimento funcionó. Con el tiempo se hicieron muy amigos y constituyeron uno de los pilares del programa.
Pegaron fuerte. En 1975 fuimos a la capital de Las Villas a grabar un especial en saludo al 26 de julio y nuestra delegación, repleta de artistas populares, se alojó en el Santa Clara Libre, frente al Parque Vidal. Todos los días, a la entrada del hotel había más gente para ver en persona y pedirles autógrafos a los dos presentadores que a las estrellas musicales que llevamos desde La Habana.
Ver la pieza completa, pulsando el siguiente enlace:
Un mal día, Hilda Rabilero me planteó su decisión de abandonar el programa. Adujo razones personales. Su última aparición fue en la emisión número 111, transmitida el 16 de febrero del 74.
Para mí, la opción más lógica era la de incorporar a Consuelito Vidal como compañera de Fraga. Significaba una jugada atrevida, casi temeraria. Consuelo era un monstruo de la comunicación, un dechado de naturalidad y simpatía, la más famosa animadora cubana de todos los tiempos. Ponerla junto a Héctor era muy peligroso; ella podría comérselo fácilmente. Pero Fraga, ya seguro de sí, no se amilanó:
-- Tráela. ¿Qué me puede pasar, que tenga que regresar a la radio?
En años recientes, la Vidal había formado dupla con dos grandes: Germán Pinelli y Cepero Brito. Comparado con ellos, Fraga era prácticamente un principiante. Pero ella, veterana de mil batallas y que de tonta no tenía un pelo, aceptó formar yunta con él porque le vio potencial.
Los tres trabajamos mucho el concepto de la pareja. Me preocupaba que se pareciera a lo que ella hacía con Cepero en “Detrás de la fachada”. La fantasmita omnipresente que Consuelo interpretaba en “Fachada” resultaba graciosa pero muchas veces sus comentarios rezumaban ácido hacia los hombres y el que cogía los palos era él. Eso no me cuadraba; mi idea era crear un dúo de iguales, dos cómplices que se la pasaban bien cada sábado presentando artistas y jodiendo ante las cámaras.
Consuelito disfrutaba de una popularidad y una experiencia cien veces mayores que las de Héctor. En un rasgo de modestia que le valoré mucho, tuvo la inteligencia de darle cancha a él y aceptarle ante el público como su par. El experimento funcionó. Con el tiempo se hicieron muy amigos y constituyeron uno de los pilares del programa.
Pegaron fuerte. En 1975 fuimos a la capital de Las Villas a grabar un especial en saludo al 26 de julio y nuestra delegación, repleta de artistas populares, se alojó en el Santa Clara Libre, frente al Parque Vidal. Todos los días, a la entrada del hotel había más gente para ver en persona y pedirles autógrafos a los dos presentadores que a las estrellas musicales que llevamos desde La Habana.
Ver la pieza completa, pulsando el siguiente enlace:
(6) En 1974, el piso donde yo vivía en el municipio Habana Vieja estaba separado de otro contiguo solamente por un pequeño muro.
Mi familia tenía que soportar constantemente a una vecina que hablaba sin parar, generalmente en voz alta aunque a veces lo hacía a gritos pues las broncas allí eran frecuentes.
Aguantar el bla bla bla de la susodicha desde que se levantaba por la mañana hasta que se acostaba en la noche era una verdadera tortura.
Esa situación desesperante me motivó para escribir un sketch de “Juntos a las 9” que incluía un número musical que Consuelito interpretó con la orquesta Ritmo Oriental, que estaba en aquel momento en la cima de su popularidad. Juan Crespo Maza, cantante de la Ritmo, compuso la música. Yo, redacté la letra. Lo titulé “La Señora Perorata”.
Mientras lo grabábamos en el estudio 1 de Radio Progreso, asomó por allí por pura casualidad el locutor Eduardo Rosillo, presentador de la Discoteca Popular de la Onda de la Alegría, a quien le gustó el tema. El sábado 8 de junio del 74 salió al aire por nuestro programa del canal 6 y al día siguiente, Rosillo lo promovió radiándolo cuatro veces durante la tarde.
