Era
1978 cuando le pedí al director del Septeto Nacional Ignacio Piñeiro que creáramos juntos la
sintonía musical de mi proyecto televisivo “Yo también soy joven”. Rafael Ortiz
agarró su guitarra y me enseñó varias melodías suyas.
--Éstas
son de las que tengo en el tanque –me dijo-. Elige la que quieras.
Me gustaron especialmente dos, que grabé en un cassette. De ellas seleccioné una, la que después sería la base musical sobre la que
construí “El final no llegará”.
Siempre
pensé que el otro tema, el desestimado, merecía trabajarse, añadirle una letra
para convertirlo en canción. Pero por
entonces yo andaba bastante cargado de trabajo y lo fui dejando y dejando, más
por falta de un hueco en la agenda que por otro motivo.