Me
dicen que ha fallecido Eva. Pero no me lo creo. Entro en Internet y encuentro
la noticia que lo confirma. Pero ya saben como es Internet de mentirosa.
No es
cierto, no puede ser verdad. No es posible que se haya ido, que el mundo se
haya quedado sin la generosidad, el entusiasmo, la sonrisa, el buen rollo, el
amor por la profesión, el compañerismo bien entendido de esa mujer excepcional
que pasó por los charcos del ICRT sin mancharse con la traición o la
maledicencia, que no escatimó apoyo y ayuda para todos los que empezábamos, que
repartió lealtad y amistad a sus compañeros y entusiasmo y buen ánimo a
millones de cubanos.
Dice
Internet que ha muerto por problemas cardíacos. Mira que hay que soportar
mentiras. Es falso que le haya fallado el corazón porque el de ella es de los
buenos, de los que no fallan nunca. Y si no, que se lo pregunten a los que la
conocemos, a los que la hemos visto echar palante a pesar de las ingratitudes y
las dificultades, a los que creemos que su sonrisa, eterna, maravillosa y sobre
todo sincera, no se puede apagar nunca.
Sigan
mi ejemplo. No le hagan caso a quienes afirman que se fue. Porque lo que no es
posible, simplemente no puede ser. Y Eva Rodríguez no se ha ido, está hoy, como
ayer, en el recuerdo. Y de ahí, nadie se va.