Mientras lo grabábamos en el estudio 1 de Radio Progreso, asomó por allí por pura casualidad el locutor Eduardo Rosillo, presentador de la Discoteca Popular de la Onda de la Alegría, a quien le gustó el tema. El sábado 8 de junio del 74 salió al aire por nuestro programa del canal 6 y al día siguiente, Rosillo lo promovió radiándolo cuatro veces durante la tarde.
A partir de ahí, “La Señora Perorata” hizo carrera y se convirtió en un hit que sonaba en todas las emisoras. Fue tal el éxito, que la orquesta lo incluyó en su primer disco de larga duración, junto a batazos como “Mi socio Manolo” y “El que no sabe, sabe”.
Para escucharlo, pulsar cualquiera de estos enlaces:
CONSUELITO VIDAL y ORQUESTA RITMO ORIENTAL > LA SEÑORA PERORATA - en soundcloud.com
CONSUELITO VIDAL y ORQUESTA RITMO ORIENTAL > LA SEÑORA PERORATA - en soundcloud.com
CONSUELITO VIDAL Y ORQUESTA RITMO ORIENTAL > LA SEÑORA PERORATA - en goear.com
ELLOS:
¡Cómo habla la Señora Perorata! La mañana se la pasa dando lata
y la tarde completica taca taca.
Por la noche no se cansa de dar lata, ¡cómo habla la Señora Perorata!
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
ELLA (HABLADO):
Pero, ¿ustedes han oído eso? Miren que decir que yo hablo mucho.
Eso es una calumnia. Si las mujeres no hablamos nunca.
Nosotros somos calladitas, reservadas, discretas…
Ay, mi amiga, ¡qué bueno que viniste! Estaba loca por hablar con alguien.
Imagínate que estoy sola en la casa y hace dos minutos que no hablo con nadie.
¿Tú te das cuenta? Dos minutos con la boca cerrada. Y yo que hablo y hablo
y hablo sin parar. Yo hablo por la mañana, por la tarde,
por la noche, hasta dormida hablo.
Humm, y las mejores cosas las digo durmiendo.
Bueno, mi amiga, ¿de qué quieres que te hable? De la casa, de los niños,
de los hombres, del trabajo, de pelota, de Stevenson, del calor, de mi perra,
de mi tía, de cualquier cosa.
El asunto es hablar y hablar y hablar…
ELLOS:
¡¡¡Está bueno ya!!!
¡Cómo habla la Señora Perorata! Desde enero hasta diciembre dando lata,
en verano y en invierno taca taca, todo el año no se cansa de dar lata.
¡Cómo habla Señora Perorata!
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
Caballeros, esto es un fenómeno, esta mujer se pasa la vida entera hablando.
Parece una cotorrita.
ELLA:
Ay, me han ofendido. Pero, ¿qué es eso? Miren como me ha dicho cotorrita
¡Cómo habla la Señora Perorata! La mañana se la pasa dando lata
y la tarde completica taca taca.
Por la noche no se cansa de dar lata, ¡cómo habla la Señora Perorata!
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
ELLA (HABLADO):
Pero, ¿ustedes han oído eso? Miren que decir que yo hablo mucho.
Eso es una calumnia. Si las mujeres no hablamos nunca.
Nosotros somos calladitas, reservadas, discretas…
Ay, mi amiga, ¡qué bueno que viniste! Estaba loca por hablar con alguien.
Imagínate que estoy sola en la casa y hace dos minutos que no hablo con nadie.
¿Tú te das cuenta? Dos minutos con la boca cerrada. Y yo que hablo y hablo
y hablo sin parar. Yo hablo por la mañana, por la tarde,
por la noche, hasta dormida hablo.
Humm, y las mejores cosas las digo durmiendo.
Bueno, mi amiga, ¿de qué quieres que te hable? De la casa, de los niños,
de los hombres, del trabajo, de pelota, de Stevenson, del calor, de mi perra,
de mi tía, de cualquier cosa.
