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martes, 21 de abril de 2020

APLAUSOS PARA LOS PERIODISTAS INDEPENDIENTES

  Si usted repasa las páginas de un periódico cubano publicado antes de 1959, de cualquiera de ellos, obtiene una visión más o menos detallada de cómo era la vida por entonces. Entre en los archivos de la Biblioteca Nacional (si se lo permiten) y consulte El Crisol de 1934, la Bohemia de 1956, o el Diario de la Marina de 1887. Independientemente de sus líneas editoriales favorables a determinadas corrientes políticas o de pensamiento, hojeando sus páginas se va a dar cuenta de lo que pasaba, de por dónde iban los tiros en aquella época.
  Por el contrario, si un investigador de ahora o del futuro quisiera saber qué ha ocurrido en la isla a partir del momento en que el castrismo agarró el poder absoluto, lo va a tener muy difícil porque la información aparecida en la prensa llamada “revolucionaria”, la única existente, ha mostrado en los últimos 60 años un país idealizado por la propaganda gubernamental, donde la manipulación de tinte ideológico de las noticias y la censura oficial han ocultado y/o tergiversado la verdad y es casi imposible obtener un cuadro cierto de la realidad que han vivido sus habitantes día a día.
  Todos recordamos el pitido constante que se le aplicó a Radio Martí para impedirnos escucharla y las carambolas técnicas que evitaron que la señal de Tele Martí entrara en nuestros hogares. El control absoluto de la prensa es una de las características más típicas de todos los totalitarismos que en el mundo han sido. Y el totalitarismo cubano no escapa de esa norma.



  Afortunadamente, hoy en día el cuartico no está igualito. Ahora existe Internet con sus redes sociales y sus diarios digitales independientes. Si no fuera por ellos, nadie conociera las informaciones que el régimen considera lesivas a sus intereses y, por tanto, omite o publica a su manera, nadie supiera de la miseria que invade la isla, de los privilegios de que disfruta la casta dirigente, de las condiciones terribles condiciones higiénicas en que se encuentran los hospitales que atienden a la población, de los atropellos que comete la policía cubana, en fin…
  Internet y la telefonía móvil, esos inventos maravillosos que durante años los castristas trataron de evitar que entraran en Cuba y se hicieran de acceso masivo, les han venido a fastidiar el chiringuito informativo que el gobierno y el partido tenían montado y bien aceitado. El mismo que les funcionó durante décadas y que hoy tratan de mantener a base de decretos mordaza y leyes absurdas.
  A lo largo de la isla, hoy en día, miles de cubanos se han convertido en corresponsales. Las cámaras y micrófonos de sus celulares recogen los acontecimientos, las denuncias, las protestas, los abusos, las represiones… Los diarios digitales, con su carga de verdad, con sus imágenes y testimonios imposibles de tapar, se han convertido en el grano en el culo del régimen.
  Si no fuera por ellos, por los periodistas independientes que escriben las crónicas necesarias, por los camarógrafos improvisados que graban lo que ocurre y lo lanzan al mundo, si no fuera por esos valientes que siguen adelante a pesar de la intimidación, del acoso, de las multas y la represión, si no fuera por ellos, ¿qué se sabría de Cuba?






  Por eso, y como agradecimiento al valioso trabajo que realizan jugándose el pellejo, desafiando a la dictadura que los amenaza y los encarcela, he decidido incluirlos también en esos aplausos míos con los que me uno a ese enorme batir de palmas general que en España se produce cada noche a las 20,00 horas para reconocer y estimular el trabajo que realizan los que combaten en primera línea al maldito coronavirus que sufrimos.
   Nuestros compatriotas de la prensa independiente se han ganado ya, se siguen ganando cada día, un lugar importante en la historia que algún día se escribirá. Ellos merecen nuestro aplauso diario y nuestro apoyo. Ellos también son combatientes de primera línea contra una pandemia.


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