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lunes, 13 de enero de 2020

LA BURUNDANGA ACTUALIZADA: ¿POR QUÉ FUE QUE YURIXANDER LE DIO A LAIDIBELL?


   No puedo precisar cuándo sucedió exactamente, pero fue en uno de los primeros años de aquello que se llamó revolución cubana, allá por 1959 o los primeros 60. Quientúsabes era el bueno de la película que había derrotado a la dictadura y las grandes mayorías lo apoyaban porque había prometido un futuro luminoso repleto de bienes, progreso y libertad.
   Era la época en que los periódicos tenían una sección de cartas de los lectores y en una de ellas apareció una en que un señor se quejaba de que había sido padre de una niña y al ir a inscribirla en el Registro Civil, el funcionario se negó a que le pusiera María José porque José era nombre de varón y a una hembra no se le podía poner.
   Cuando el señor argumentó que había muchos cubanos que se llamaban José María, el tipo con una reacción típica de un burócrata machista dijo que no era lo mismo, que los hombres se podían llamar José María, pero las mujeres no podían ser María José.
   Al publicarse el incidente, se generaron múltiples comentarios de los lectores que le daban la razón al padre. Preguntado el Ministerio de Justicia, este explicó que existía una regulación que dejaba a la discreción del funcionario si permitía o vetaba un nombre.
   Eso no calmó la cosa. Al periódico siguieron llegando protestas y como era la época en que las opiniones de la población se publicaban, se formó un lío que trascendió el marco de la prensa para convertirse en tema de las conversaciones de la gente. ¿Cómo era posible que en la nueva Cuba inundada de libertades traídas por la revolución, un ciudadano no pudiera nombrar a su hija como le diera la gana?

   El asunto se calmó cuando un alto dirigente (no recuerdo quién) intervino y ordenó al Registro Civil que prescindiera de aquella norma absurda heredada de república de antes. La noticia se publicó, la niña se llamó María José y todos contentos.
   Más de una vez he pensado que aquello fue el germen de lo que vino después, el fenómeno de los nombres raros en Cuba. Algún día del futuro, los sociólogos, lingüistas e historiadores analizarán esta anomalía y tratarán de encontrar los motivos de por qué las Mercedes, Martas y Rosas, los Armandos, Pedros y Julianes desaparecieron casi por completo de la antroponimia(*) de nuestra isla a partir de la segunda mitad del siglo XX y los recién nacidos tuvieron que soportar que les endilgaran en su carné de identidad toda clase de inventos estrambóticos y combinaciones de letras, lo que significó que, durante toda su vida, cada vez que le dijeran su nombre a alguien, se vieran obligados a deletrearlo para que se entendiera.
   Yo, fresco que soy, me atrevo a enunciar mi propia teoría. Creo que ante la falta total de libertades que impuso el régimen castrista de pensamiento único, los padres y madres le encontraron la quinta pata al gato totalitario, hicieron uso del único resquicio legal que les permitía ejercitar su libre albedrío sin cortapisas y decidieron aprovecharlo poniéndoles a sus hijos el nombre que les saliera de adentro, por extraño que fuese o sonara.
   Una segunda causa de tan inusual conducta es que la cosa se puso de moda y, mono ve, mono hace, todo el mundo se lanzó a la imitación, a crear los más insospechados apelativos.
   Esas, según mi criterio, son las principales (y tristes) razones por la que Cuba es el único país en que se habla castellano cuyos ciudadanos se llaman Yunier Yasmani Taily Yusimi Giordis Abdalis Damaris Yviliet Danceny Lied Yaritza Dayron Yanko Lissy Ainel Yanet Londis Dainerys Darlin Yayden Yosbel Danayce Naivi Rogmary Yari Idalma Maisy Annierys Maricet Yodeni Duanys Liane Yurislaidys Oslaidi Yamel Sureli Yaimi Leysis Lyanet Mariesky Yerandi Yashna Yolexis Yaumy Yorkeydis Amarelys Lissyjavi Doraiquis Darys Mailé Mileidy Zuleidys Daymara Dairilys Imilsis Ronier Dainier Yoandris Yosvany Osvel Arlen Erislandy Yasiel Leonys Aledmys Yandy Yonder Yasmani Adeiny Raisel Roenis Cionel Odrisamer Yurisbel Onelki Johan Diosbel Yanio Yusney Yadiel Cionel Adolys Yoanner Alisay Anexis Haylin Seikel Dailenys Yolaine Lyannis Nayadis Yusuam Lenisday Duniet Yuriem Anilaid Elianis Liadny Drayse Diancy Marlevys Yeilys Janiel Damays Rubiel Yasley Yirenia Naivy Anniela Arelys Yixeydy Aneiter Yilian Leyden Yaimara Odlanier Yusnavi Migdisray Yaneimi Darelia Mayren Adianez Orazal Widayesí Yumilsis Yosbel Yoen Dansisy Yesenia Noslenys Dayesi Yosvel Geandelaxis Yari Martik Daimel Dayli Yenisey Yumar Yoennis Arlettys Idan Liosmel Yilian Clergy Taniuska Yessika Yolbis Yulier Ailynn Yenis Yameidi Laidibell Yani Yadnely Yarisel Anexis Dadnier Mirialis Margiolis Leiter Yerenia Maikol Leyanet Yanelis Yurixander Lainez Yurima Osari Erisnai Hughet Yisel Suyen Lenieskis Ismaray Khyra Adianez Ibelis Roynel Lilibeth Yarelys Albey Mayrielys Daily Raciel Yenis Abdiel Istuan Yisel Yoerky Diorgys Yuniel Yarimar Yugui Dubler Yoiset
   Y que conste, no me he inventado ni uno de los nombres que he puesto. Todos, absolutamente todos, los saqué de Internet (la mayoría de Facebook) y pertenecen a personas cubanas reales. (**)

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Si el compositor Oscar Muñoz Bouffartique hubiera sido de esta época, su famosa guaracha “Burundanga” hubiese tenido esta letra, realmente difícil de cantar:

Dainerys le dio a Lenisday
Lenisday le dio a Odrisamer
Odrisamer le pegó a Rogmary,
le echó Burundanga,
le jinchan los pies, Marlevys
Yanisleidys le dio a Annierys
Annierys le dio a Yixeydy,
Yixeydy le pegó a Danayce,
le echó burundanga,
le jinchan los pies.
¿Por qué fue que Yurixander le dio a Laidibell?
Porque Laidibell le dio a Taniuska.
¿Por qué Taniuska le dio a Doraiquis?
Porque Doraiquis le pegó a Aledmys.
¿Por qué Aledmys le pegó a Mayrielys?
¿Por qué Mayrielys le echó a Gerandelaxis?
Porqué Gerandelaxis le echó burundanga,
le echó burundanga,
le jinchan los pies.

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(*): Incluí el término “antroponimia”, que es la rama de la onomástica que estudia el origen y significado de los nombres propios de personas, para que ustedes vean que soy un tipo leído y escribido.
(**) En la relación de nombres hay uno que está repetido. A ver quién es el guapo que lo descubre.


 
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