El asunto es hablar y hablar y hablar…
ELLOS:
¡¡¡Está bueno ya!!!
¡Cómo habla la Señora Perorata! Desde enero hasta diciembre dando lata,
en verano y en invierno taca taca, todo el año no se cansa de dar lata.
¡Cómo habla Señora Perorata!
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
Caballeros, esto es un fenómeno, esta mujer se pasa la vida entera hablando.
Parece una cotorrita.
ELLA:
Ay, me han ofendido. Pero, ¿qué es eso? Miren como me ha dicho cotorrita
así en mi cara. A mí, que ni se me oye en todo el día, decirme cotorrita a mí.
ELLOS:
¡Sí, chica! ¡Cotorrita! Es más, debían darte perejil.
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
ELLA:
Yo no hablo tanto, yo no hablo nada, eso es mentira, yo soy callada.
Si estoy hablando me sacan sable. ¿Qué ustedes quieren? ¿Qué yo no hable?
ELLOS:
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
Pan pa la cotorrita, pan pa la cotorrita, pan pa la cotorrita, pan pa la cotorrita.
Yo no sé qué le pasa a Consuelo.
ELLA:
¿Qué me va a pasar? Que tengo que estar brava.
Pero ¿cómo voy a estar callada yo?
Ustedes no saben lo que es una mujer. Si yo no hablo, me muero.
ELLOS:
Pan pa la cotorrita, pan pa la cotorrita.
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
ELLOS:
¡Sí, chica! ¡Cotorrita! Es más, debían darte perejil.
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
ELLA:
Yo no hablo tanto, yo no hablo nada, eso es mentira, yo soy callada.
Si estoy hablando me sacan sable. ¿Qué ustedes quieren? ¿Qué yo no hable?
ELLOS:
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
Pan pa la cotorrita, pan pa la cotorrita, pan pa la cotorrita, pan pa la cotorrita.
Yo no sé qué le pasa a Consuelo.
ELLA:
¿Qué me va a pasar? Que tengo que estar brava.
Pero ¿cómo voy a estar callada yo?
Ustedes no saben lo que es una mujer. Si yo no hablo, me muero.
ELLOS:
Pan pa la cotorrita, pan pa la cotorrita.
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
Ay, Consuelo, si sigues hablando me tiro en el suelo.
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La empresa norteamericana Create Space / Amazon ha publicado,
en formato papel, mis dos libros "Pedraza Ginori Memorias Cubanas".
Sus páginas son un compendio de mis experiencias y mis circunstancias, vividas en el mundo de la televisión, los espectáculos, la creación musical,
la radio, la publicidad y la prensa.
Los dos volúmenes recogen, en clave autobiográfica, sucesos, “batallitas”, semblanzas, anécdotas y reflexiones personales.
El Libro 1, “Eugenito quiere televisión”, tiene 342 páginas.
El Libro 2, "Quietecito no va conmigo", 362 páginas.
Ambos están a la venta en las webs
www.createspace.com www.amazon.com www.amazon.es
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La empresa norteamericana Create Space / Amazon ha publicado,
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Sus páginas son un compendio de mis experiencias y mis circunstancias, vividas en el mundo de la televisión, los espectáculos, la creación musical,
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Los dos volúmenes recogen, en clave autobiográfica, sucesos, “batallitas”, semblanzas, anécdotas y reflexiones personales.
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LES INVITO A LEER LAS SIGUIENTES PIEZAS DE MI BLOG
PULSANDO SOBRE ESTOS ENLACES:
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El Blog de Pedraza Ginori > JOVEN JOVEN, SU DOCUMENTACIÓN (Parte 1, del programa JJ 1 al 54)
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Yin: hoy la vida es mucho más agradable con este poquito de Consuelo escrito desde el corazón. Mil gracias. Te admiro mucho, Joel Valdés.
