Vamos a ver, no confundamos la amnesia con la magnesia. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Una cosa es un espectáculo de variedades estructurado, que obedece a un concepto y se rige por principios estéticos. Y otra, bien diferente, es un maratón de artistas. (1)
Este último es un largo –tirando para larguísimo- desfile de presentadores, cantantes, músicos, grupos, humoristas, trovadores, actores, orquestas, bailarines, monologuistas, fonomímicos, etc. En este etcétera se pueden incluir magos, comparsas del carnaval, repentistas, números circenses, mimos, recitadores y hasta, si se tercia, ruedas de casino de perritos amaestrados. Todos presentados en molote, a lo montón-pila-brujón-puñao, con una lógica artística superficial y en ocasiones inexistente, normalmente en un mismo escenario, en una misma unidad de tiempo (casi siempre una noche interminable), actuando para un público que asiste atraído por las más disímiles razones. Entre ellas:
-- No pensaba venir pero estoy aquí por cumplir con el sindicato.
-- No me pierdo una actuación de Elena.
-- Yo vine por mi sobrinita, que va a bailar el zapateo.
-- La entrada es gratis y hoy no echaban nada bueno en la televisión.
-- Traje a la vieja, la pobre, que nunca sale.