ResponderEliminarNuestra consuelo, la consuelo de todos los cubanos, ella no se ha ido porque mientras exista un solo cubano en este hay estara nuestra flaca. Gracias ginori el mejor director de musicales, despues de condall, por haber escrito tanbellas palabras de nuestra flaca universal, un abraso desde miami
ResponderEliminarluego de 10 años sin Consuelo
ResponderEliminarhola Yin, magia redentora para ir, derechito al corazón de una historia tan cercana como nuestra, la que en lo personal he sentido , al leerte...Resultaría indescriptible, a la vez de conmovedor, rescatar la oportunidad de regresar a ese clavel acariciado por nardos y jazmines, ese ser bendecido por su gracia natural (mezcla de arrojo, fragilidad y timidez) , en mucho, a tal suerte de leyenda urbana que sin avisos ni anticipos hubo de colarse por nuestras pantallas y convertirse en una más, parte de la familia, ese arco de figura y gracia cubana cundida de mariposas, espectro de colores, luz, mar y malezas en la espesura, esa marca de labios tiernos de saborear amarguras y ternuras que siempre fue, Consuelo Vidal o simplemente, nuestra irrepetible: Consuelito. Bien sabes que de Consuelo estaríamos hablando horas... de las cosas de esa alma sensible y a la vez, tan "culo inquieto", como bien describes... hay capítulos dedicados a sus hijos, a los 4 (particularmente a Amaury y Aimé) francamente inolvidables (delicias y rifirrafes, todo mezclado) donde, “a corazón abierto”, expone el ángel maternal que siempre primó en todos sus ánimos y circunstancias; Consuelo la actriz, “lorquiana” de “Yerma”, la del “Tranvía” (de Miller), la de Los pájaros .. (de Rolando)... como bien recuerdas, la de "Amigos y sus Amiguitos" y "Tia Tata", auténticos clásicos infantiles del imaginario cubano de cualquier época... su etapa de Primera figura, de codiciada “presenter & entretainer” en “Tropicana”, en el Internacional de Varadero junto a Meme y su Cuarteto... aquella "La Caperucita se divierte" y "Consuelito en el Circo"... las descargas en casa de Ela Calvo con Meme al piano (ya completamente cerrado); en casa del cirujano William Hill en Nuevo Vedado, ... la Consuelo de ese impresionante registro actoral tanto en lo dramático, lo humorístico, lo musical … pocos conocen de la tremendísima afinación y swing natural que tenía para cantar…. en fin, son muchísimas las cosas, lo anecdótico-farandulero las que dibujan toda una vida a "puro actuar" que fue la Vidal en todos los escenarios que pisó y posó; la artista genuina que todos amamos, el ser que cierto sortilegio nos llevó a compartir en tramos tan inolvidables como profesionales; esa sonrisa fluida e interminable ajada a un sitio fijo en la aventura por donde cabalgan imantados nuestros vericuetos y derroteros; la Vidal, bella, fraterna, ingeniosa, mimada, risueña, hipersensible, franca, “borrachita” de ocasión jejejeje, un ser frágil, muy humilde, natural, amiga, ARTISTA siempre ... Gracias Yin por regresárnosla al eterno Olimpo de los imprescindibles.... un día como hoy, a una década de su obituario.
robert c. díaz
(Holloway Road, London, England)
Hola Pedraza Ginoris (Yin). Soy Pedro Pablo el del blog Baracutey Cubano. Hoy Pepe Forte en su canal de Youtube se habló del programa Casos y Cosas de Casa, pero estaba la duda de quién había sido la primera artista en protagonizar el rol que posteriormente tomó Martha del Río; sabemos que inicialmente fue el galán Jorge Félix la otra parte de la pareja. He leido que fue Consuelito Vidal, pero en las semblanzas o breves biografías de Consuelito no aparece ese programa en su ¨curriculum vitae¨; quizás al Jorge Félix irse del país igual que tú, pero en 1961, no quieran mentar ese programa al igual que tus programas con Consuelito no aparecen. ¿Recuerdas cómo adolescente o en conversaciones con artistas de la vieja guardia si Consuelito fue esa primera artista de Casos y Cosas de Casa? Me puedes escribir a ppac221204@yahoo.com y aquí te dejo el enlace a ese video de Pepe Forte: https://youtu.be/IZhBGsGNE64
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